Nostalgia de Isabel de Borbón en Vysne Ruzbachy (original) (raw)

De la mano del matrimonio formado por la infanta Isabel Alfonsa de Borbón y su marido y primo, el conde Zamoyski, Vysne Ruzbachy, un pequeño pueblo de 1.200 habitantes situado en la región de Presov, a 380 kilómetros de Bratislava, la capital de Eslovaquia, se puso en el mapa de la realeza con su atractivo castillo de Lubovna, para atraer a la aristocracia polaca y húngara a principios del siglo XX.

La infanta española, tía del rey Juan Carlos I, dejó un grato recuerdo entre los eslovacos como impulsora del turismo de salud para la nobleza al noreste de este país de 49.000 kilómetros cuadrados, poco más que Aragón, de sólo 23 años de existencia independiente y uno de los más pobres de la zona euro que sin una sola mezquita en su territorio y con un velo total sobre la etapa de dominación soviética, mantiene una actitud tan restrictiva como polémica hacia los inmigrantes.

Nostalgia de Isabel de Borbón en Vysne Ruzbachy

Nostalgia de Isabel de Borbón en Vysne Ruzbachy

"Isabel de Borbón y Borbón convirtió al pequeño pueblo de Vysne Ruzbachy en un destino de lujo", celebra no sin cierta nostalgia Radoslav Babjarcik, artífice del Instituto Zamoyski, apellido del marido de la emprendedora infanta española, que se ha propuesto devolver el esplendor regio a estas tierras ricas en aguas termales, encajadas entre los parques nacionales de los Altos Tatras, los montes más imponentes de los Cárpatos, y el de Pieniny, que surca el río Dunajec, el único de Eslovaquia que en vez de desembocar en el Danubio se adentra en Polonia para morir en el Vístula. El paradisíaco enclave se encuentra a escasos 80 kilómetros de Kokosovce, localidad boscosa de la que salieron las robustas maderas de roble para construir las carabelas que llevaron a Cristóbal Colón a descubrir América en 1492.

Mientras muestra incansable fotos de la época, Babjarcik expresa su más vivo deseo de tener la oportunidad de invitar a los reyes de España, don Felipe y doña Letizia, a visitar Vysne Ruzbachy, el pueblo a 623 metros sobre el nivel del mar, donde Isabel de Borbón (Palacio Real de Madrid, 1904) y su pariente y luego marido, el conde Juan Cancio Zamoyski y Borbón (Cracovia, 1900) vivieron sus años más felices, en la antigua Checoslovaquia, antes de tener que huir con lo puesto de la persecución nazi que había puesto el punto de mira en el conde de origen polaco y más tarde de la tiranía comunista impuesta por los soviéticos al finalizar la II Guerra Mundial.

Nostalgia de Isabel de Borbón en Vysne Ruzbachy

Nostalgia de Isabel de Borbón en Vysne Ruzbachy

El matrimonio tuvo que dejar atrás el rentable complejo de aguas carbónicas y el castillo de Lubovna que con tanto esfuerzo habían rehabilitado y en el que disfrutaron de su niñez sus cuatro hijos: Carlos, Cristina, José y la madre Teresa, la única superviviente de la familia, que está recluida desde hace más de medio siglo en un convento de clausura de las carmelitas descalzas de Getafe bajo el nombre de sor Rocío de Jesús. Es la prima monja del rey emérito de España y la única que nació en Bratislava (Presburgo hasta 1919), una ciudad ahora de 450.000 habitantes que linda con las fronteras de Austria y Hungría y está bañada por el río Danubio.

Entre 1536 y 1830, diecinueve reyes y reinas del Imperio Austro-Húngaro fueron investidos en la Catedral de San Martín de Bratislava, capital en aquellos años del imperio húngaro. Entre ellos, la emperatriz María Teresa de Austria, otro icono aristocrático para los católicos eslovacos, bajo cuyo reinado en el siglo XVIII la ciudad se convirtió en la mayor y más importante urbe de Eslovaquia y Hungría.

