Zeferino González / Historia de la Filosofía / 48. Gorgias (original) (raw)

§ 48

Gorgias

Por los años 427 antes de la era cristiana, los habitantes de Leontium en Sicilia, enviaron a Atenas, con el carácter de embajador, a su compatriota Gorgias, el cual, lo mismo que Protágoras, hacía profesión de sofista, llamando igualmente la atención de los atenienses con sus discursos y elocuencia. Gorgias hacía profesión de retórico, pero sin perjuicio de incluir en la retórica la ciencia universal. En el diálogo que lleva el nombre de Gorgias seu de Rethorica, Platón nos presenta a este sofista gloriándose de haber contestado a cuantas cuestiones se le habían propuesto, ofreciéndose desde luego a verificar lo mismo entonces {58}. [182]

La doctrina de Gorgias es una especie de escepticismo nihilista, contenido en las tres proposiciones siguientes:

Nada existe.
En el caso de que existiera alguna cosa, ésta no podría ser conocida por el hombre.
En la hipótesis de que algún hombre la conociera, no podría explicarla y darla a conocer a otros hombres.

Sexto Empírico, a quien no puede negarse competencia en estas materias, sobre todo cuando se trata de teorías más o menos escépticas, resume en los siguientes términos las argumentaciones de Gorgias en apoyo de la primera proposición:

«Primera proposición: Nada existe. En primer lugar, la nada no existe, por lo mismo que es nada. En segundo lugar, la realidad tampoco existe; porque esta realidad sería, o eterna, o producida, o lo uno y lo otro a la vez. Si es eterna, no tuvo principio y sería infinita, pero lo infinito no existe en ninguna parte; porque si existe en alguna parte, es diferente del continente, está comprendido en el espacio que le recibe: luego este espacio es diferente del infinito y mayor que el infinito, lo cual repugna a la noción del infinito. Si ha sido producida, o lo fue de una cosa existente, o de cosa no existente: en el primer caso, no es producida, porque existía ya en la cosa que la engendró; sería contradictorio decir que una cosa ha sido producida y no ha sido producida. La segunda hipótesis es absurda... Finalmente; la realidad y la nada no pueden existir al mismo tiempo con respecto a la misma cosa.» [183]

En apoyo de la segunda proposición, alegaba Gorgias, que para que nosotros pudiéramos conocer la existencia y realidad de las cosas, sería preciso que hubiera relación necesaria entre nuestros conceptos y la realidad, o, en otros términos, que la representación de nuestro pensamiento fuera idéntica a la realidad misma, y que ésta existiera tal como nosotros la concebimos y bajo la misma forma de nuestra concepción; lo cual es ciertamente absurdo, pues de lo contrario, sería preciso admitir que si yo concibo, por ejemplo, que un hombre vuela por el aire, sucede así realmente.

Dado caso que el hombre pudiera o llegara a conocer alguna cosa, le sería imposible comunicar a otros este conocimiento; porque el medio de comunicación que poseemos respecto de los demás hombres es el lenguaje, y éste no es idéntico a los objetos, o sea a las cosas reales que se suponen conocidas. Así como lo que es percibido por la vista, como la luz y los colores, no es percibido por el oído, y viceversa, así también lo que existe fuera de nosotros es diferente del lenguaje. Nosotros transmitimos a los otros hombres nuestras propias palabras, pero no las cosas reales: el lenguaje y la realidad objetiva constituyen dos esferas enteramente diferentes; el dominio de la una no alcanza a la otra.


{58} «Jussit ergo paulo ante, omnes qui intus aderant, ut quam quisque vellet quaestionem induceret, se singulis responsurum promittens... dic mihi, o Gorgia, num vere dicit Calicles te profiteris responsurum ad omnia, de quibus quilibet sciscitetur? =Gorg.= Vere ait, o Cherepho: nempe, modo id ipsum praedicabam, atque adeo nihil novi a me quemquam multis annis perconctatum esse dico». Op. Plat. Mars. Fic. interpr., pag. 337.