Filosofía de la educación, saberes emergentes, transdisciplinariedad (original) (raw)
Síntesis
En el trabajo se aborda la Filosofía de la
educación, los saberes emergentes y la
transdisciplinariedad, en sus vínculos e interacciones, a
partir de una visión integradora, destacando el
carácter transdisciplinario y transdisciplinador de la
cultura, en tanto su base generatriz. Terminan las reflexiones
con un abordaje sistémico de "Los siete saberes necesarios
para la educación del futuro" de Edgar Morin y su elan
cultural, complejo y transdisciplinario por
excelencia.
La filosofía, la educación, u otra
ciencia, pensadas desde la cultura y la complejidad, resultan
imposibles sin una reforma del pensamiento, que hagan de ellas un
verdadero proceso de aprehensión del hombre como sujeto
complejo que piensa, siente, conoce, valora, actúa y se
comunica. Y para revelar la complejidad del hombre hay que
asumirlo con sentido cultural, es decir, en su actividad real y
en la praxis que lo integra a la cultura. La cultura como ser
esencial del hombre y medida de ascensión humana no
sólo concreta la actividad del hombre en sus momentos
cualificadores (conocimiento, praxis, valores,
comunicación), sino que da cuenta del proceso mismo en que
tiene lugar el devenir del hombre como sistema complejo: la
necesidad, los intereses, los objetivos, fines, los medios y
condiciones, en tanto mediaciones del proceso y el resultado
mismo. He ahí el por qué de la necesidad de pensar
al hombre y a la subjetividad humana con sentido cultural, que es
al mismo tiempo, pensarlo desde una perspectiva,
ecosófica, bioética, y de complejidad.
Introducción
A veces, erróneamente, se dice que la cultura
empieza donde termina la naturaleza. La naturaleza nunca termina
para el hombre, porque es su claustro materno. La relación
hombre- naturaleza, es una relación donde el hombre se
naturaliza y la naturaleza se humaniza. En ese proceso se produce
la cultura como esencialidad humana.
Desde el punto de vista teórico,
metodológico y práctico, el tema "El hombre, la
actividad humana y la cultura", resulta central para comprender
el devenir humano, incluyendo, por supuesto, la temática:
Filosofía de la educación, saberes emergentes,
transdisciplinariedad y sus múltiples
mediaciones.
Este tema resulta imprescindible para toda persona, pues
lo prepara ante todo para conocer al hombre,
transdisciplinariamente, como sujeto cultural – complejo, en
relación con el mundo e inserto en la cultura, y con ello,
prepararlo para el trabajo creador y la vida con sentido: tarea
esencial de la filosofía de la
educación.
El objeto de la
Filosofía de la educación en sus múltiples mediaciones: determinaciones y condicionamientos
Al abordar el objeto de la educación, resulta
imposible soslayar la filosofía de la cultura, pues
educación y cultura son dos momentos esenciales del
devenir humano en el universo. La filosofía griega, son su
carácter sintético integrador por antonomasia, lo
caracteriza y define con el concepto:
paideia[1]
El tema del hombre, la actividad humana y sus varios
atributos cualificadores (conocimiento, valor, praxis y
comunicación), concretados en la cultura, constituye, en
esencia, el objeto de la filosofía de la cultura. Un
objeto en sí mismo integrador y transdisciplinario, en la
medida que la cultura abarca toda la producción humana, en
su proceso y resultado.
Al mismo tiempo, la Filosofía de la
educación, tiene por objeto la formación humana en
su máxima expresión, es decir, preparar al ser
humano para el trabajo creador y la vida con sentido. En
sí misma es una cosmovisión en torno al hombre en
relación con el mundo, concretado en un pensar, un sentir
y un actuar, mediado por la comunicación
(intersubjetividad), y con ello, una visión cósmica
de la relación hombre – naturaleza, en tanto proceso
cultural donde éste (el hombre) se naturaliza y la
naturaleza, se humaniza. Este proceso se compendia y concreta en
la cultura.
Esta cosmovisión, aportada por la
filosofía de la educación, en estrecho
vínculo con la filosofía de la cultura, sienta las
bases teóricas, metodológicas y prácticas
para asumir con sentido cultural y complejo la Pedagogía,
la Ciencia de la educación, la Sociología de la
educación, y otras disciplinas que asumen la
educación como su objeto.
