Modernismo Hispanoamericano Research Papers - Academia.edu (original) (raw)

Este número especial de la revista Zama quiere rendir tributo a Rubén Darío en el centenario de su fallecimiento (1916-2016) y el sesquicentenario de su nacimiento (1867-2017). En vida y después de muerto, ya convertido en un mito... more

Este número especial de la revista Zama quiere rendir tributo a Rubén Darío en el centenario de su fallecimiento (1916-2016) y el sesquicentenario de su nacimiento (1867-2017). En vida y después de muerto, ya convertido en un mito americano, Darío se vio expuesto a múltiples homenajes. Desde los copiosos banquetes en mesas fraternas, como los que le ofrecía el diario La Nación, a los reconocimientos que siguieron a su muerte, como el importante número que le dedicara la revista Nosotros, el brindis “al alimón” de Federico García Lorca y Pablo Neruda en el Buenos Aires de los años treinta, o los que se sucedieron con motivo del cincuentenario de su muerte en 1966 y el centenario de su nacimiento en 1967. Todas estas ocasiones dieron lugar a revisiones y relecturas de su obra, en variadas direcciones, no siempre homogéneas. Si las inmediatas fueron decididamente elogiosas, después de las vanguardias se impuso, en cambio, una oscilación en los caminos que transitó la consideración de su figura.
En 1967 Severo Sarduy indagaba, en el número dedicado a Rubén Darío de Mundo Nuevo: “¿Darío, es rescatable o no?” Frente a las polémicas suscitadas por el balance de su obra, hacia esos mismos años, Gonzalo Rojas sostenía en Casa de las Américas: “Acusarlo, procesarlo y hasta condenarlo parece cosa fácil; pero la balanza es difícil, porque de un lado está Darío y del otro lado también está Darío”. En 1977, Ángel Rama iniciaba su prólogo a la obra poética del nicaragüense con una pregunta sobre su vigencia: “¿por qué aún está vivo?” La impronta de estos interrogantes se prolonga sobre nuestro presente y Darío vive y revive cada vez que se los actualiza.
Darío ha concitado, más que cualquier otro escritor latinoamericano, innúmeros debates sobre su vida y la leyenda de su vida, sobre su obra y la lectura de la misma por las siguientes generaciones; entre la gratitud y el olvido, el estigma y la canonización. Como si ese rastro o estela, que los clásicos llamaron fama y que nosotros acostumbramos a designar legado, fuese, en el caso de Darío, un espacio en permanente revisión. Al mismo tiempo, este es el síntoma más evidente de su vitalidad, gracias a la cual Rubén Darío sigue siendo el fiel de la balanza con el que se pondera y, de igual modo, el ápice desde donde se mira la literatura latinoamericana.
Un escritor clásico, según Harold Bloom, es aquel que porta una extrañeza, una forma de originalidad que “no puede ser asimilada o bien nos asimila” (quizá por ese motivo lo incluyó en su cuestionado canon). Darío opera en esta sintonía porque nos introduce en una dimensión que definimos, inconfundiblemente, como “dariana”, con la misma contundencia con que identificamos algo gongorino, dantesco o kafkiano. Por la atracción que ejerce su universo de escritura, erudición, imaginación, gratuidad, profesionalismo y compromiso con su tiempo.
Este número aborda distintas aristas de este universo. Sus libros cardinales, como Los raros, que tiene aquí un lugar destacado. Así, incluimos reseñas de su recepción inmediata, artículos críticos sobre su arquitectura y el sentido de las siluetas de escritor modernista, una bibliográfica sobre su reciente edición crítica de 2015, además de la publicación, por primera vez en forma integral, del artículo sobre Nietzsche, texto finalmente excluido de la recopilación de sus raros. También se incorporan trabajos sobre la amistad literaria y la sociabilidad del escritor moderno, que estableció intensas relaciones filiales o bien fraternales con sus contemporáneos. Su actuación en revistas ilustradas, la relevancia de la crítica artística y plástica en su obra, sus primeras prosas y cuentos. Su vida, o sus vidas, contadas por él mismo o por otros en un juego permanente de espejos y refracciones en torno a la construcción de la imagen de artista moderno. Su mentada francofilia (quizá sea nuestro primer extraterritorial) y la relación de paridad que establece con la literatura mundial. El americanismo dariano y su audaz reconfiguración de la poesía cívica en manifiesto estético. Su oscilación y ambigüedad frente al espectáculo de lo moderno, sobre todo cuando este implica el nuevo fenómeno de la masividad. La recepción crítica y sus proyecciones en la literatura del siglo XX. Su entrañable relación con un espacio que ciertamente consideró su patria intelectual y hasta afectiva: Buenos Aires.
Y desde esta Buenos Aires, cosmópolis dariana, convocamos a distintos especialistas a colaborar en este número, que quisimos fuese cosmopolita en el espacio y transversal en el tiempo. Por eso en él dialogan pasado y presente: la recepción inmediata, las voces representativas de la crítica del siglo XX y las nuevas generaciones dedicadas a su estudio. Conviven de este modo miradas del 900, como la de Juan Valera y Miguel Escalada, con voces fundamentales del siglo XX, como Ángel Rama, Rafael Rojas, Emir Rodríguez Monegal, Sylvia Molloy, Susana Zanetti y Noé Jitrik, entreveradas con perspectivas del siglo XXI procedentes de distintos espacios y campos académicos.
Si Darío prodigó su presencia en múltiples zonas donde dejó indelebles secuelas estéticas, también sus manuscritos y archivos tuvieron el destino itinerante del poeta, de país en país, lo que ha diseminado sus huellas en un laberinto de textos perdidos y domiciliaciones disímiles. Fue asimismo nuestro interés plantear preguntas por el archivo dariano y su necesaria reconstitución, tema que preocupa al futuro de los estudios darianos. Desde la integridad de su obra y la completitud de su archivo hasta la renovación de su lectura crítica, este número de Zama pretende contribuir a estos propósitos y hacer honor al camino raro y fundador que Darío abrió para las letras continentales.