Manuel Gonzalo Casas 1911-1981 (original) (raw)
Profesor de filosofía católico neotomista argentino, nacido en Arroyito (Córdoba) el 14 de abril de 1911 y fallecido en Córdoba (Argentina) el 7 de noviembre de 1981. Estudió en el Instituto de la Inmaculada Concepción, en Santa Fe, donde se graduó. Luego residió en San Francisco (Córdoba). Al comenzar el lunes 3 de marzo de 1948 sus actividades el Gymnasium Universitario, organizado por Raúl A. Piérola, director del Instituto de Pedagogía de la Universidad Nacional de Tucumán, institución de la que dependía el nuevo colegio, Manuel Gonzalo Casas se trasladó a Tucumán, ciudad donde se asentó, contratado como profesor de Religión (el profesor de filosofía lo era José Raúl Mansilla). Entre 1949 y 1952 trabajó también en la Escuela Sarmiento, de la que fue director. Fue miembro relator argentino del Primer Congreso Nacional de Filosofía (Mendoza, 30 de marzo al 9 de abril de 1949), donde en la sesión I, Metafísica, defendió el trabajo «Problemas y precisiones del pensar teológico» (Actas, tomo II, págs. 703-713). Desde la Comisión Provincial de Bellas Artes impulsó y dirigió la revista Norte (Tucumán 1951-1955), junto con Manuel García Soriano y Miguel Herrera Figueroa, revista en línea con el peronismo. Fue profesor del Instituto Miguel Lillo, y de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Tucumán. Participó en la puesta en marcha de los «Cursos de Filosofía tomista», germen de la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (fundada en San Miguel de Tucumán en 1965). En 1960 su libro Introducción a la Filosofía (Universidad Nacional, Tucumán 1954, 356 págs) fue incorporado a la colección Biblioteca hispánica de filosofía, dirigida por Ángel González Álvarez en la madrileña editorial Gredos, logrando una amplia difusión en el entorno católico español (4ª edición, Madrid 1970, 414 págs.). En 1962, invitado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España, ofreció conferencias en Madrid y Barcelona. En 1963 la editorial Troquel publicó un volumen en homenaje suyo, coordinado por Guillermo Orce Remis, en el que colaboraron entre otros Alberto Caturelli, Michele Federico Sciacca, Octavio Nicolás Derisi, Diego F. Pró, Mario Petit de Murat y sus amigos españoles Manuel Mindán Manero y Carlos París Amador. Formó parte (junto con Alberto Caturelli y Emilio Sosa López) de la Comisión ejecutiva del II Congreso Nacional de Filosofía (Córdoba, Argentina, junio de 1971). Dirigió la Biblioteca de Filosofía de la editorial Troquel.
★ Manuel Gonzalo Casas entrevistado en 1962 por Manuel del Arco
Aprovechando su paso por Barcelona, invitado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, el periodista y caricaturista Manuel del Arco (1909-1971) entrevistó a Manuel Gonzalo Casas en su popular sección «Mano a mano», que publicaba en el periódico La Vanguardia Española:
«Manuel Gonzalo Casas, catedrático de Filosofía en Tucumán y en Mendoza, ha venido a pronunciar conferencias, invitado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
—De filósofos y locos, todos tenemos un poco. ¿Usted es profesor de filosofía o filósofo?
—Personalmente, creo que no hay opción; por lo menos nuestra aspiración es ser filósofo. El profesorado, aunque no el magisterio, es siempre un poco accidental.
—¿Usted vive de la filosofía de los demás?
—Vivo desde y para la filosofía, que no puede ser otra que la mía. No hay filosofía de los demás, si no es nuestra propia filosofía.
—El que no está con usted, ¿no existe filosóficamente?
—Toda filosofía auténticamente vivida es la participación en un «logos» común, en el que yo me realizo, me encuentro y me encuentro con los otros realizando la filosofía.
—Usted se ha encontrado conmigo. ¿Filosofamos ahora?
—El diálogo es eso: un «diálogos», una inteligencia entre dos, que va y viene entre el yo al tú.
—¿Y por qué no del tú al yo?
—Lo mismo; porque el tú es el nombre del yo, cuando otro lo pronuncia.
—¿Sin diálogo no hay filosofía?
—No; por eso el maestro de la filosofía es Sócrates.
—¿Y cuando el filósofo se queda solo, porque no hay quien lo entienda?
—Primero: nunca se queda solo, porque dentro suyo también hay «otro». El otro interior es el «logos» del que hablamos, común a todos. Segundo: si nadie entiende al filósofo, no hay tal filósofo.
