José María de Estrada, El hombre: su naturaleza e historicidad (original) (raw)
El hombre: su naturaleza e historicidad
Actas del Primer Congreso Nacional de Filosofía (Mendoza 1949), Universidad Nacional de Cuyo, Buenos Aires 1950, tomo II, págs. 714-722.
(Sesiones particulares: I. Metafísica.)
Se ha dicho, y suele repetirse a menudo, que el hombre no posee naturaleza sino historicidad. Esto es importante y encierra no poco de verdad, pero sólo en la medida que con ello se pone de manifiesto la nota de temporalidad que califica la vida humana, no en cuanto implica desconocer que el hombre posee una naturaleza determinada y propia.
Pues, en efecto, si algo realmente positivo nos ofrece el enfoque historicista es, sin duda, el haber puesto en claro la irrealidad del esquema racionalista acerca del hombre, esquema que resulta de la hipertrofia de una verdad –la de que el hombre posee naturaleza– y que hace del hombre un ente fijo, sobre cuya periferia resbalan el tiempo y el espacio, y cuyas notas permanecen siempre invariables. El hombre, sin embargo, posee una naturaleza –aquella que se designa precisamente con la palabra "hombre"– naturaleza que consiste no en puro cambio y temporalidad, ya que cambio y temporalidad suponen algo que cambia y algo que pasa, sino en una naturaleza a la que el cambio y la temporalidad le pertenecen como una nota esencial, como un ingrediente fundamental. Ha dicho alguna vez con acierto César E. Pico, usando la terminología tradicional, que la historicidad referida al hombre, es un propio de la naturaleza de éste.
Es decir, la temporalidad, el desenvolverse en el tiempo y en el espacio, con todo lo que ello implica de mutación, de enriquecimiento o aun de empobrecimiento, de adquisición de experiencia, de modificación en la manera de encarar la realidad, &c., &c., es algo que surge de la naturaleza misma del hombre, es inherente a su mismo vivir.
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