Frair Armando by UrielReyes on DeviantArt (original) (raw)
Frair Armando has one of the saddest histories I've heard during this work. He came to Tijuana around 20 years ago. His order founded the first AIDS center in Baja California. Eventually, the government assumed the center's administration, and the order move to other city, but frair Armando decided to remain in the center as an employee. He got fired soon, but he has not family at all, so he search for another catholic center where he could continue helping. A few weeks later Frair Armando was hired by a center runned by nuns (Missionaries of Charity), but quit very soon because they only want them for maintenance, and he cannot be with the pacients. He asked for help to every single church he found, but the answer was allways the same. Frair Armando cried when he told me about one of that times, when a nun just offered to gave him 50 pesos (less than 5 usd).
He now lives in a little one room department (6.5 x 10 ft), with his two dogs. They are know his reason to live. No matter what, he always return to his house with the 15 pesos (1.27 usd) to buy the dog's food. He confessed sometimes, when there's nothing left to eat, he steal some food from his dogs. I tought it was insane how he care more about his pets than for himself, but when he talked about his dogs, his face was so full of joy (it was just the opposite when he remember the ungratefulness of people). The dogs are, actually, his only family. Unlike other persons portrayed in this project, he doesn't have family in the US or in other state of Mexico. Nobody is waiting for him. He doesn't have any plans.
We finished our chat when a christian group arrived to brought food for the homeless people, and frair Armando walk to the line. I give him a handshake, and with a sad look he said: “I used to help people like them, and look at me now... I'm stealing the food someone brought to them”.
He really wanted to tell his history. In some point, he asked me if I would remember everything he was telling me.
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Continuando con mi trabajo documental he estado acudiendo a entrevistarme nuevamente con personas desamparadas o en estado de indigencia. Así conocí a Fray Armando, que tiene una de las historias más duras de todas las personas a quienes he tenido oportunidad de fotografiar para este proyecto. Llegó a Tijuana hace más de 20 años con su congregación, junto a quienes fundó el primer centro de ayuda para enfermos de sida en Baja California; eventualmente, la desintegración de su congregación y políticas del gobierno del estado, provocaron que se diera un cambio de administración en dicho centro, y Fray Armando quedó en la calle, sin tener un lugar a donde volver o familia con quien acudir.
Posteriormente fue recibido en otro centro de ayuda administrado por Misioneras de la Caridad, sin embargo, al ser únicamente ocupado en el área de limpieza, optó por abandonar el lugar. La iglesia católica, para la cual trabajó toda su vida, le cerró las puertas; se acercó a todas las que pudo y buscó hablar con autoridades eclesiásticas sin recibir otra respuesta que "no podemos hacer nada más por ti". Fray Armando fue la primera persona que ha derramado lágrimas mientras habla conmigo, y fue precisamente al recordar como al pedir ayuda a una monja, ésta lo único que hizo fue darle algunas monedas.
Me habló de cómo ahora vivía en un cuarto de 2x3 metros, acompañado de sus dos perros, que se han convertido en su razón de vivir.
Pase lo que pase, me dijo, no vuelve a su casa hasta no haber conseguido los 15 pesos (más o menos un euro) que cuestan comprar un poco de comida para perro.
Me confesó que en ocasiones, cuando el hambre es más dura, le ha robado un poco de comida a sus mascotas. Me pareció una locura que se preocupara más por sus perros que por él mismo, pero la sonrisa que se formaba en su rostro al hablarme de ellos (sonrisa que le hizo olvidar las lágrimas que le provocó pensar en la ingratitud de la gente)
me hizo entender lo que realmente significan, y es que de todas las personas a las que he fotografiado para este trabajo, él es el único sin un plan, sin un objetivo.
No hay una familia en Estados Unidos o en el sur de México, no hay a dónde ir. Ahora vive únicamente para sus mascotas.
Nuestra platica terminó cuando llegó un grupo cristiano a brindar alimentos al lugar. Se entristeció al desperdirnos, y aún tengo claras sus palabras:
"Yo siempre me dediqué a ayudarle a personas como ellos, que son los que menos tienen. Y mírame ahora, aquí estoy robándoles de la comida que vienen a darles".
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