Adolfo Muñoz Alonso, Filosofía de la poesía (original) (raw)
Filosofía de la poesía
Actas del Primer Congreso Nacional de Filosofía (Mendoza 1949), Universidad Nacional de Cuyo, Buenos Aires 1950, tomo III, págs. 1524-1531.
(Sesiones: VII. Estética.)
Poesía es la palabra. Fundación por la palabra y en la palabra, dice Heidegger. La palabra que, emitida, vuela y, cubriéndose de aire y de lumbre, se encubre a quien la lanza, en grato recuerdo horaciano. Poesía es la palabra, en la que descansa lo eterno para permanecer, en la que huye lo caduco para seguir siendo caduco, que es su oportuna eternidad, y en la que ensaya el hombre la fidelidad con el hombre y con las cosas que, sin ser humanas, del hombre participan por el lenguaje.
Fray Luis de León lo entiende así: «Poesía no es sino una comunicación del aliento celestial y divino». «No es sino...»; todo lo que por poesía nos tienta el mundo de los versos hay que abandonarlo. No es tampoco eso y algo más. Fray Luis ha repasado y reposado en las cosas y en su meditación. Él mismo estima que sus poesías se le han caído como de entre las manos. Y, sin embargo, poesía no es sino una comunicación del aliento celestial y divino. Comunicación; en su virtud se adquiere lo que el donante ofrece. Y la comunicación será tan honda o tan vacía como lo exija la gracia de lo que se comunica, la perfección del que otorga y la naturaleza del que la recibe. Comunicación del aliento celestial. La poesía, pues, participa, por comunicación, del aliento. Lo más íntimo, lo más cálido, lo más entrañable. El aliento nuestro es con el que vivimos la vida del amor, de las ansias, del silencio ruidoso de la vida. Pensad ¡qué será el aliento celestial y divino! De mí sé deciros que me anonada y sobrecoge pensar en la honda repercusión de este vocablo en Dios: su aliento. Porque mucho es su palabra creadora y reveladora, salvadora y vivificante; pero más, divinamente más hermoso y gozoso, es lo que aliento de Dios puede significar.
Facsímil del original impreso de esta parte en formato pdf