Morfológico / Lisológico según el modo de los estados (original) (raw)
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Según el modo de los estados la distinción morfológico / lisológico [818] ofrece la posibilidad de reconocer cómo un mismo “campo” (una clasificación, una definición, una totalidad definida…) puede presentarse en dos estados correlativos, pero mutuamente independientes, a la manera como un mismo holograma puede presentarse (según la distancia o el ángulo desde el que lo miremos), o bien como un conjunto de puntos (en “estado lisológico”, es decir, “amorfo”, y no absolutamente, sino por relación a las formas que podrán aparecer a la percepción posteriormente), o bien como un rostro con ojos, manos, boca, etc. (es decir, en “estado morfológico”).
Estos dos estados tienen entidad propia, y solo por su mutua relación uno asume la condición de estado morfológico y el otro la de estado lisológico. Esta “entidad propia” de los estados no excluye la posibilidad de que podamos pasar de un estado a otro, pero sin que pueda hablarse exactamente de una transformación de un estado al otro estado.
Ejemplos:
1. La oposición entre el estado sólido de la materia y todos los demás estados (líquido, gaseoso, plasmático, condensado) tiene que ver con la oposición entre el estado morfológico y el estado lisológico. En el proceso de solidificación de sustancias que han sido expuestas a altas temperaturas se distinguen dos alternativas: la que conduce a los cuerpos amorfos y la que conduce a los cuerpos cristalinos. Los cuerpos “amorfos” (por contraposición a las formas cristalinas) asumen la condición propia del estado lisológico, por su isotropía relativa; los cuerpos cristalinos asumen la condición propia del estado morfológico: son anisótropos y asumen también, al solidificarse, morfologías poliédricas. El estado lisológico de los gases, líquidos y cuerpos amorfos, aunque asume su condición lisológica como “negación” del estado morfológico cristalino, no se reduce a la condición de un estado meramente negativo. Tiene caracteres positivos propios: la isotropía está vinculada a múltiples propiedades, que tienen que ver con la dirección de la elasticidad, propagación del calor, conductividad eléctrica, etc.
2. Las características termodinámicas de un sistema dado, tal como se establecen por los físicos (presión, volumen, temperatura, funciones de entropía o de entalpía), son de orden lisológico, cuando se contraponen a las características de sistemas termodinámicos tales como los que tratan los ingenieros (termostatos, máquinas de vapor, frigoríficos), o por su lado, los biólogos. Son dos tratamientos de los sistemas termodinámicos que se realimentan, no son perspectivas meramente yuxtapuestas. La termodinámica física ha abierto nuevos campos y ha cerrado otros inviables a la ingeniería; pero también es verdad que los “ingenios termodinámicos” no son deducibles de las leyes físicas (implican asentarse en un campo β-operatorio, que no puede ser segregado más que por abstracción).
3. La Ley de la gravitación newtoniana (que es lisológica, porque se establece entre puntos o porciones abstractas de masa) presuponía los resultados morfológicos de Kepler, aunque los rebasó y logró, no ya deducirlos, pero sí reducirlos a la condición de casos particulares de los campos gravitatorios. El propio Newton, para poder aplicar sus leyes, tuvo que apelar a unas “condiciones iniciales” (la existencia del Sol y de los planetas, creados por Dios) de orden inequívocamente morfológico, que no hubiera podido deducir de sus principios lisológicos. Lisológico es el universo vacío, de curvatura nula, de Minkowski, redefinido como vacío cuántico (E. Gunzig y P. Nardone, I. Prigogine…).
4. Partiendo de la biosfera fenoménica (fenotípica), en estado morfológico (organizada en especies, géneros, clases, etc.), llevamos adelante un regressus lisológico postulado por algunos genéticos mediante el concepto de “masa global de genes individuales distribuidos aleatoriamente” en agregados susceptibles de acoplarse con otros afines, aunque no con todos. Pero la transformación de esa masa aleatoria en las morfologías efectivas (“cimas adaptativas” y “valles adaptativos” de S. Wright), no es un proceso de redistribución real, sino sólo lógica o gnoseológica que implica el dialelo, desde el momento en el que sólo apelando a las morfologías fenotípicas ya dadas, será posible redefinir las redistribuciones lógicas estadísticas. Lo que queremos subrayar es que de la “combinatoria potencial [lógica] de genes” (T. Dobzhansky, Genética y el origen de las especies, trad. de F. Cordón, 1955, pág. 265), y, por tanto, de la perspectiva lisológica, no es posible derivar las morfologías fenotípicas reales, porque a la conformación de estas morfologías contribuyen factores del entorno que están segregados de la combinatoria lisológica, la cual, sin embargo, habrá tenido que partir del análisis genético de las morfologías “empíricamente” dadas. Y es a escala morfológica cuando cabe limitar las consecuencias aleatorias que se derivaban de las combinaciones lisológicas, es decir, cuando cabe reintroducir el determinismo morfológico. Cada combinación de “genes disponibles” (al introducir combinaciones lisológicas puras, respecto de los factores del entorno) habrá que ponerlas en correspondencia con morfologías empíricamente delimitadas.
5. Las ideas tratadas por la Metafísica (u Ontología) general tradicional, desde Domingo Gundisalvo a Francisco Suárez o Christian Wolff (Ser, Realidad, Unidad, Identidad, Totalidad…) son ideas ajustadas a un estado lisológico; las ideas tratadas por la Metafísica especial (Dios, Mundo, Hombre) son ideas ajustadas a un estado morfológico (cada una de estas ideas “ocupa”, se supone, una “región” de la Realidad o del Ser).
6. El sistema de Hegel está dividido en tres partes: Lógica, Filosofía de la Naturaleza y Filosofía del Espíritu. La Ciencia de la Lógica (que trata del Ser, Esencia, Concepto, Dios…) se ocuparía (como referencia) de aquello mismo de lo que se ocupan la Filosofía de la Naturaleza y la Filosofía del Espíritu (cuyas referencias fenoménicas son ya enteramente “normales”: sensibilidad, deseo, movimiento, organismo…). Sin embargo, si a pesar de esta identidad de referencias, la Lógica de Hegel no se confunde con la Filosofía de la Naturaleza, con la Filosofía del Espíritu, y con la Fenomenología del Espíritu, esto será debido (cuando utilizamos la distinción lisológico/morfológico) a que la Ciencia de la Lógica reexpone, a escala lisológica, aquello mismo que la Filosofía de la Naturaleza, la Filosofía del Espíritu y la Fenomenología han expuesto a escala morfológica. Y esto no significa necesariamente que la parte morfológica del sistema hegeliano haya debido estar acabada anteriormente a la Ciencia de la Lógica, porque las fases que fueron alcanzándose desde la perspectiva lisológica, también hubieran podido influir en las fases morfológicas, así como recíprocamente. No cabe hablar, según esto, de “inducción” (desde los “resultados” de la Filosofía de la Naturaleza y la Filosofía del Espíritu, y de la Fenomenología, hasta los resultados de la Lógica) ni tampoco de “deducción” recíproca. Y ello debido a que las ideas de la Lógica de Hegel no son meramente generalidades distributivas respecto de las especificidades representadas por la Filosofía de la Naturaleza y la Filosofía del Espíritu, y la Fenomenología. Habría que recurrir más bien a la dialéctica que media entre el despliegue morfológico de partes atributivas del sistema y el despliegue lisológico del todo (atributivo) que las envuelve: la Lógica como Metafísica.