Aquí no se trata de una visión
simplificadora que aborde estas disciplinas, en relación
con la filosofía de la educación como una
relación de las partes con el todo, donde éste (la
filosofía) les aporte un método aprehensivo de la
realidad. No se puede olvidar la tesis de Marx, criticando la
especulación hegeliana sobre la necesidad de seguir la
lógica especial del objeto especial, así como las
diferencias específicas. La filosofía de la
educación es una visión general que alumbra y
piensa el proceso educativo, como formación humana, que
prepara al hombre para el trabajo creador y la vida con sentido.
Y un pedagogo, o sociólogo, o cientista de la
educación, si mira su objeto con sentido cultural y
complejo, como totalidad concreta, consciente o no, está
haciendo filosofía de la educación.
Los saberes
emergentes como formas integradoras aprehensivas de la realidad
Con el desarrollo de la ciencia, la técnica y las
exigencias de la práctica social a escala mundial, y
cuando la propia existencia del planeta tierra, y con él,
la humanidad, está en riesgo de desaparecer, han emergido
nuevas formas de saberes que la filosofía y las ciencias
no puede soslayar. Nos referimos a la epistemología de
segundo orden, bioética, holismo ambientalista,
teoría de la complejidad y a la ecosofía, entre
otros.
Se trata de nuevos saberes transdiciplinarios e
integradores, cuyos propósitos esenciales se dirigen a
salvar al ser humano desde una perspectiva ético –
humanista, compleja y con sentido cultural.
La Ecosofía, como fuente del paradigma de
complejidad emergente, se ha constituido en un saber que
despierta gran interés en la comunidad
científica.
¿Qué es la Ecosofía? Para
Félix Guattari, la "Ecosofía es la ciencia del
siglo XXI. Su objeto, la sabiduría para habitar el
planeta. Propone pasar a la mundialización, rescatar lo
local, revisar la visión que tenemos del mundo (….)
La clave, "saber en qué forma vamos a vivir de aquí
en adelante sobre este planeta". Las propuestas abordan la
globalización en lo humano y en lo
técnico-científico"[2].
En lo humano los pueblos marchan hacia el deterioro
progresivo. Países desarrollados avanzan hacia el
subdesarrollo. El ambiente está herido. Pobreza, miseria y
formas de vida insostenibles se dan entre 6.500 millones de
habitantes. El mercado no distingue entre bienes materiales y
bienes culturales y espirituales. Hay racismo, violencia,
cinismo, corrupción, fanatismos, cismas, descalificaciones
y tajante división entre buenos y malos. La
implosión social doblega naciones.
La ecosofía es una corriente que, dentro de la
ecología y a fines del siglo XX, rebasa la posición
antropocéntrica del movimiento ecológico,
involucrando su dimensión espiritual y global. Ve
también la necesidad de tomar medidas, no sólo para
la protección del medio ambiente, sino de impulsar un
cambio profundo de la visión del mundo, que retorne a los
principios universales[3]
La Ecosofía posee cuatro campos, bien
perceptibles, a saber:
I) El campo científico: Lo cognitivo, es
decir, los conocimientos de la ciencia que nos dirigen hacia una
nueva visión del mundo: la teoría general de los
sistemas, la visión del mundo holística, la
teoría de Gea[4]el principio de la
organización propia. Esos conocimientos deben llevar a una
comprensión más profunda de las leyes de la vida.
Hay que seguir a Marx, sobre la necesidad de asumir la realidad
subjetivamente, para cambiarla.
II) El campo emocional: Este campo se ocupa del
desarrollo de un nuevo acceso hacia el mundo, para poder
confrontar emocionalmente la crisis global, sin tener que
reprimirla. Se trata de encontrar la forma de poder transformar
la tensión que resulta de la conciencia y del sentir de la
crisis global, en energías y sentimientos fecundos, que
nos dirijan hacia un cambio de estilo de vida y hacia una
acción global. La compasión debe ser utilizada como
fuente positiva de energía.
III) El campo práctico: Se encuentran por
desarrollar alternativas que posibiliten a la sociedad y al
individuo vivir en mejor resonancia con la naturaleza. Se trata
de desarrollar un estilo de vida y un sistema de valores
duraderos y capaces para el futuro, y no a costa de las
generaciones venideras. Es importante también la
conexión de todas las iniciativas y organizaciones que se
esfuerzan por desarrollos capaces para el futuro, para promover a
través de ello el nacimiento de efectos
sinergéticos[5]
IV) El campo espiritual: Tiene como finalidad el
desarrollar de nuevo un acceso vivo hacia la naturaleza, el
abrirse a una mística natural y descubrir lo común
de lo sagrado. Considerarse a sí mismo como parte de la
red de vida, y en razón de ello, desarrollar una
responsabilidad más amplia que sea más global,
menos antropocéntrica y oportunista.
