Diamérico en el Diccionario de filosofía contemporánea (original) (raw)

Vocablo acuñado por G. Bueno, a partir de los términos griegos διά (entre, a través de) y μέρος (parte) para designar un plano de relaciones en cuanto contradistinto de otro (metamérico) al que dialécticamente se opone. El plano diamérico exige que para cualquier término u objeto eventualmente se privilegie (por ejemplo el objeto A₁) debe ser posible determinar un conjunto de objetos A₂, A₃, A4, ..., An homogéneos y pertenecientes a la misma clase, de forma que A₁ se relacione con ellos al modo como una parte lo hace con otras partes pertenecientes al mismo todo. Por ello, las relaciones diaméricas sólo pueden establecerse entre objetos que han sido despiezados a la misma escala formal o material a partir de un todo de referencia.

En cambio, es metamérico todo sistema de relaciones en donde nunca los términos se consideran en calidad de partes, sino como totalidades tales como A, que se ponen en conexión con otras realidades, pertenecientes a esferas distintas y que son tomadas, también, de un modo global, enterizo. Ahora A se relacionará con B o C o D.

Valgan los siguientes ejemplos para ilustrar la distinción establecida:

a) Cuando la conciencia filosófica se interpreta, por ejemplo, como producto de la sublimación de la libido, esta explicación se desarrolla en un contexto metamérico, puesto que la libido, ella misma, no es una forma de conciencia, ya que se la supone, precisamente, inconsciente. Pero cuando la conciencia filosófica se explica, en cambio, en conexión con otras formas de conciencia (la conciencia política, la conciencia religiosa, &c.) la explicación se mantiene, por el contrario, en un plano diamérico{1} (progressus).

b) En economía política la explicación que de la renta de la tierra da Malthus se despliega en un contexto metamérico, porque dicha renta se hace depender de la fertilidad natural de los terrenos, apelándose con ello a criterios extraeconómicos (la naturaleza) para dar cuenta de una realidad económica. En contrapartida, la teoría de la renta diferencial de Ricardo, en donde se parte de una pluralidad de rentas dadas que se explican unas en función de otras, se dibuja en un plano diamérico{2}.

c) En la epistemología tradicional el conocimiento se explica como consistiendo en una relación entre dos entidades genérico-globales: el sujeto y el objeto. Dicha epistemología se mantiene en la perspectiva metamérica. En cambio la epistemología genética –reinterpretada desde nuestras coordenadas– supone una pluralidad de sujetos S₁, S₂, S₃, …, Sn (que pueden ser individuos diferentes, pero también, eventualmente, el mismo sujeto en distintos momentos de su desarrollo psicológico) y, asimismo, una pluralidad de objetos. El conocimiento es, ahora, concebido como la relación misma entre los diferentes sujetos frente a un determinado objeto o conjunto de objetos que se toman como invariante (dimensión genética del conocer) o bien como la relación que entre diferentes objetos establece uno o varios sujetos que se toman como invariante (el «sujeto epistémico» piagetiano, que constituye la traducción psicológica del sujeto transcendental). Esta segunda relación es –cuando se la considera sincrónicamente– la propia estructura característica de un «estadio» genético-cognoscitivo. Pues bien, la epistemología genética desarrolla, por tanto, su explicación del conocimiento en un plano diamérico al concebirlo como un sistema de relaciones entre sujetos o entre objetos, pensados unos y otros como términos plurales de clases homogéneas.

El propio G. Bueno ha propuesto una explicación similar del conocimiento, aunque elaborada desde una perspectiva filosófica, y no científico-categorial{3}.

Deberemos añadir, además, para la ajustada comprensión de la dicotomía explicada, las siguientes consideraciones:

1. Las conexiones diaméricas o metaméricas no están dadas de un modo previo a su construcción: ni siquiera los objetos o clases de objetos que soportan estas relaciones son nada sustantivo, sino algo que se configura en el propio «hacerse» de las relaciones mismas.

2. Uno y otro tipos de conexión se relacionan entre sí de un modo dialéctico, de suerte que «el contexto diamérico supone la eliminación de contextos metaméricos y viceversa (una suerte de abstracción de productos relativos)»{4}. No quiere decirse con ello que no puedan coexistir en el tiempo una interpretación diamérica con otras metaméricas de un mismo proceso, sino que cuando se subrayan las relaciones metaméricas se «borran» (quedan ocultas) las diaméricas, y viceversa.

3. Las categorías científicas (cierre categorial) suelen instaurar ámbitos de relaciones diaméricas –sin que ello signifique que dichas relaciones sean exclusivas de las ciencias, pues también la filosofía contempla relaciones de esta naturaleza. Con todo, ciertas formas de reductivismo cientista (el psicologismo, el economicismo, el etnologismo, &c.) pueden interpretarse como procedimientos metaméricos de explicación.

4. La rentabilidad de esta distinción se manifiesta, sobre todo, con vistas a analizar la diversidad completa de los tipos de conexión que hayan sido, de un modo efectivo, ensayados históricamente para vincular conceptos apareados tales como reposo/movimiento, punto/recta, bien/mal, identidad/diversidad, alma/cuerpo, y muchos otros, que agrupamos bajo la rúbrica de conceptos conjugados.

{1} Cf. G. Bueno, El concepto de «implantación de la conciencia filosófica». Implantación gnóstica e implantación política, en Varios, Homenaje a Aranguren, Madrid 1971. 37-71.

{2} Cf. G. Bueno, Prólogo a J. M. Laso, Introducción al pensamiento de Gramsci, Madrid 1973.

{4} Cf. G. Bueno, Prólogo a J. M. Laso, Introducción al pensamiento de Gramsci, 20.