"Es una pena que sor Rocío no cuente cómo fue su vida por estas tierras", lamenta Matheus Kotleba, guía entusiasta del castillo de Lubovna, una antigua fortificación fronteriza del siglo XIV que escondió entre 1656 y 1661 las joyas de coronación polacas, para pasar a convertirse tras diferentes reconstrucciones llevadas a cabo entre los siglos XV y XVII en una fortaleza renacentista que heredó Juan Cancio Zamoyski en 1927, dos años antes de casarse en el Palacio Real de Oriente de Madrid con su prima Isabel, nieta de Alfonso XII, sobrina de Alfonso XIII e hija del infante Carlos de Borbón y Borbón y de su primera esposa, María Mercedes de Borbón, Princesa de Asturias, que falleció con tan solo 24 años al dar a luz a la pequeña Isabel. A la recién nacida también la dieron por muerta en aquel trágico parto. "Se salvó porque el rey Alfonso XIII se acercó a la cuna, le puso los dedos en la boca y exclamó: ¡Pero si está viva!", desvela el canónigo de la Catedral de Sevilla Camilo Olivares, autor de una biografía de la infanta Isabel, la nieta preferida de la reina regente, María Cristina de Habsburgo-Lorena, y la sobrina predilecta de Alfonso XIII.

Con tantas atenciones y cariño, la infanta desarrolló una personalidad segura y afable que le granjeó la admiración de los relajados y pintorescos eslovacos, quienes desde el comienzo de la II Guerra Mundial quedaron a merced de los nazis. Al principio los alemanes dejaron vivir tranquila a la familia Zamoyski, pero con el tiempo la Gestapo detuvo al conde que pudo recuperar su libertad gracias a que su esposa le consiguió un pasaporte español. Lo peor les llegó con la invasión de los rusos que persiguieron sin piedad a los católicos en toda Checoslovaquia.

"Los nazis no fueron especialmente crueles en este país", asegura Tatiana Sobotka. Bratislava es la única ciudad que conserva parte del cementerio judío del siglo XVII a pesar de la ocupación alemana. Por el contrario, en todo el territorio nacional no existe ni una mezquita como muestra del rechazo de siempre de los eslovacos a los musulmanes, acentuado ahora por la política contra los refugiados del presidente Robert Fico, un curioso socialdemócrata que aplica criterios neoliberales en economía y populistas de rechazo radical hacia los inmigrantes musulmanes en quienes ve una amenaza yihadista para los valores europeos que hay que evitar a toda costa.

"La Primavera de Praga de 1968 no comenzó en la capital checa, sino en la Plaza del Levantamiento Nacional de Bratislava", corrige orgullosa Sobotka para resaltar el coraje eslovaco en su lucha contra el totalitarismo comunista.

El temor a los rusos llevó a la familia Zamoyski-Borbón a Sevilla en un exilio que les hizo pasar primero por Suiza para resguardarse temporalmente en la residencia de la reina Victoria Eugenia. En la capital del Guadalquivir, a la que llegaron en 1945, la tía del rey Juan Carlos se entregó a la agricultura y a la atención de los más pobres mientras su marido se perdía por los bares de la ciudad añorando un pasado más elitista y glamuroso. El conde, ya separado de su esposa, encontró apoyo en el príncipe Rainiero y se trasladó a Montecarlo, donde falleció en 1961.

"Sabemos que Isabel de Borbón, enterrada desde 1985 en el Panteón de Infantes del Real Monasterio de El Escorial, fue muy feliz en Sevilla, pero estamos convencidos de que recordaba con cariño sus años en Vysne Ruzbachy", confía Babjarcik al rememorar las visitas de la infanta a ciudades como Levoca, una de las villas históricas mejor conservadas de Eslovaquia, resguardada por la impotente montaña de la Virgen, centro de peregrinación que durante la época comunista se convirtió en el escenario de protesta contra el poder ruso. A escasos kilómetros de esta montaña emergen la ruinas de otro castillo, el de Spis, incluido por la Unesco en la lista de Patrimonio de la Humanidad y un poco más al este, la animada Kosice, ciudad natal del escritor Sándor 0 consagrada a otra Isabel, la santa húngara que está enterrada en la catedral de esta villa.