La frase el desarrollo del Ser
ecológico[6]indica el objetivo. La idea del
Ser ecológico es una de las claves de la
ecosofía[7]Del modelo mostrado deviene un
nuevo concepto de espíritu.[8]
Necesidad de un humanismo ecosófico.
La situación mundial impide, por ética,
refugiarse en la neutralidad. Desde la entraña de la
ecología, la ecosofía propone trabajar a escala
planetaria; propagar orientaciones disidentes que creen rupturas
significativas en la vida actual; aceptar nuevos contextos
históricos; inventar nuevas realidades; desechar la
repetición mortífera; adoptar paradigmas de
inspiración ético-política; reconstruir
relaciones humanas a todo nivel; integrar antropocentrismo y
naturaleza; practicar acciones que incluyan ecología
social, mental y medioambiental; luchar contra el hambre; frenar
la deforestación. El modelo ecosófico recibe grupos
de pensamiento diferente. Única condición, que
trabajen en bien de la humanidad, el respeto al medio ambiente y
con sentido de responsabilidad en las decisiones.
La
transdisciplinariedad como aprehensión dialéctico – unitiva de la diversidad
Cultura. Transdisciplinariedad. Idea Rectora. Premisas. Principios integradores para la transdisciplinariedad[9]El pensamiento complejo.
Idea Rectora para la transdisciplinariedad: La cultura
como ser esencial del hombre y medida de su ascensión,
como sensibilidad humana y humanidad concreta que vincula en su
compleja unidad lo físico, lo biológico y lo social
del hombre.
La cultura, es integradora y compleja per se, por eso,
en sus varias aristas, religa, en sí misma, los distintos
atributos cualificadores de la actividad humana. Además,
la actividad humana expresa el ser de la realidad individual y
social, y ésta integra en síntesis, lo
físico, lo biológico y lo social.
Esto significa que los Siete
saberes[10]son determinaciones concretas de la
cultura, y al mismo tiempo, principios integradores del quehacer
humano, tanto en su singularidad, como en su universalidad. Por
tanto los Siete saberes necesarios para la educación del
futuro deben constituir cauces
transdisciplinadores[11]si seguimos el
espíritu de Morin; es decir, pueden tributar las ideas
para la conjunción sistémica y dinámica de
los saberes integrados.
Esto funda más aún, la cultura como idea
rectora, si tenemos en cuenta otro momento del documento citado:
"La transdisciplinariedad se propone ir más allá de
la mera integración o cooperación entre
disciplinas, para replantear la cuestión de la
interconexión de los campos del conocimiento desde una
perspectiva doble:
- 1. Situar al hombre como el actor central de un
viaje integrador del conocimiento, capaz de revelarle la
comprensión de su destino como humanidad. - 2. Situar al conocimiento humano como un vasto
océano interconectado de conocimientos y saberes
solidarios, sin fronteras definidas, que constituye y refleja
la más alta creación que como humanidad hemos
sido capaces de lograr."(…) Hombre y conocimiento.
Viaje y océano. Exploración e
integración. Incertidumbre y comprensión.
Aventura humana y comprensión de nuestra humanidad,
esto es lo que pretende ofrecernos la
transdisciplinariedad"[12].
De todo lo anterior se derivan cuatro premisas
encauzadoras de una eficaz didáctica
transdisciplinadora:
1ra. Aval cultural del personal docente para poder unir
en la diversidad y diversificar en la unidad, sobre la base,
además, de la comprensión del enfoque de
complejidad.
