Ferrocarriles argentino Research Papers - Academia.edu (original) (raw)

Autor: Jorge Sanchez ¿Quién no ha oído hablar de los pueblos que se convirtieron en “fantasmas” debido al retiro de los servicios ferroviarios? ¿Quién no ha visto fotos de pueblos abandonados, o casi, en blogs, artículos periodísticos o... more

Autor: Jorge Sanchez
¿Quién no ha oído hablar de los pueblos que se convirtieron en “fantasmas” debido al retiro de los servicios ferroviarios? ¿Quién no ha visto fotos de pueblos abandonados, o casi, en blogs, artículos periodísticos o películas? Porque más allá de las razones, no hay duda de que su población se redujo y de que hoy bien podrían, algunos de ellos, ser considerados “pueblos fantasma”.
En las décadas de 1930, 1960 y 1990 tuvieron lugar fuertes modificaciones en la estructura productiva argentina, de modernización forzada, de “adiós” y “hola” a tecnologías y esquemas productivos, y de no pocas consecuencias políticas y sociales en el futuro inmediato. En los ’30 se aceleró en el mundo el final de la era ferroviaria, y en nuestro país se diagramó la red vial nacional, comenzando la pavimentación de rutas y augurando la llegada de la era del automotor.
Este artículo resume un largo trabajo de investigación recientemente finalizado, que buscó dar respuesta a los interrogantes planteados, en especial a esa mítica y popular relación entre el declive ferroviario y el de muchas poblaciones, donde lo inverso también se sostiene como verdad indiscutible: cuando la red ferroviaria y sus servicios de pasajeros y cargas crecían, crecían también muchos pueblos, algunos de ellos directamente relacionados con el nuevo servicio, como así también aumentaba el bienestar general del país hasta ubicarlo entre el lote de los de mayor ingreso por habitante. Subyace en esa afirmación una protesta contra las políticas “anti-ferroviarias” que se implementaron en nuestro país desde la década del ’60, y que culminaron en la década del ’90 con el cierre de la totalidad de los servicios ferroviarios de pasajeros de larga distancia, dejando a las provincias la potestad de poder prestar servicios si así lo deseaban, y con la concesión al sector privado de la casi totalidad de los servicios de carga.