Edwin Elmore, México, el Perú y Bolivia, ausentes del Congreso Panamericano de Santiago, 1923 (original) (raw)
Con ridículos eufemismos y maliciosas reticencias, ciertos periodistas y los anónimos escamoteadores de las noticias cablegráficas están ocultando los motivos y las circunstancias que han determinado la ausencia de tres países en la reunión de Santiago. Sin embargo, es tan evidente el significado de esa ausencia, están tan a la vista de cualquiera –por desconocedor que sea de la historia de América,– los orígenes de esta situación, que resulta ridículo, como hemos dicho, pretender ocultarlos. Ridículo y pernicioso.
Las tertulias de Santiago se van a realizar a espaldas de los países más expoliados de América; a espaldas de los pueblos que han sido –en mayor grado, porque hay otros que han sufrido de arbitrariedades semejantes– despojados de su propiedad territorial en gran escala: México (1846), Perú y Bolivia (1879). ¿Hacen falta otros comentarios para darnos cuenta del valor espiritual del Congreso? Sí. Hay que decir explícitamente la causa inmediata de la ausencia de México: el no reconocimiento del gobierno de Obregón por la Casa Blanca. Suficiente.
E. E.
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Un juicio autorizado y certero
sobre las deliberaciones de Santiago
Mr. Samuel G. Inman, cuya presencia en Santiago es una garantía para la opinión libre que debe reflejar el sentimiento de nuestros pueblos frente a las tendencias declaradas y ocultas del moderno panamericanismo, ha escrito lo siguiente, que nosotros recogemos, con aplauso, en todas sus, partes:
«Han trascurrido 13 años, de los más memorables en la historia del mundo, desde que se reuniera la última conferencia panamericana en Buenos Aires. Con la gran guerra no sólo han cambiado las condiciones del mundo, sino que se han alterado, radicalmente, las situaciones respectivas de la América Latina y de Estados Unidos. El renacimiento económico y social de la América Latina, la revolución en México, que tan profundamente ha afectado todas las relaciones norteamericanas; la extensión del control de Estados Unidos en Haití, Santo Domingo y Centro América; el surgimiento y el ocaso de la ola [548] de idealismo que juntó, durante la guerra, a todos los pueblos americanos, el amplio crecimiento del comercio interamericano, la organización de la Liga de las Naciones, entusiastamente recibida por los latino-americanos y repudiada por Estados Unidos; todos esos acontecimientos y muchos otros más, han transformado, enteramente, las condiciones dentro de las cuales las naciones americanas se reunirán en Marzo.
«La complacencia con la cual Estados Unidos va hacia la conferencia, se debe, probablemente, al hecho de que las cuatro anteriores conferencias fueron simples reuniones amistosas, en las que sólo se discutieron rutinarios asuntos comerciales. Pero nada sería tan fatal para la amistad interamericana, como que los delegados de Estados Unidos, frente al caos europeo y su desconocimiento por Norte América, fuesen a Santiago para discutir convenios sobre patentes y marcas comerciales, el aumento de los transportes y la cancelación de reclamaciones pecuniarias.»
Mr. Inman, director de La Nueva Democracia, de quien hemos hablado antes de ahora en esta Revista (Setiembre 1919) es uno de los más sinceros amigos con que cuenta nuestra América en Estados Unidos, y tiene el temple moral de los hombres que como Grant y Lincoln, protestaron contra la desmembración de México, iniquidad histórica que hoy viene a repercutir en Santiago.
E. E.