—Entonces, todo el mundo es filósofo y no presumimos de ello.
—Por cierto. Hay que distinguir entre la filosofía y filosofar; la primera es una disciplina estructurada en el tiempo; lo segundo, por el cual todos somos filósofos, es el pensar; fundamental, por el que el hombre es hombre. Por eso el diálogo es la vida de la filosofía, porque es la vida del pensar. Otra vez Sócrates: «El diálogo engendra los bellos discursos de la verdad».
—¿Podría Sócrates filosofar hoy?
—Filosofar en Atenas le costó la vida; pero dijo que no cambiaría el diálogo de la filosofía, no por una, por cien vidas que le dieran los atenienses.
—¿El filósofo parte de que es inteligente?
—Inteligencia quiere decir leer dentro; el hombre, por debajo de los estímulos sensibles, lee la inteligibilidad.
—¿Y cuando la niega, como Sartre?
—Aristóteles decía que quienes niegan la inteligibilidad y pretenden filosofar sin embargo, se contradicen. Lo lógico sería que se callaran, como los árboles; porque hablar es pensar y pensar implica la inteligibilidad y la inteligencia. Pero siempre hubo sofistas.
—¿Y la discusión es filosofar?
—Hay que distinguir; cuando está movida por el ansia de la verdad, sí; pero cuando usamos la palabra, no para revelar y buscar la verdad, sino para velarla, entonces es sofística.
—Bien, ¿y usted cree que hemos sacado algo en limpio de este diálogo o hemos perdido el tiempo filosofando?
—El tiempo nunca se pierde en el diálogo; se acumula y nosotros mismos somos tiempo acumulado. Por eso somos: pasado, en el recuerdo; presente, en la atención, y futuro, en la esperanza. Todo queda; este rato, que usted dice perdido, también.
—No lo olvide; que yo me acordaré toda mi vida…» (La Vanguardia Española, Barcelona, sábado 3 de febrero de 1962, pág. 23.)
★ Algunas menciones sobre Manuel Gonzalo Casas
«Tucumán, Atenas mediterránea. Tucumán era a la sazón, una Atenas pequeña pero importantísima en este rincón de América. Habían llegado huyendo del Nazismo y del Fascismo figuras internacionales de gran relieve, no solamente en las Ciencias, también en las artes, la literatura; las disciplinas filosóficas, las ciencias de la cultura, de la naturaleza y las técnicas. Entre sus hombres debo mencionar al gran historiador Claudio Sánchez Albornoz; a María Rosa Lida, la gran filóloga, que más tarde fue a Harvard, EE.UU.; a Renato Treves, antecesor de la cátedra de Filosofía del Derecho que luego, a su regreso de Europa, fue a manos de nuestro distinguido colega.
También Werner Goldschmidt que arribaba a enseñar Derecho Internacional Privado desde Madrid y con quien cursé mi última asignatura de la carrera, en Diciembre de 1950.Todos ellos junto a una pléyade de académicos y artistas nacionales y extranjeros, algunos de los nuestros como Lorenzo Domínguez, el escultor; Lino Spilinbergo, el gran dibujante y pintor; Lajos Szalá y grandes músicos como Walter Donhai, que acabo de leer ayer, continúa dirigiendo la Orquesta Filarmónica de Bruselas y filósofos como Manuel García Morente, Rodolfo Mondolfo, Diego Pró, Risieri Frondizi, Manuel Gonzalo Casas y literatos como Aníbal Sánchez Reulet y Alfredo Roggiano.
En la facultad de Derecho, no puedo dejar de mencionar a los doctores Miguel Figueroa Román; a Jorge Antoni, a Miguel Araoz y a mis compañeros de facultad, entre ellos a Julio César Castiglione, a Raúl Mender, a Roberto Imbert, a Lucio Eduardo Vallejos, a Irma Madkur, y muchos otros.
En ese escenario comienza a construirse, la primera ciudad Universitaria de América Latina en Horcó Molle, en las faldas bellísimas del Aconquija. Debo agregar que más tarde, en el año 1955, la construcción de esta revolucionaria ciudad, en la que participaron grandes arquitectos argentinos, entre ellos Horacio Sacriste, fue abandonada por habérsele llamado ciudad universitaria “Eva Perón”. Fue ese un golpe casi mortal a la educación universitaria argentina. Los grandes maestros que vinieron, se fueron también a escenarios académicos más propicios, a países de América, o a sus patrias originarias.» (Amelia Tosto Valenzuela, María Teresa Fernández Lagos, María del Valle Romanelli, ¿Conoce a Herrera Figueroa?, Editorial Praxis Universitaria, Buenos Aires 1997, págs. 61-62.)
