Poesía renacentista Research Papers - Academia.edu (original) (raw)
Donne parece tener el mejor derecho para el título de poeta-predicador-una designación que se ha dado algunas veces a otro [i.e. John Milton]-J. B. Lightfoot (1828-89), Catedrático de Teología en Cambridge, quien fue Obispo de Durham en... more
Donne parece tener el mejor derecho para el título de poeta-predicador-una designación que se ha dado algunas veces a otro [i.e. John Milton]-J. B. Lightfoot (1828-89), Catedrático de Teología en Cambridge, quien fue Obispo de Durham en 1879 1. De los Aniversarios podemos decir que están compuestos de tres partes. El «Primer Aniversario» en donde se describe este mundo putrefacto lleno de dolor y sometido al caos de la nueva física de Kepler y Galileo, representa el conocimiento; la «Elegía Funeraria» funciona como duelo frente al túmulo físico de la joven fallecida, y nos lleva al «Segundo Aniversario», en donde Donne se centra ahora en la contemplación, proclamándose el profeta que hace sonar la proclamación de «ella», la joven Elizabeth Drury fallecida que el poeta llora, que también es el «alma» o la Idea del alma, vicaria de ese «aquel» que es Cristo. He prescindido de los poemas que preceden a los Aniversarios por haber sido escritos por otro poeta y amigo de John Donne, Joseph Hall. No debe olvidar el lector, por otra parte, que «ella» es más que esa joven a la que el poeta llora y compone sus versos por encargo. En muchos aspectos «ella» es la Idea platónica en su trinidad (Verdad, Bondad, Justicia), la Virgen María, como vemos en el «Segundo Aniversario», Astrea, diosa de la Justicia, o simplemente un símbolo de Jesucristo que vino y murió y ascendió finalmente saliendo de este mundo físico (como dicen los Evangelios, no así las Epístolas que son anteriores; cf. Earl Doherty, Jesús: Ni Dios ni Hombre, 2019). El poema está escrito en endecasílabos pareados. Cuando uno lee los versos de Donne en estos Aniversarios uno se maravilla de la capacidad de encabalgamiento y variedad rítmica que había alcanzado su arte. Estamos hablando de un poeta con mayúsculas, de uno de los más grandes poetas de la literatura universal. Acababa de conocerse la teoría de Copérnico por vía de Galileo, de modo que el Homo sapiens quedaba descuadrado, fuera del centro del universo. Desde entonces hasta 1859, cuando Darwin descubrió la evolución por selección natural, y en 1871 la selección sexual con su obra El Origen del Hombre, había alguna esperanza de que existiera un diseño inteligente, algo que evitara el monismo ontológico natural. Todos los filósofos que estuvieron en contra de Spinoza y su monismo natural desde 1670 y 1677, como Kant intentó hacer en 1781 y 1787, se dieron cuenta que Darwin acababa de zanjar la cuestión. Este poema de John Donne de 1611 es, pues, el primer grito de protesta contra una naturaleza que solo se rige por sus reglas, sin intervención divina. Lo que Donne le dice a su lector es que no piense, que no razone, que no intente averiguar qué es lo que ocurre. Esta misma sugerencia la tenemos hoy en muchos que pregonan que no se escuche a Richard Dawkins y a la Psicología Evolutiva de Leda Cosmides, John Tooby, David Buss, o Steve Pinker. Este grito de John Donne refleja de forma personal, mental, consciente, qué supone entender que en la naturaleza todos juegan bajo las mismas reglas. Animales y Homo sapiens. En una época de calentamiento global abrupto, en medio de la Sexta Extinción Masiva del Planeta que nos hará desaparacer de la faz de la tierra para el año 2030 o 2050, nada mejor que deleitarnos con la imaginación, ese privilegio que Santayana siempre defendió como lo más valioso del espíritu (i.e. la contemplación en la consciencia) humano. He utilizado como texto original el de la edición Variorum (The Variorum Edition of the Poetry of John Donne, Volume 6, Indiana University Press,1995), y he cambiado la puntuación original para acomodarla a la que se utiliza hoy día (v.g. con las comas fuera de los paréntesis y poniendo al final de éstos las comas que los suelen preceder a veces).