Antonio Millán Puelles, Para una interpretación del ente de Parménides (original) (raw)
Para una interpretación del ente de Parménides
Actas del Primer Congreso Nacional de Filosofía (Mendoza 1949), Universidad Nacional de Cuyo, Buenos Aires 1950, tomo II, págs. 830-832.
(Sesiones particulares: I. Metafísica.)
Las consideraciones que de una manera sumaria encuadran aquí una concepción de la idea parmenídica del ente se hallan regidas por dos motivos fundamentales: 1º) la presunción de que la doctrina de Parménides no constituye, en verdad, un estudio del ser; 2º) la pretensión de abordar aquella idea desde la perspectiva de una rigurosa ontología.
Naturalmente, no se trata de poner en cuestión si esa doctrina constituye un sistema ontológico acabado. Es indudable que no hay tal cosa en Parménides. Y hasta podría asentirse a esta otra proposición más radical: Parménides habría bloqueado al ser en sí mismo, de tal suerte, que haría imposible concluir su estudio, porque la indagación del último principio del ser estaría ahogada por la propia excelencia y exclusividad de su concepto del ente. Para todo ello, no obstante, precisaría que comenzásemos por reconocerle un estricto carácter ontológico. Ahora bien, justamente es ahí donde la inmoderada prisa de los historiadores de la filosofía, harto preocupados por encontrar preanuncios y anticipos, ha introducido la confusión. Porque, en efecto, acaso la situación quedase perfectamente clara, si se ensayase pensar que Parménides no ha descubierto de veras el ente ontológico.
Urge advertir ante todo que el όν-πλέον de Parménides no es el que se obtiene en el grado tercero de la abstracción formal. Lo que se llama abstracción metafísica prescinde por completo de toda materia sensible e inteligible, en tanto que el ente de Parménides es una esfera perfectamente redondeada y equilibrada en todas sus partes; es un ser, cuando menos, dotado de materia inteligible. No es obligado, sin embargo, extremar la benevolencia. Ese ser tiene grueso, es lo lleno. Precisamente por ello atacará Melisso a su maestro. ¿Cuál es, pues, el sentido de ese όν?
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