«Casares y Derisi han contribuido a perfilar el rumbo de los tomistas argentinos desde la ciudad de Buenos Aires. Pero también deben mencionarse otros filósofos que influyeron en otras ciudades del país. En la “Crónica” de las Jornadas Tomistas celebradas en octubre de 1951 en Buenos Aires, se destaca que la irradiación del método y del saber de Santo Tomás alcanza, no sólo a los centros católicos, sino también a las universidades de Buenos Aires, La Plata, Córdoba, Tucumán, el Litoral y Cuyo. En efecto, durante el siglo XX se fueron creando Facultades de Filosofía y en ellas se desempeñaron algunos tomistas, de los cuales muy pocos escribieron sobre cuestiones metafísicas. Entre ellos se puede mencionar a Juan Ramón Sepich, Alberto García Vieyra y Manuel Gonzalo Casas. Pero el trabajo más destacado fue el de Ángel González Álvarez en la ciudad de Mendoza.» (Carlos Gayo Berlanga, Vida y pensamiento de Raúl Echauri. Un filósofo tomista argentino del siglo XX, Tesis de doctorado, Facultad Eclesiástica de Filosofía, Universidad de Navarra, Pamplona 2003, págs. 43-44.)
«En efecto, el gobierno peronista se había caracterizado por un fuerte control estatal sobre los nombramientos de los cargos universitarios que imposibilitaba la inserción de figuras contrarias a su doctrina. En ese clima, un significativo número de docentes pertenecientes al movimiento neoescolástico tuvieron su lugar en estas instituciones, y algunas debieron abandonarlo tras el golpe de 1955. Diversos estudios muestran ejemplos de esta índole respecto de la Universidad de Buenos Aires (Rossi, 2001), la Universidad de La Plata (Dagfal, 1998) o la Universidad de Cuyo (Piñeda, 2003a). Asimismo, la Universidad de Tucumán mostraba similar proceso durante la gestión de Diego Pró (1948-1955), quien fue Director del Instituto de Filosofía y Decano de la Facultad de Filosofía, organismo que desde 1953 editó la Revista Humanitas, también dirigida por Pró, cuyo Secretario era el neoescolástico Manuel Gonzalo Casas. Del análisis de contenido de esta prestigiosa revista se puede apreciar al menos en los años fundacionales, gran afinidad hacia un humanismo cristiano, que quedaba evidenciado en los temas, autores referenciados y colaboradores de la misma, con abundantes contribuciones de Gemelli, Jolivet, Petit de Murat, Sepich, Casas, o Aybar donde no faltaban comentarios a la psicología de Aristóteles o de Santo Tomás (Piñeda, 2004e).» (María Andrea Piñeda, «El impacto de la psicología neoescolástica experimental en Argentina, a través de libros de psicología de circulación en el país, 1935-1965», Memorándum, nº 8, abril 2005, págs. 88-105.)
«Donarán la biblioteca de Manuel Gonzalo Casas. Hoy a las 20 en la Unsta, 9 de julio 165, los herederos de Manuel Gonzalo Casas donarán a la universidad la biblioteca del profesor. Consta de 2.200 volúmenes referidos a filosofía, teología y espiritualismo cristiano, escritos en español, francés, italiano, alemán, portugués, latín, griego, hebreo, japonés y chino.» (La Gaceta, Tucumán, viernes 14 de noviembre de 2008.)
«Importante donación. En memoria de Gonzalo Casas. Se trata de unos 2.220 volúmenes; 57 de ellos bilingües; más de 100 en francés; 90 en italiano; 32 en alemán (sobre autores como Karl Jaspers, Martin Heidegger o Martin Buber); 25 en portugués; más de 20 en latín (sobre todo de Santo Tomás de Aquino); cuatro en griego; 18 en inglés y dos en hebreo. Esas obras integran la donación que los herederos del filósofo Manuel Gonzalo Casas efectuaron a la Universidad Santo Tomás de Aquino (Unsta), de la que el pensador oriundo de Córdoba fue uno de sus fundadores. El acto se concretó el viernes en la biblioteca de Integración del Saber de la Unsta, donde se descubrió una placa en memoria de Casas. Asistieron el rector de la Unsta, Juan Carlos Veiga, los hijos del filósofo (José Alfredo, Leonor Elisa y el magistrado federal Gabriel Casas), además de los docentes Adalberto Villeco y Nellibe Bordón, entre otros.» (La Gaceta, Tucumán, martes 18 de noviembre de 2008.)