2da. Concebir la Cultura como idea rectora del proceso
transdisciplinador, en sus múltiples mediaciones,
señaladas al inicio de la fundamentación. Creo que
el propio Morin lo concibe así. Ante la pregunta:
¿Qué es para usted la finalidad de la
enseñanza?, Edgar Morin responde: "Enseñar la
cultura en un sentido muy amplio, la ciencia, la literatura, la
historia…Es esa cultura la que permitirá que cada
persona reflexione sobre su propio destino. No se trata
únicamente de acceder al conocimiento, sino de vivir la
vida. Yo quiero enseñar a vivir, ayudar a enfrentarse a
los problemas de la vida."[13]
Ahora bien, cómo concretar la
transdisciplinariedad en cada curso, carrera programa, siendo
consecuentes con todo lo expuesto anteriormente:
1ro. A partir de una concepción que priorice la
filosofía de la cultura y la Humanidad del hombre, sobre
la base de "Los siete saberes necesarios para la educación
del futuro". Creo, que esta obra, deben conocerla a profundidad
todos los maestros y profesores, independientemente de la materia
que impartan. ¿Por qué? Porque les ayudará a
aprehender un sentido cósmico, cultural y complejo del
hombre, la subjetividad humana y su mundo, necesario para poder
transdisciplinar.
¿Transdisciplinan las disciplinas o los conceptos
transdisciplanarios y transdisciplinadores, por excelencia?
¿Se puede transdisciplinar sin poseer la cualidad
transdisciplinaria, per se? ¿Por qué no es posible
transdisciplinar sin aval cultural? ¿Por qué hay
docentes que sin saber qué es la transdisciplinariedad, y
sin proponérselo, sus clases son transdisciplinarias en
esencia, y enseñan a pensar cultivando un saber
transdisciplinario?
Sobre estas interrogantes existen varios criterios. Lo
más necesario, es informarse con sentido crítico
aportativo y construir el propio en correspondencia con la
cosmovisión que se posea, los preconceptos y creencias que
orientará la razón hermenéutica de cada
uno.
El sistemista inglés Peter Checkland
señaló hace más de 40 años que: "lo
que necesitamos no son grupos interdisciplinarios, sino conceptos
transdisciplinarios, o sea conceptos que sirvan para unificar el
conocimiento por ser aplicables en áreas que superan las
trincheras que tradicionalmente delimitan las fronteras
académicas"[14] .
Ciertamente, las disciplinas, la especialización
y la hiperespecialización han establecido divisiones
artificiales que no se resuelven con la suma de contenidos de una
u otra disciplina o con la buena intención de establecer
uniones, vínculos, etc. Requiere de conceptos que unan los
"hilos a la madeja", sin a apriorismo y supuestos preconcebidos,
impuestos a ultranza.
Se trata de conceptos integradores, enmarcados en un
lenguaje flexible y plural, capaces de vincular lo diverso en lo
uno y lo uno en lo diverso para desplegarse como sistema abierto,
permeado por una ecología de las ideas, cuyo devenir
transcurre del espíritu de la enciclopedia al
espíritu de la cosmopedia.
Además, un discurso transdisciplinario incluyente
y contextualizado que siguiendo la "lógica especial del
objeto especial", como enseña Marx, opera con conceptos,
categorías, imágenes, metáforas, etc. El
lenguaje directo y tropológico como formas aprehensivas de
la realidad por el hombre, son inmanentes al quehacer
filosófico y al discurso transdisciplinario que lo encauza
y lo expresa. No es posible continuar haciendo de la
tropología un "terreno" vedado al saber filosófico.
La narratividad, la metaforización son modos culturales de
asimilación de la realidad por el hombre, y con ello,
medios insustituibles de la filosofía.
¿Cuánta filosofía hay en una novela que
penetre en la naturaleza humana y sea capaz de pensar su
subjetividad y la objetividad con sentido cultural? ¿Es
posible negar numen filosófico a la poesía "que ve
con la palabras y habla con los colores" para denotar la
humanidad del hombre en su fuerza y fragilidad? ¿Por
qué fragmentar la realidad y convertir el género
ensayístico en "propiedad privada" de la literatura,
cuando su misma esencia y propósitos, dan cuenta de su
elan filosófico? Muchos ejemplos pueden ilustrar
cómo la fragmentación disciplinaria que trajo el
paradigma de la modernidad con la racionalización de la
razón y el reduccionismo epistemológico,
desvirtuaron la naturaleza de la filosofía y el discurso
que la expresa. Sencillamente, había que hacer de la
filosofía un pensamiento único, "científico"
dado en sí, por sí y para sí, sin
contaminación[15]siguiendo el modelo de las
"ciencias duras", con el único recurso de operar como
epistemología de corte positivista y "jueza" rectificadora
del lenguaje o "metodología universal" del conocimiento y
las ciencias. Su función crítico- cosmovisiva,
inmanente por antonomasia, se esfumaba como el aire en el
vacío. La crisis y el descrédito de la
filosofía hacían cátedras. El búho de
Minerva dejaba de hacer y de decir…
Por supuesto, el marxismo de Marx como filosofía
de la praxis, de la subjetividad, inaugurado a partir de las
tesis sobre Feuerbach, plantea nuevas propuestas para revertir la
crisis. Lenin, Gramsci, Sánchez Vázquez y otros,
continúan el camino, pero fuerzas extrañas al
marxismo y en nombre de él dogmatizan el legado, hasta
despojarlo de su esencia creadora y revolucionaria.
