María Mercedes Bergadá, El aporte de Francisco Suárez a la filosofía moderna (original) (raw)
El aporte de Francisco Suárez a la filosofía moderna
Actas del Primer Congreso Nacional de Filosofía (Mendoza 1949), Universidad Nacional de Cuyo, Buenos Aires 1950, tomo III, págs. 1921-1926.
(Sesiones: XII. Historia de la filosofía.)
Por una extraña falta de conocimiento directo de su obra metafísica, los que hoy hacen historia de la filosofía, salvo contadas excepciones, no dan a Francisco Suárez el lugar que le corresponde —por su aporte positivo, por su papel de innovador, por su influencia— en el desarrollo del pensamiento filosófico moderno. Muy otra fue la apreciación de sus contemporáneos y de los pensadores de los dos siglos siguientes. Leibniz se graduó en Leipzig presentando una tesis Sobre el principio de individuación, inspirada totalmente en Suárez; Descartes, Schopenhauer, Spinoza, Wolff, Vico, Berkeley, Hume se refieren muchas veces a sus lecturas de las Disputationes Metaphysicee, que dejan huellas en sus respectivos sistemas. Y, lo que es más significativo aún, el español Suárez, católico y jesuíta —y no por cierto sospechoso de heterodoxia, sino llamado doctor eximio por el Sumo Pontífice— imperó entonces como único maestro de metafísica en las aulas de la Reforma luterana, desplazando al mismo Melanchton, porque no tenían ellas ningún autor propio que se le pudiese comparar; y así a las alabanzas de los Pontífices de Roma unen sus voces los protestantes Weltheim y Heerboord, a punto tal que este último, profesor en Leyden, no vacila en llamarle metaphysicorum omnium, papa atque princeps. ¿No dice nada el hecho de que, entre 1597 y 1636, las Disputationes Metaphysicae, a pesar de su ingente mole capaz de detener al editor más valiente, alcanzan la cifra «record» de diecisiete ediciones en toda Europa, católica y protestante, desde Venecia y Salamanca hasta París, Ginebra, Maguncia, Colonia...?
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