Rafael Herrera, Los caprichos de la geografía ideológica (original) (raw)

Rafael Herrera

Son curiosos los caprichos de la geografía ideológica. Mirando el mapa de las posiciones políticas sucede que las situaciones más progresivas se dan al norte casi siempre y las conservadoras se fijan hacia el sur, por lo general. Grosso modo.

Pongamos por caso Europa. De toda la vida han sido los países de la cuenca del mar del Norte y el Báltico los de pensamiento más dinámico. De siempre se ha aceptado una Inglaterra liberal y hasta laborista; una Suecia socialista; Alemania, socialdemócrata; Noruega, Dinamarca, Bélgica y Holanda como regímenes progresivos, exóticos sistemas de la Europa occidental.

Cortando Asia por Siberia y China, los rojos están al norte y al sur se reparten los blancos, o menos rojos.

Y lo mismo Ocurre en espacios geográficos más modestos, incluso en las subdivisiones de las grandes áreas. Los italianos del norte son más radicales que los del sur. En Gran Bretaña, como en Grecia, los del norte son más inestables políticamente. Y así se van repartiendo los rojos al norte en Viet-nam, Corea, Laos, Camboya, India o Argentina, y los blancos al sur. Parece una ley inexorable, y hasta en Mozambique ya se agrupan al sur, arropados con Sudáfrica y Rhodesia, los elementos más conservadores, y dominan al norte los partidarios de la libre colaboración con el Frelimo, y el Frelimo mismo, desde mucho antes de la actual situación de preindependencia.

Sociológicamente tiene su explicación en que son zonas industriales de mayor desarrollo económico, más alto nivel de vida y, consecuentemente, mayor desarrollo político. En otros casos, es la simple proximidad geográfica la que matiza el carácter político de un área geográfica. La conclusión es que la sociedad internacional da por aceptadas ciertas situaciones o el equilibrio de fuerzas impone la aceptación de situaciones, muy a pesar de los propósitos de los Estados gendarmes que se reparten el dominio del mundo.

El giro de Cuba hacia el socialismo suponía una ruptura del orden mundial: Estados Unidos, el guardián de América, no podía consentirlo, y con un “coup de force” forzó la retirada de los garantes del nuevo régimen cubano. Se retiraron los cohetes soviéticos, pero no se consiguió cambiar el espíritu de la transformación cubana, que ha seguido siendo socialista.

Ahora el mapa de las ideologías parece querer transformarse. O al menos eso preocupa a la C.I.A. Los países europeos de la cuenca mediterránea se radicalizan. Más radicales incluso que los del norte. Portugal, Francia, Italia, Grecia y España preocupan a la C.I.A. Algo está rompiendo el orden mundial resultante de la posguerra y la descolonización. Algo está alterando los colores de la geografía ideológica. La semana pasada el semanario norteamericano “Newsweek” dedicaba su “cover story” a la situación de los partidos comunistas en el sur de Europa. Un mapa del Viejo Continente presentaba los porcentajes de adhesión al partido comunista –es una estimación de “Newsweek”– para España en un 21 por 100; Portugal, 23 por 100; Grecia, 15 por 100; Italia, 25 por 100, y Francia, el 20 por 100.

España es, por poner un ejemplo y sin llegar al 21 por 100 de comunistas que estima “Newsweek”, más progre que Marruecos…, aunque no sabemos si por estar más desarrollada, por estar más al norte o simplemente porque Marruecos es menos progre.

Y esto es –digo yo– lo que trae de coronilla a la C.I.A. Que no sabe qué palillo tocar para que no se le alteren los niveles de la geografía ideológica. El Departamento de Estado norteamericano, el Pentágono y la C.I.A., dice la prensa estadounidense (“Washington Post” y “New York Times”), “están muy preocupados por la evolución de la situación portuguesa, pero también por la influencia que ésta pueda ejercer sobre España”. Según el “Washington Post”, más de 100 agentes de la C.I.A. trabajan en Portugal. El mismísimo subdirector de la organización estuvo recientemente en este país y luego en España. Y según “New York Times”, Estados Unidos está informándose sobre los regímenes ibéricos, porque –seguimos con el “New York Times”, que publica un artículo de André Fontaine, de “Le Monde”– la nueva estrategia de los partidos comunistas es de colaboración con el sistema. Si cunde y se extiende el ejemplo portugués, toda la teoría del reaccionarismo al sur se va al demonio. Cien expertos de la C.I.A. tienen enfocados sus microscopios sobre Portugal; no menos estudian la situación crítica de España, Francia, Italia y Grecia.

Y repasan a Marx.

Porque Carlos Marx pensó la implantación del comunismo en sociedades que hubieran sufrido ya la revolución burguesa y la industrial.

Totalmente ilógico. Ni se cumple la ley de las densidades ideológicas ni el proceso de implantación del comunismo en sociedades industriales.

Realmente, la C.I.A. tiene un problema. Un problema de revisión de textos.

Rafael Herrera