Ferrocarriles Research Papers - Academia.edu (original) (raw)

Este libro parte de la conmemoración difusa del segundo milenario de la Vía Augusta conformada por el emperador Augusto, así como del más concreto centenario de la reclamación por parte de Ignacio Villalonga de un eje ferroviario que... more

Este libro parte de la conmemoración difusa del segundo milenario de la Vía Augusta conformada por el emperador Augusto, así como del más concreto centenario de la reclamación por parte de Ignacio Villalonga de un eje ferroviario que recorriera la península por la costa mediterránea y comunicara con la Europa transpirenaica.

De modo coral, se suceden las siguientes aportaciones:
Desirée Juliana destaca la importancia de la Vía Augusta como una red europea milenaria que se convirtió en un valioso elemento de comunicación y de organización del comercio entre ciudades y puertos.

Óscar Calvé, a partir del ejemplo tardomedieval, evidencia cómo una red viaria descuidada, modificada y fragmentada desde la caída del Imperio Romano de Occidente, no impidió que el arco mediterráneo prosiguiera en sus funciones como vía de conexión económica y cultural esencial.

Manuel Carreres subraya la inflexión que supuso desde la segunda mitad de siglo XVIII una política estatal viaria coordinada bajo una concepción radial. A pesar de esta premisa rectora, el interés por la ruta mediterránea se aprecia en diversos proyectos y planes, y la importancia del Corredor Mediterráneo para el transporte comercial, industrial y turístico ha permitido configurar una red que conecta todo el frente litoral desde Andalucía oriental hasta Francia, con algunos de los itinerarios con mayor tráfico rodado del territorio español.

Laura Bolinches subraya la fragmentación de la red ferroviaria que se forjó desde 1848, pues desde sus inicios estuvo condicionada por factores de índole política, económica, social y topográfica. Numerosas compañías tejieron una red ferroviaria con diferentes anchos de vía, interrupciones, etc. Tras una mínima voluntad de interconectar las líneas mediterráneas, experimentada a partir de la conformación de RENFE en 1941, todavía tiene ante sí grandes retos.

Susana Climent incide en el contexto en el que en 1918 surgió la demanda de Ignacio Villalonga de una línea ferroviaria que comunicara la costa oriental de Andalucía con Francia por el litoral mediterráneo. Por un lado, aborda el ambiente histórico y social del momento, marcado por la guerra de África, la Gran Guerra y el incremento de las acciones de un movimiento obrero independiente y reivindicativo. Por otro, incide en la economía, con una agricultura de exportación, el nacimiento de una gran industria vinculada a la siderurgia, a la construcción naval, a los transportes... Esta diversidad y pujanza de la economía valenciana suscitó la reclamación de una nueva estructura del transporte de mercancías y de las infraestructuras necesarias. Finalmente, trata el aspecto político, que estuvo dominado por el regeneracionismo y el regionalismo, pero con impronta de internacionalización. En este sentido, se destaca la labor de la Feria Muestrario de València, inaugurada en mayo de 1917 y declarada internacional poco después, y del Instituto Valenciano de Economía, futuro Centro de Estudios Económicos (CEE), creado en 1918 para la promoción de estudios que profundizasen sobre las necesidades de la economía valenciana y su integración en Europa. Las dificultades económicas antes de la Guerra Civil y la política autárquica después de la misma paralizaron la apertura, pero no los anhelos de integrarse en Europa.

Luis Arciniega muestra la impronta que las artes y la arquitectura tuvieron como motor de la economía valenciana y su debate a través de la propuesta realizada por Joaquín Sorolla de un Palacio de las Artes e Industrias. Con él se pretendía un centro cultural en consonancia con la relevancia de los artistas valencianos, donde los más jóvenes expusieran en buenas condiciones y fuera de los cauces de la Academia; un museo de artes industriales; y en su conjunto, un elemento dinamizador de la cultura y economía valencianas. Algunos pintores y escultores gozaban de prestigio internacional y la cerámica tenía fuerte repercusión industrial y comercial. Ese mismo año se desarrollaron múltiples actividades en favor del Palacio, pero en los siguientes la iniciativa languideció, pues se presentó en una coyuntura adversa y pronto evidenció diferentes puntos de vista entre distintos colectivos. De este modo, la Unión Gremial apoyó la iniciativa, pero con carácter general impulsó la Feria Muestrario, donde el componente artístico no encontró su lugar. Los materiales de derribo que los artistas compraron para realizar su anhelado proyecto con el que dinamizar la economía a partir de las artes se utilizaron en el edificio de la Feria de 1922 y en el monumento a Sorolla, que desapareció con la riada de 1957. Buena alegoría de otros proyectos frustrados del momento.

Rubén Pacheco muestra la situación actual del debate técnico, social y académico sobre el Corredor Mediterráneo, que es la evidencia de la actualidad de esta temática.