Ludwig Klages, Verdad y realidad (original) (raw)
Verdad y realidad
Wahrheit und Wirklichkeit
Actas del Primer Congreso Nacional de Filosofía (Mendoza 1949), Universidad Nacional de Cuyo, Buenos Aires 1950, tomo II, págs. 805-824.
(Sesiones particulares: I. Metafísica.)
Señoras y señores: La somera exposición del dificultoso problema acerca de Verdad y realidad, dentro del limitado marco que permite una conferencia, tendrá un carácter crítico predominante; por ello me parece oportuno afirmar, desde ya, que estoy lejos de subestimar las adquisiciones extraordinarias del pensar occidental en general y de la filosofía en particular. Por el contrario, si he llegado a resultados que, en algunos puntos decisivos, se apartan de opiniones corrientes, la mayoría de las cuales hoy están en boga, reconozco que no habría podido llegar a ellos sin la obra de los espíritus esclarecidos del pasado, de modo que no dejaré de mencionar por lo menos a algunos de ellos.
No puede negarse que los progresos de la filosofía desde Tales de Mileto, por importantes que sean, son incomparablemente menores que los de la física, por ejemplo, desde Galileo. Esto se debe ciertamente a muchas razones. Una, de particular alcance, consiste, según creo, en un error inicial que se reitera ya en las concepciones primitivas de los griegos, los fundadores exclusivos, para no decir inventores, de la filosofía, y que, desde Platón, llega a revestir una influencia cada vez mayor: se trata de la confusión entre verdad y realidad. Este error se ha visto fomentado por una peculiaridad de la lengua griega, donde la misma palabra άλήθεια significa tanto verdad como realidad. Esto ocurre también en otros idiomas. El romano podía utilizar los términos veritas y verus ora para la verdad y lo verdadero, ora para la realidad y lo real, pero prefirió para la realidad el giro res verae. El francés permite distinguir claramente vérité (verdad), de réalité (realidad). Más aún, en alemán la palabra wahr, de viejo parentesco con verus, tiene varias significaciones, pero no permite, ni en la terminología corriente, la confusión con wirklich (real). ¿Cómo pudo ocurrir entonces que pese a ello, y precisamente en la filosofía alemana, haya podido perpetuarse aquella confusión?
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