El "marxismo", o esta versión dogmatizada y
positivista de él, soslaya su sentido transdisciplinario,
cultural y complejo hasta convertirlo en un sistema objetivista y
cerrado, ausente de vocación humanista, razón
utópica y espíritu ecuménico; y su
discurso plural, integrador y cosmovisivo, en un
monólogo disciplinario determinista absoluto e impersonal.
Un discurso más preocupado por la cosa de lógica
que la lógica de la cosa, tras la caza a priorista de
principios, leyes y categorías, que debían
"aplicarse" a ultranza a la realidad. Así la
filosofía devenía "autoconciencia teórica"
de la realidad, es decir, una nueva metafísica en nombre
del marxismo, lo convertía en su antítesis, con las
nefastas consecuencias teórico- metodológica y
práctica.
Al mismo tiempo, el reduccionismo racionalista
epistemológico, convertido en único paradigma de la
modernidad, redujo la verdad a la verdad científica, con
la nefasta imposición teórica del discurso
cientificista-objetivista, fundado en un logicismo extremo y en
un sistema categorial cerrado, en forma de modelo
metodológico al cual la realidad y los hechos deben
adecuarse. Metodologismo logicista que soslaya o no tiene en
cuenta la subjetividad humana con toda su riqueza expresiva,
incluyendo el lenguaje que es reducido al lenguaje
científico, con sus respectivas categorías
centrales y operativas. Olvidan que a la misma verdad de la
ciencia, en tanto resultado humano, le es inherente el momento
cultural – transdisciplinario y toda la carga de
imaginación creadora que impregna el hombre en su
acción. No tienen en cuenta, además, la existencia
de la verdad histórica, artística, moral, etc., en
fin su carácter histórico – cultural y la necesidad
de asumirla en su real integración.
Este modo de acceso a la verdad, por su reduccionismo
epistemológico formal y la identificación del
lenguaje con el puro lenguaje científico tradicional, se
incapacita, teórica y metodológicamente para
incluir en su discurso otras formas aprehensivas de la realidad
por el hombre en la construcción de la verdad como proceso
y resultado integral del quehacer humano en correspondencia con
sus necesidades, intereses, objetivos y fines. Se margina o
desecha del proceso del saber el lugar de la imagen que suscita,
de la imaginación creadora del hombre, la metáfora
y otras formas tropológicas, cuyo sentido figurativo no le
resta valor cognoscitivo, práctico, axiológico y
comunicativo. Todo lo contrario, activa el proceso del saber y le
imprime más sentido de integralidad, y con ello, nuevas
posibilidades de aperturas para penetrar en los procesos
reales.
El fin del pensamiento complejo y su enfoque
transdisciplinario será el de religar los conocimientos
humanos fragmentados, mediante la aplicación de los siete
principios. Lo anterior en un contexto de planetarización,
en el cual se define la aventura humana como un proceso de
simbiosis gradual entre el destino de la especie y el devenir del
planeta y el Cosmos.
Desde la perspectiva del pensamiento complejo, el hombre
se convierte en un viajero del conocimiento a la búsqueda
del sentido de su existencia, éste último ligado
irremediablemente a una compresión del destino del planeta
en el que habita y el cosmos del que es
parte"[16].
Esto significa que los Siete saberes son determinaciones
concretas de la cultura, y al mismo tiempo, principios
integradores del quehacer humano, tanto en su singularidad, como
en su universalidad.
Conclusiones
La filosofía, la educación, u otra
ciencia, pensadas desde la complejidad, resultan imposibles sin
una reforma del pensamiento, que haga de ellas un verdadero
proceso de aprehensión del hombre como sujeto complejo que
piensa, siente, conoce, valora, actúa y se comunica. Y
para revelar la complejidad del hombre hay que asumirlo con
sentido cultural, es decir, en su actividad real y en la praxis
que lo integra a la cultura.
