Uldarico Urrutia, Contribución al esclarecimiento de la genuina sentencia de Platón sobre las ideas (original) (raw)
Contribución al esclarecimiento de la genuina sentencia de Platón sobre las ideas
Actas del Primer Congreso Nacional de Filosofía (Mendoza 1949), Universidad Nacional de Cuyo, Buenos Aires 1950, tomo III, págs. 2061-2064.
(Sesiones: XII. Historia de la filosofía.)
Se ha dicho con razón que así como Parménides fue el descubridor del ser, Platón fué el descubridor de la idea.
Toda la filosofía posterior a él (y es casi toda la historia de la filosofía), ha tenido que preocuparse de su enseñanza sobre las ideas.
El platonismo no ha muerto; él señala una corriente filosófica que como un río de luz, brotando del jardín de Academo, se continúa a lo largo de los siglos.
Porque esta cuestión viene a identificarse con la celebérrima de los universales; pasará al occidente en la Isagoge de Porfirio, traducida del griego por Severino Boecio (a cuya excelsa figura no se ha dado, a mi juicio, todo el relieve que exigen sus méritos para con la filosofía); ella será la tea que arrojada por la traducción de Boecio a los campos de la Edad Media, levantará el incendio que reanimó los estudios filosóficos, marchitos bajo los cascos del caballo de Atila; ella despertará el original ingenio de Escoto Eriúgena en el siglo IX; acuciará la poderosa inteligencia de San Anselmo en el siglo XI; ofrecerá magnífica materia a la brillante victoria de Abelardo contra Guillermo de Champeaux en el siglo XII; y culminará en el siglo XIII con la síntesis filosófica de Tomás de Aquino, en la que se desbarata el nominalismo de Roscelino, para quien los términos universales eran sólo un flatus vocis.
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