Zeferino González, Lactancio (original) (raw)

Compatriota probablemente de Tertuliano y discípulo de Arnobio, fue Lactancio (Lucius Cecilius [22] Lactantius Firmianus), que nació hacia mediados del siglo III. Después de haber enseñado retórica en Nicomedia por invitación de Diocleciano, fue nombrado por Constantino preceptor o ayo del César Crispo, su hijo. Muerto éste, parece que Lactancio se retiró a su patria, dedicándose a corregir y limar algunos de sus libros y a componer otros nuevos hasta su muerte, que debió acaecer a fines del primer tercio del siglo IV.

Lactancio, a quien San Jerónimo llama vir omnium suo tempore eruditissimus, y que mereció el dictado de Cicerón cristiano a causa de la elegancia y fluidez de su estilo, expuso sus ideas filosóficas en varios escritos, siendo los principales, en este concepto, el titulado De Opificio Dei, el que se intitula De ira Dei, pero sobre todo sus Institutiones divinae, que es sin disputa uno de los más bellos monumentos de la literatura cristiana del siglo IV.

He aquí un resumen de sus ideas relacionadas con los problemas de la Filosofía.

a) La posesión de la ciencia real y verdadera es una prerrogativa de la inteligencia divina, sin que la razón humana pueda llegar a su conocimiento o posesión con sus propias fuerzas. Así es que los filósofos no han hecho más que apartar y extraviar a los hombres del camino de la verdad (longe devium Philosophos iter a veritate tenuisse), sin haberles enseñado ni siquiera haber llegado ellos a conocer a Dios y darle el culto conveniente, en lo cual consiste la verdadera sabiduría del hombre {1}, el cual debe buscar la verdad y [23] poner su confianza y salvación en la palabra de Dios y no en la ciencia humana.

b) Puesto que, según las Sagradas Escrituras, son necios los pensamientos de los filósofos (cogitationes omnium Philosophorum stultas esse) todos sin distinción; puesto que ni la Física, ni la Lógica, ni la í‰tica de éstos pueden enseñar ni dar al hombre la verdadera felicidad, es preciso reconocer que es falsa y vana la Filosofía (apparet falsam et inanem esse Philosophiam), y que es un error considerarla como la sabiduría: sciant igitur errare se, qui Philosophiam putant esse sapientiam.

En confirmación y como prueba concluyente de lo dicho en contra de la Filosofía, Lactancio alega las doctrinas morales y sociales de Platón, doctrinas cuya aplicación llevaría consigo la destrucción de la sociedad, el fomento de toda clase de crímenes y el exterminio {2} de todas las virtudes.

A pesar de todo esto y de la crudeza de ciertos pasajes, es justo reconocer que el pensamiento de Lactancio sobre la materia es menos exagerado y [24] exclusivista que el de Tertuliano, según se desprende de algunos otros pasajes, en los cuales rechaza el escepticismo de los académicos. Confiesa que se halla alguna parte de verdad en las diferentes sectas filosóficas, y hasta afirma que si se hallara alguno capaz de reunir toda la verdad diseminada en las sectas o sistemas de los filósofos, formando con ella un cuerpo ordenado y completo, esta verdad coincidiría y se armonizaría con la verdad cristiana: Non enim sic Philosophiam nos evertimus, ut Academici solent... Docemus nullam sectam fuisse tam deviam, nec Philosophorum quemquam tam inanem, qui non viderit aliquid ex vero... Quod si extitisset aliquis, qui veritatem sparsam per singulos, per sectasque diffusam colligeret in unum ac redigeret in corpus, is profecto non dissentiret a nobis.

c) Por lo demás, la Filosofía de Lactancio establece con decisión y demuestra con solidez las verdades fundamentales de la Filosofía cristiana, y con particularidad la existencia de Dios, su infinidad, su omnipotencia, su unidad como consecuencia lógica de su perfección infinita (Deus, si perfectus est, ut esse debet, non potest esse nisi unus), la inmortalidad del alma humana, y la posesión de Dios como destino final y complemento de su vida; pues la felicidad, dice Lactancio, no consiste ni en el placer, que es común al hombre con los animales, ni tampoco en la virtud, la cual es sólo camino y medio para llegar a los premios eternos e inmortales (ejus enim praemia quae sunt aeterna et immortalia) que Dios tiene preparados en su justicia para la virtud: virtus et mercedem suam, Deo judice, accipiet, et vivet ac semper vigebit. [25]

d) Al hablar de los esclavos, Lactancio enseña que, a pesar de su condición inferior civil o corporal, para los cristianos son hermanos y compañeros por parte del espíritu y no esclavos (nobis tamen servi non sunt), porque los cristianos miden y consideran las cosas humanas o la dignidad del hombre por el espíritu y no por el cuerpo: Omnia humana non corpore, sed spiritu metiamur.

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{1}«Sed huc necessario divertendum fuit, ut ostenderem tot et tanta ingenia in rebus falsis esse consumpta, ne quis forte... ad eos se conferre vellet, tamquam certi aliquid reperturus. Una igitur spes homini, una salus in hac doctrina quam defendimus, posita est. Omnis sapientia hominis in hoc uno est, ut Deum cognoscatet colat... Hoc est illud quod Philosophi omnes in tota sua vita quaesierunt, nec unquam tamen investigare, comprehendere, tenere valuerunt; quia aut pravam Religionem tenuerunt, aut totam penitus sustulerunt.» Div. inst., lib. III, cap. últ.

{2} He aquí los epígrafes de los capítulos XXI y XXII del libro III de sus Instit. divi., de los cuales se puede inferir lo que pensaba acerca de la ciencia del que era considerado generalmente por entonces como el primer representante de la Filosofía. Cap. XXI:Quod Plato didicerit a Socrate ea, quae si obtinerent, humani generis periret societas.– Cap. XXII: Quod dogma Platonis non erat nisi criminis fons et fomes, et virtutum omnium exterminium.