Ernesto Giménez Caballero, Carta abierta a un editor: ¿Comunidad o masonería? (original) (raw)

Ernesto Giménez Caballero

¿Comunidad o masonería?

Sr. D. José Venegas, Director en Madrid de Historia Nueva.

Mi distinguido amigo: Con el membrete “Organización de la comunidad hispánica” he recibido una carta suya, en que me anuncia haber sido borrado mi nombre de los colaboradores de Historia Nueva, que usted tan acertadamente dirige en Madrid.

Como antes no había pedido mi inclusión entre esos colaboradores, no tengo ahora por qué dolerme del borrón echado sobre mi nombre.

Sólo tengo una cosa –puramente literaria (y si a usted le parece, hasta política)– que hacer: comentar ese borrón.

* * *

La razón que me da para justificar mi desaparición de Historia nueva es la actitud adoptada frente al banquete del Sr. Díez-Fernández.

¿Cuál fue esa actitud mía? Lo estupendo del caso es que creo fue de perfecta legalidad comunista: es decir, de protesta antimasónica.

Desde el momento en que usted me demuestre que comunismo y cubierto de 17 pesetas son términos equivalentes, yo estoy dispuesto a abjurar de la simpatía que siento hacia el hecho dictatorial del proletariado ruso. Y a otras muchas cosas.

No voy a defender ahora mis derechos a ser comunista, porque no me importa que en Londres, en Génova o en Moscú premien mis declaraciones con dos o tres puñados de pesetas o de inflaciones retóricas.

Sólo argüiré que mi tarea en la crítica, mi sentido industrial, de masa, de comunidad, que he dado con mi larga propaganda del “Cartel”; mi entusiasmo por el mundo nuevo de trabajo, deporte y máquina, me da cierta solidez para mantener mis preferencias sin ningún equívoco. Y que mi otro sentido, el ibérico, el moro (el de Unamuno), el de “agonía contra Occidente”, también me da cierto derecho a que cuando llegue una era comunista en España no se me borre de la verdadera lista. ¿Pero llegará esa era? Por lo menos, inmediatamente, no. Con Historia nueva, no.

Porque esa Historia nueva me parece que es una historia muy vieja. Muy conocida. ¿El viejo cuco masón que torna a asomar el pico? Es otra vez “oriente”, el falso “oriente” decimonónico, con sus tactos de codo, sus maniobras cabalísticas, su sentido del reclamo, del escándalo, del puesto y de la mediatización de gobiernos extranjeros. Es el olor a judío –que diría nuestro amigo Baroja– que vuelve.

Si yo soy entusiasta del fenómeno ruso, es por lo que tiene de genuinamente ruso, de originalidad. (Como lo soy del fenómeno fascista italiano por lo que tiene también de intransferible, de architaliano.)

Pero de lo que no puedo entusiasmarme es de las imitaciones, de los servilismos, de la política al servicio –¿de la Humanidad?, ¡qué risa!– de partidos nacionales, rabiosamente nacionales e imperialistas de otras latitudes.

Ya hemos tenido bastante servidumbre histórica: romanos, árabes, germanos, franceses, ingleses, alemanes, para soportar también a los rusos. (Y los tendremos que soportar, como soportamos hoy otras oleadas políticas oblicuamente interpretadas.)

Leyendo el libro del simpático talento de Díez-Fernández –a posteriori del banquete–, yo me preguntaba qué fermento comunista podría haber en aquellos amenos cuentos, tan entretenidos, internos y tan amables, tan Guy de Maupassant...

Pero lo de menos era la legítima levadura. Sino eso, el urgente tacto de codos, el secreto al oído, la sonrisa misteriosa: el espíritu masón.

¡Comunidad! No, querido Venegas. De lo único que me han borrado ustedes es de una vieja loggia, para la que ni siquiera poseía la seña y el golpecito en el hombro. Que en este caso se redujo a 17 pesetas de comida.

Ya sabe que personalmente le tengo una viva estimación y que los libros de su editorial los comentaremos siempre con la deferencia literaria de siempre. Pues nuestro periódico tiene su deber en eso. Por encima de los mismos editores y de los mismos autores. Por encima de ingratitudes. Por encima de todo interés y de toda ideología.

Cordialmente,

E. Giménez Caballero

José Venegas, Historia nueva: respuesta de un editor