La cultura como ser esencial del hombre y medida de
ascensión humana no sólo concreta la actividad del
hombre en sus momentos cualificadores (conocimiento, praxis,
valores, comunicación), sino que da cuenta del proceso
mismo en que tiene lugar el devenir del hombre como sistema
complejo: la necesidad, los intereses, los objetivos y fines, los
medios y condiciones, en tanto mediaciones del proceso y el
resultado mismo. He ahí el por qué de la necesidad
de pensar al hombre y a la subjetividad humana con sentido
cultural, que es al mismo tiempo, pensarlo desde una perspectiva,
ecosófica, bioética, y de complejidad. Un hombre
culto, sensible, con riqueza espiritual es capaz de aprehender la
verdad, la bondad y la belleza en su expresión unitaria.
No importa la profesión que ejerza. Está en
condiciones de mirar su entorno con ojos humanos, ya sea, ante un
teorema matemático, una fórmula química, una
bella flor, una pieza musical, la salida y puesta del Sol,
contemplar la Luna y el cielo estrellado y asumir el drama del
hombre con compromiso social y ansias de humanidad.
En fin, puede crear con arreglo a la belleza, a la
bondad y a la verdad, como decía Marx, en tanto
está vinculado estrechamente con la naturaleza, y es en
sí mismo, un cosmos de aprehensiones múltiples. Su
aprehensión hermenéutica analógica e
icónica, une en la diversidad, diversifica en la unidad, y
no pierde los referentes reales, porque sencillamente como
decía Martí: "La vida humana es la mutua e
indeclinable relación entre lo subjetivo y lo objetivo. En
el hombre hay fuerza pensante, pero esta fuerza no se despierta
ni desarrolla sin cosas pensables."[17]
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Autor:
Dr. Sc. Rigoberto Pupo.
[1] Paideia. Término griego que,
aunque etimológicamente significa educación de
los niños, engloba un significado más amplio que
abarca todo proceso de educación o formación, y
se funde con las nociones de cultura o de civilización.
En sus orígenes, la educación en Grecia
tenía un cierto carácter aristocrático y
se basaba en la transmisión de conocimientos de
gramática (lectura, escritura y recitación de
poemas), música, y gimnasia, dirigidas hacia la
formación militar. Posteriormente fue
generalizándose y se dirigió hacia la
formación del ciudadano. Según el filósofo
y filólogo alemán Werner Jaeger, que en 1933
publicó un famoso libro titulado Paideia, fue este
afán educador de los griegos el que decidió la
superación de los modelos bárbaros. Según
Jaeger, la cultura, en el sentido general dado a este
término en Occidente como valor e ideal consciente de
vida comunitaria, comenzó solamente con los griegos. Y
este progreso decisivo, según él, fue debido al
papel de la paideia, que se forjó sobre una nueva
concepción del papel del individuo en el seno de la
sociedad. A partir de finales del siglo V a.C., bajo la
influencia de los sofistas y de Sócrates,
aparecerá una reelaboración intelectual del papel
de la educación en la sociedad, que culminará con
la aparición de escuelas filosóficas, como la
escuela de Isócrates, la Academia de Platón y el
Liceo de Aristóteles. En estas últimas
instituciones ya no importa solamente la formación del
ciudadano y el dominio, por parte de éste, de
técnicas retóricas, como pretendía
Isócrates, sino que la enseñanza y la
educación se realizarán en función del
ideal intelectual del conocimiento de la verdad.(Diccionario de
filosofía en CD-ROM. Copyright © 1996-99. Empresa
Editorial Herder S.A., Barcelona. Todos los derechos
reservados. ISBN 84-254-1991-3. Autores: Jordi Cortés
Morató y Antoni Martínez Riu.)
[2] Ver Ecosofía: Nueva ciencia/
htm.
[3] Ver Ecosofía. Portal de
Filosofía Nueva Acrópolis, / htm.
España.