★ Bibliografía de Manuel Gonzalo Casas
1942 «Tres irrupciones metafísicas en el pensamiento de Ángel Vassallo», en Biblioteca Ministro de Justicia e Instrucción Pública Jorge E. Coll (San Francisco, Córdoba, Argentina), nº 1, abril 1942.
1948 Santo Tomás y la filosofía existencial, con otros ensayos, Libros Meteoro, San Francisco 1948, 186 págs.
1949 «Problemas y precisiones del pensar teológico», Actas del Primer Congreso Nacional de Filosofía (Mendoza 1949), Universidad Nacional de Cuyo, Buenos Aires 1950, tomo II, págs. 703-713. http://www.filosofia.org/aut/003/m49a0703.htm
1954 Introducción a la Filosofía, Universidad Nacional, Tucumán 1954, 356 págs. Editorial Gredos (Biblioteca hispánica de filosofía, 27), Madrid 1960, 414 págs.; 2ª ed., 1963, 398 págs.; 3ª ed., 1967, 410 págs.; 4ª ed., 1970, 414 págs.
1954 «Dios y el alma en la filosofía de San Agustín», Humanitas (Tucumán), 2, 1954, págs. 151-163.
1957 «Coriolano Alberini y la filosofía argentina», Humanitas (Tucumán), III, 8, 1957, págs. 131-149.
1959 «Bergson y el sentido de su influencia en América», Humanitas (Tucumán), VII, 12, 1959, págs. 95-108.
1962 Sciacca, Columba (Hombres inquietos, 4), Buenos Aires 1962, 84 págs.
1964 Universidad, filosofía y docencia, 1964, 84 págs.
1971 Prólogo a Arturo García Astrada, Tiempo y eternidad, Gredos (Biblioteca hispánica de filosofía, 68), Madrid 1971, 120 págs.
1979 Introducción al pensamiento real, Hypatia, Buenos Aires 1979, 114 págs.
1984 El ser de América, Editorial del Sur, Tucumán 1984, 103 págs. Nueva edición con prólogo de Nerva Bordas de Rojas Paz, Fundación Universitaria de Estudios Avanzados, Secretaría de Cultura de la Nación, Buenos Aires 1994, 103 págs. Recopila de forma póstuma los siguientes artículos: «Notas sobre filosofía americana» (1957), «Bergson y el sentido de su influencia en América» (1959), «La filosofía actual en América» (1961), «El ser de América» (1963).
1996 Reedición de un texto suyo en Francisco García Bazán (prólogo y compilación), Tres estudios sobre la filosofía de Herrera Figueroa, Almagesto, Buenos Aires 1996, 135 págs. Se trata de tres textos de Diego F. Pró, Manuel Gonzalo Casas y Alberto Caturelli.
★ Bibliografía sobre Manuel Gonzalo Casas
1963 Guillermo Orce Remis & al., Ensayos filosóficos, homenaje al profesor Manuel Gonzalo Casas (1910-1961), Troquel (Colección Diálogos del Presente), Buenos Aires 1963, 165 págs. Retrato al carbón de Manuel Gonzalo Casas en el frontis, por Alba Ponie. 9-26: Alberto Caturelli, «Itinerario de Manuel Gonzalo Casas». 27-36: Michele Federico Sciacca, «La libertad interior y la problemática del acto libre». 37-46: Manuel Mindán, «La verdad en el ser». 47-62: Octavio Nicolás Derisi, «Trascendencia o trascendentalidad». 63-72: Carlos París, «Sobre la inteligibilidad de la naturaleza como forma y como regularidad». 73-78: Diego F. Pró, «Existencia y existenciariedad en Heidegger». 79-94: Mario Petit de Murat, «El último progreso de los tiempos modernos, la palabra violada». 95-98: Arturo García Astrada, «Posibilidad de la metafísica». 99-106: Oscar Humberto Travaglino, «Inteligencia e ideología como dos modos del ser de la vocación intelectual». 107-126: Miguel Herrera Figueroa, «La economía y lo jurídico social». 127-136: Marta Santos Medina de Santos, «Participación y libertad en la filosofía de Lavelle». 137-165: Mary Yoshida, «La obra de Manuel Gonzalo Casas».
★ Textos de Manuel Gonzalo Casas en Filosofía en español
1949 «Problemas y precisiones del pensar teológico», Actas del Primer Congreso Nacional de Filosofía (Mendoza 1949), Universidad Nacional de Cuyo, Buenos Aires 1950, tomo II, págs. 703-713. http://www.filosofia.org/aut/003/m49a0703.htm