Luis Carlos Martín Jiménez, El artista como hechicero contemporáneo (original) (raw)
Escuela de Filosofía de Oviedo
El artista como hechicero contemporáneo
6 de marzo de 2023
«A mí me daría vergüenza ajena decir: “yo estudio bellas artes…” ¿eso qué es…? La idea de las artes liberales, las bellas artes, es una idea completamente confusa, ridícula, que es una metamorfosis de esta distinción de artes divinas y artes humanas.» (Gustavo Bueno, La querella de las artes y las ciencias, lección 4, lunes 23 noviembre de 2015, min 1:23:18.)
Con estas palabras termina Gustavo Bueno la cuarta y última lección que impartió en la Escuela de Filosofía de Oviedo. Sin embargo, antes que tenerlas en cuenta, a la hora de desarrollar una doctrina “en forma” sobre semejantes cuestiones, han sido relegadas al olvido por sus mismos discípulos. Se hace imprescindible enfrentarse a la confusión constitutiva y al ridículo en que consiste la idea de artes liberales, bellas artes y la distinción desde la que se levantan, las artes divinas.
Cabe preguntarse, ¿por qué una idea que produce “vergüenza ajena” se ha originado y se ha mantenido a través de sucesivas metamorfosis a lo largo de toda la tradición occidental, arrastrando semejante confusión y ridiculez? ¿a qué se debe el éxito que lleva a utilizar una idea que suponen conocer críticos de arte, catedráticos de estética, historiadores del arte, expositores, curadores, y, sobre todo, los que se entienden a sí mismos como “artistas” sin avergonzarse de ello?: antes al contrario, sus discursos conducen a muchedumbres ingentes al convencimiento de que alguien sabe qué significa y a qué se refiere quien utiliza estos términos.
Si Gustavo Bueno denomina a la idea de “arte” en su más sublime expresión como “ridícula”, una idea “grotesca” o “irrisoria”, no es porque desconozca la reacción que vaya a provocar en todos aquellos que creen en la excelencia que se defiende en cada uno de los millares de libros que se producen y se compran devotamente cada año, una defensa que se ejerce desde una tradición milenaria por la cual otros muchos han transitado según se han ido trasformando sus diversas advocaciones.
¿Es necesario sumarse a la corriente de quienes producen vergüenza vicaria a Gustavo Bueno, o por el contrario debemos enfrentarnos a todos aquellos que utilizan semejante idea sin sentir el más mínimo sonrojo, pudor o rechazo al utilizarla? ¿qué certezas y qué fundamentos tendrá el Materialismo Filosófico para que sea suficiente su sólo uso para avergonzarnos de ello? Responder a estas preguntas requiere atacar el mismo desarrollo histórico que desde su nacimiento arrastra la idea de “bellas artes” y la de “artista”.
El Materialismo Filosófico tiene la ingente tarea de criticar y destruir ideas que en la actualidad reciben los más excelsos parabienes: felicidad, democracia, cultura, Dios, izquierda, &c., cuando en realidad merecen los peores. Ésta es la “paradoja” que nos ocupa: ¿cómo puede pasar por una de las más sublimes y divinas ideas, la que en nuestra escuela da risa y vergüenza ajena?
Luis Carlos Martín Jiménez (1967). Filósofo español, investigador asociado de la Fundación Gustavo Bueno, ha ofrecido en la Escuela de Filosofía de Oviedo estas lecciones: “La filosofía de los valores” (20/ene/14), “Filosofía de la técnica” (6,7/abr/15), “Filosofía de la moneda” (6/mar/17), “La implantación política de la filosofía alemana” (11/dic/17), “El patronazgo de Espinosa” (28/ene/19), “La subjetividad” (16/nov/20), “La esencia del Derecho. Filosofia materialista de las categorias jurídicas” (1/feb/21) y “Contra lo divino” (20/dic/21).