[4] “Lovelock, juntamente con la
bióloga molecular Lynn Margulis, investigó los
procesos que se desarrollan sobre nuestro planeta, y
mostró que estos procesos corresponden más a un
organismo vivo capaz de regularse a sí mismo, que al
producto de la casualidad sobre un planeta muerto. La idea
central es "Autopoiese" (regulación propia). Esta idea
fue desarrollada por Humberto Maturana y Francisco Varela para
la explicación de modelos de organización de
sistemas vivos, y ésta representa hoy en día para
muchos científicos el criterio central de la vida. Dice
que un sistema frente al medio ambiente puede regularse a
sí mismo; así por ejemplo, puede mantener su
temperatura a un mismo nivel, a pesar de los enormes cambios
que pueda sufrir la temperatura del entorno. La tierra
también se encuentra en condiciones de mantener la
temperatura a un determinado nivel, el porcentaje de sal en las
aguas de los mares, la composición de la
atmósfera. Estos son sólo algunos indicios que
pueden ser mencionados a favor de la teoría de Gea. La
tierra, durante su evolución, ha vivido ya muchas veces
situaciones dramáticas, logrando siempre alcanzar de
nuevo un equilibrio dinámico. Evidentemente, a largo
plazo, este cambio no es problemático para Gea, pero
sí lo es para la humanidad, que está haciendo
desaparecer las condiciones para su propia vida y para la de
otros seres vivientes. La teoría de Gea pone en
movimiento un gran proceso de cambio en el pensar, porque
concibe la tierra y todos los seres vivientes que en ella se
encuentran como un gran sistema vivo u organismo, y no como
sistemas que compiten entre sí, como sustenta la vieja
ciencia darwinista y positivista. Fridjof Capra, un pionero del
"nuevo pensar", acuñó, a este respecto, la idea
de "red de vida". En su libro Red de vida- un nuevo
entendimiento del mundo viviente, ofrece una síntesis
del desarrollo que conduce a la ciencia moderna. Muchas de
estas investigaciones son la confirmación” (Ver
Ecosofía. Portal de Filosofía Nueva
Acrópolis, / htm. España).
[5] Acción combinada que resulta
más poderosa que la suma de sus efectos cuando se asumen
por separado.
[6] “El concepto del Ser
ecológico amplía el concepto
antropocéntrico del Ser a una dimensión
ecológica. Gregory Bateson, cibernético y uno de
los precursores de la nueva teoría de sistemas, y con
ello de la ecosofía, explica que las fronteras entre
Hombre y Naturaleza son de origen artificial. Define el Ser de
un individuo no sólo por su cuerpo físico, sino a
través de las informaciones que un individuo recibe de
su entorno. El Ser es ampliado a través de ello y se
conforma de Hombre y entorno. Según la conciencia,
cambian las fronteras del individuo.” (Ibídem).
Pero sin olvidar a Marx, que la conciencia es el ser
consciente, y el ser de los hombres, un producto de su vida
real y práctica.
[7] Ibídem
[8] “Así obtenemos una imagen
del espíritu, según la cual éste tiene la
misma función que un sistema cibernético, es
decir, que actúa como unidad total relevante, que
asimila la información atravesando las fases de intento
y error. Y nosotros sabemos que dentro del espíritu, en
el sentido más amplio, se encuentra una jerarquía
de subsistemas, cada uno de los cuales podríamos definir
individualmente como espíritu… Algo que yo
describo como "espíritu", lo enmarco dentro del gran
sistema ecológico, el ecosistema. O cuando desplazo los
límites del sistema a otro nivel, el espíritu de
toda la estructura evolutiva se encuentra inmanente. La ciencia
del siglo XXI tiene que dar todavía un gran paso para
concebir la idea del espíritu no como un fenómeno
humano, sino como algo que se extiende a toda la naturaleza.
Bateson aboga por la superación del pensamiento
egocéntrico y por la identificación con el medio
ambiente en el que vivimos. El relacionar el nivel intelectual
con el nivel del pensar y actuar cotidianos, no es
fácil, como Beteson observa. Requiere de un camino en el
pensar, que debe identificarse con el entorno o bien integrar
el medio ambiente en la propia conciencia. Esa conciencia es
denominada en la ecosofía como el Ser
ecológico”. ((Ver Ecosofía. Portal de
Filosofía Nueva Acrópolis, / htm. España).
