Primer Congreso Nacional de Filosofía | Clausura 1 (original) (raw)

Palabras del profesor Alberto Wagner de Reyna, de la Universidad Católica del Perú, en representación de los miembros extranjeros

Excmo. Señor Presidente de la Nación; Señora Esposa del Presidente; Excmo. Señor Vicepresidente de la Nación; S. E. los Señores Ministros; S. E. los Señores Gobernadores; Señor Rector de la Universidad de Cuyo; Señoras y Señores.

La delegación peruana, en cuyo nombre tengo el honor de dirigiros la palabra, se encuentra en esta florida y floreciente ciudad de Mendoza presa de extraña pero explicable emoción: el nombre de la capital es el de un Virrey del Perú, Don García Hurtado de Mendoza, Segundo Marqués de Cañete, que la fundó cuando era Capitán General. El vivo recuerdo de Don José de San Martín, que aquí se advierte y perdura, nos trae a la mente la imagen prócer del Libertador, paradigma del hombre argentino y paradigma del hombre americano; la devoción por la cultura tradicional que se percibe en la joven Universidad que nos alberga, halaga a quienes vienen de la más antigua academia del Continente.

Pero si esto habla particularmente a nuestra sensibilidad de peruano hay algo que conmueve y obliga a todos los congresales extranjeros: es la cordialidad generosa y la magnánima simpatía que aquí encontramos. Filósofos al fin, gente retraída y cavilosa, prisioneros en nuestras torres de marfil, de cristal o de papel, despertamos a una realidad espléndida, cuando nos recibisteis con los brazos abiertos y el corazón en la mano.

Fue un abrazo amplio como los campos abundosos en trigales y viñedos, sinceros como la cristalina diafanidad del cielo andino y recio y fuerte como los hijos de esta tierra bendita por Dios.

En tan inolvidable y singular circunstancia, quiero hacerme, pues, el intérprete del sentimiento unánime de vuestros invitados extranjeros y proponer un voto de agradecimiento al gobierno nacional que nos [128] brinda su hidalga hospitalidad, y a la Universidad Nacional de Cuyo, organizadora de este Congreso filosófico.

Al agradecimiento se aduna la felicitación efusiva por el brillante éxito de nuestra asamblea, primera en América Latina de tal magnitud; foro mundial en que el pensamiento, alzando libre vuelo, ha contemplado los principales problemas de la filosofía tradicional y contemporánea. Y en la discusión de los temas eternos por hombres de una y otra ribera del Atlántico, se ha puesto en evidencia la seriedad, hondura y promisorias perspectivas de la meditación en este país.

El Congreso culmina en la sesión de clausura que honran, significativamente, con su presencia el Excmo. Sr. Presidente de la República, General Juan D. Perón, y su digna y gentilísima esposa.

Al partir a nuestras patrias, llevándonos recuerdos imborrables de la fraterna, auténtica y fecunda colaboración de las jornadas que hoy terminan, queremos decir a nuestros amigos del Río de la Plata: Gracias, muy sinceras gracias, por vuestra noble hospitalidad argentina.