b) La idea del Holon. “Esta idea introducida por Arthur
Koestler es una de las más importantes en las
discusiones científicas más recientes y es
utilizada muchas veces en relación con la
ecosofía. Joanna Macy, psicóloga americana y
pionera de la ecología profunda, escribe: Todos los
sistemas vivos, ya sean éstos orgánicos, como en
el caso de una célula, o superorgánicos como en
el caso de una sociedad, un sistema ecológico, son
holones. Esto quiere decir que poseen un tipo de Ser dual. Son
en sí mismos un todo y al mismo tiempo parte de otro
todo superior. El escritor Arthur Koestler acuñó
esta idea, tomando como base la palabra griega para "todo",
junto con el sufijo "on", el que significa "parte". ((Ver
Ecosofía. Portal de Filosofía Nueva
Acrópolis, / htm. España). Fenómenos vivos
aparecen por ello como sistemas dentro de otros sistemas, como
campos dentro de otros campos, como un juego de muñecas
rusas. Esta idea muestra que todos los niveles se encuentran
conectados entre sí y actúan en conjunto. Una
totalidad de holones que actúan en conjunto se llama
holonarquía, término muy parecido al de
jerarquía, el sentido de un orden más grande. En
todo caso este término indica que los subsistemas
particulares actúan como unidades independientes, y a
pesar de ello están ligados al orden de la
"holonarquía". Por consiguiente, cada holón
cumple en forma independiente con el orden de la
holonarquía”. (Ver Ecosofía. Portal de
Filosofía Nueva Acrópolis, / htm.
España).
[9] Este acápite se ha desarrollado
sobre la base de mi ensayo “Didáctica y
Evaluación en los procesos educativos complejos. R.
P.
[10] Los siete saberes necesarios para la
educación del futuro se resumen en: La ceguera del
conocimiento: el error y la ilusión. No se enseña
el riesgo del error y la ilusión. Los principios del
conocimiento pertinente: separación de las disciplinas,
del objeto y el sujeto, lo natural y social, separación
del contexto, etc. Enseñar la condición humana.
El significado de ser humano. No todas las ciencias
enseñan la condición humana. Enseñar la
calidad poética de la vida, desarrollar la sensibilidad.
Necesidad de una convergencia de la condición humana.
Enseñar la identidad terrenal. Conciencia de que se es
ciudadano de la Tierra. Se comparte un destino común y
se confrontan problemas vitales. Identidad terrenal, paz,
globalización… Enseñar a afrontar las
incertidumbres. Las ciencias enseñan muchas certezas,
pero no los innumerables campos de incertidumbres.
Enseñar la comprensión. Enseñar a
establecer un diálogo entre las culturas. Enseñar
y explicar cómo integrarnos al otro. Tolerancia.
Empatía hacia el otro. Enseñar la ética
del género humano. Una ética basada en valores
universales. La humanidad debe convertirse en verdadera
humanidad y encontrar su realización en ella.
[11] Por supuesto, es un ejemplo ilustrativo,
que no significa en modo alguno que sólo esta vía
logre la transdisciplinariedad. La relación hombre
– mundo es muy rica en mediaciones y existen otros
caminos que no tienen que repetir el seguido u orientado por
Edgar Morin.
[12] Ibídem
[13] Edgar Morin. Repensar la reforma,
reformar el pensamiento. Entrevista realizada por Rafael
Miralles Lucena, profesor y periodista. Universidad de
Valencia. Material entregado. Multiversidad…
[14] (Charles François.
Transdisciplinariedad, cibernética y sistémica
para comprender la complejidad. Reunión Regional de ALAS
(Buenos Aires, YMCA, Agosto 7-8-9).
[15] La filosofía en la posmodernidad,
y contra lo que pueda querer el profesionalismo
filosófico- académico (…) no puede ser
sino un pensamiento contaminado, contaminado por las ciencias
naturales, la tecnología, el arte, la crítica de
arte, las ciencias sociales, los medios de comunicación,
la publicidad, la experiencia en la gran ciudad, el consumismo
propio de ella, el ecologismo y el feminismo como nuevos
espacios de reflexión. No para lograr la unidad del
sistema, sino la de un pensar cuya lógica sea la de la
dispersión y diversidad (…), un pensamiento
(…) de la mediación total de nuestra experiencia
por los medios informáticos (…) Lo que sí
puede hacer es no “disciplinar” (…) (Marta
López Gil. Obsesiones filosóficas de fin de
siglo. Editorial Biblos, Argentina, 1993, p. 81.
[16] Abelardo Mancinas, Joaquín
Enríquez Flores. Elementos para la
transdisciplinariedad. Material de Multiversidad…
[17] Martí, J. Obras Completas. Tomo
21. Editorial nacional de Cuba, La Habana, 1965.