Zeferino González, Escuela antiaristotélica (original) (raw)

Mientras que los filósofos que dejamos mencionados en los párrafos que anteceden defendían y [39] ensalzaban el nombre de Aristóteles, o la que ellos consideraban como su germina doctrina, había otros que declararon guerra a muerte al discípulo de Platón y a su doctrina. A los ataques moderados e indirectos de los representantes de la escuela platónico-itálica, sucedieron los ataques violentos de Mario Nizzoli, nacido en Brescello a últimos del siglo XV, el cual, en su Antibarbarus, sive de veris principiis et vera ratione plilosophandi contra pseudo-philosophos, atacó con saña el nombre y la doctrina de Aristóteles, so pretexto de combatir y desterrar la barbarie de los escolásticos.

Después de Nizzoli, los representantes principales de este movimiento antiaristotélico fueron:

a) Francisco Patrizzi, natural de Cliso en Dalmacia, profesor de Filosofía en Ferrara, y que murió en Roma en 1507. El fondo de su doctrina es una concepción sincrética, en la que entran casi por igual el elemento platónico y el elemento naturalista y empírico, tomado de su compatriota Telesio. Pero lo que principalmente caracteriza sus escritos,{1} es la guerra cruda [40] y perseverante que declara y sostiene contra Aristóteles y su doctrina. Patrizzi no se contenta con atacar y combatir sus teorías, sino que se esfuerza en probar que gran parte de las obras atribuidas al Estagirita no le pertenecen realmente; le acusa de plagiario y falsario; échale en cara toda clase de vicios y excesos, y termina deseando y pidiendo que el Papa, en uso de su autoridad apostólica, prohíba la enseñanza de la doctrina de Aristóteles en las escuelas.

Si por este lado Patrizzi merece ocupar lugar preferente entre los representantes de la escuela antiaristotélica, el contenido de sus obras le acerca al elemento naturalista de Telesio, y más todavía al platónico-alejandrino, según dejamos apuntado.

Para convencerse de ello, basta recordar:

1.º Que Patrizzi divide su Nova de universis philosophia en cuatro partes, denominadas respectivamente panaugía o la Luz universal; panarchía, o sea el tratado de la Causa universal; pampsichía, en que trata del Alma universal, y pancosmía, que se refiere a la Naturaleza universal. Sobre la luz material de nuestro mundo está la luz etérea del mundo angélico o inteligible, y sobre ésta la luz increada que procede del [41] Padre de toda luz, unidad suprema, de la cual proceden las cosas finitas por medio de cuatro grados primitivos, que son la unidad, la esencia, la inteligencia y la vida.

2.º Que para Patrizzi la primera manifestación de la unidad divina, el primer efecto de Dios, es el espacio, condición necesaria para la existencia de los cuerpos y de los espíritus. Y este espacio, primer efecto, primera manifestación ad extra del Supremo Hacedor (quod summus opifex primum omnium extra se produxit), no es ni substancia, ni cualidad, ni cuerpo, ni espíritu o incorpóreo, sino como la unidad de lo corpóreo e incorpóreo, de lo finito y de lo infinito.

No hay para qué advertir que en estas ideas se vislumbra claramente la influencia platónico-alejandrina y aun la cabalística, bastante generalizada entre los escritores del Renacimiento.

b) No fue menos ciega y encarnizada la guerra que al filósofo de Estagira declaró Pedro Ramus o La Ramée, natural de Picardía en Francia (1515), y que pereció asesinado en París en la famosa Saint-Bartelémy.

En sus obras, pero principalmente en sus Animadversiones in Dialecticam Aristotelis, Ramus extrema los ataques y acusaciones contra este filósofo, no ya solo en cuestión de metafísica, de moral y de física, sino hasta en las materias pertenecientes a la lógica. Sabido es que Ramus abandonó el catolicismo para abrazar la herejía de Calvino, y que su fanatismo antiaristotélico le llevó a defender públicamente la tesis siguiente: Nada de cuanto enseñó Aristóteles es verdadero.

c) Hermolao Bárbaro, natural de Venecia [42] (1454-1493), y el célebre Erasmo (Desiderio), que nació en Rotterdam año de 1467 y murió en 1536, merecen puesto al lado de Patrizzi y Ramus, a causa de sus ataques contra la Filosofía escolástica, en la cual entraba como elemento principal e importante la doctrina de Aristóteles. El primero, que daba a Alberto Magno y Santo Tomás la denominación de philosophi barbari, puede ser considerado como el modelo y patriarca de esa nube de escritores rutinarios que en los siglos siguientes declamaban a diestro y siniestro contra los escolásticos y su Filosofía, que ni habían leído, ni se hallaban en estado de comprender y apreciar.

El segundo, o sea Erasmo, aunque excelente filólogo y humanista, carecía de sentido filosófico, y poseía escasos conocimientos en esta ciencia. Así es que, aplicando a la Filosofía los métodos y el criterio de las letras humanas, habló con muy poca exactitud científica sobre materias filosóficas,{2} sin desdeñarse tampoco de hacer coro con los que hacían alarde de menospreciar y ridiculizar la Filosofía aristotélico-escolástica.

Tratándose de escritores enemigos de Aristóteles y de su doctrina, sería injusto pasar en silencio el nombre de: [43]

d) Lorenzo Valla, anterior (1415-1465) a los que se han citado, por más que, como Erasmo, merece figurar entre los humanistas y críticos más bien que entre los filósofos. En su tratado De voluntate et vero bono, lo mismo que en sus tres libros Dialecticarum disputationum, Valla intenta desprestigiar la autoridad de Aristóteles, a quien ataca con verdadero furor. En el último de los escritos citados es donde más se ensaña contra el Estagirita. Valla enseña que las bestias tienen razón y voluntad (e sua re et e suo usu eligunt.... habent itaque bestiae, sicut nos, memoriam, rationem et voluntatem) electiva o racional, sin contar algunas ideas más o menos peligrosas y aventuradas en el terreno de la ortodoxia de que hizo alarde en sus escritos, y que le acarrearon algunos disgustos, como se los acarrearon también las diatribas violentas y las formas destempladas que solía emplear en sus discusiones. Porque si exagerado y violento se muestra en sus ataques contra Aristóteles, no lo es menos en sus ataques contra los humanistas contemporáneos. En este concepto figura como uno de los padres del Renacimiento, o sea de aquellas polémicas agresivas, injuriosas, violentas, y hasta calumniosas, de que los renacientes y sus hijos los protestantes nos dejaron tan numerosos y tristes ejemplos, y que fueron imitados y seguidos también por los que se mantuvieron en el seno de la Iglesia. Que si Poggio dice que Valla tiene por estómago una cloaca (cloacam pro stomacho gerit), y le apellida immundum ac stupidum porcellum, el último, después de llamar a Poggio hombre bestialísimo (hic bestialissimus Pogius), y calumniador malvado y nefando (sceleratum, nefandum calumniatorem), [44] concluye, con la mayor naturalidad y frescura, llamándole capitán de ladrones y de bárbaros: Cum ipso Pogio latronum ac barbarorum duce.

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{1} Los principales son: Discusiones peripateticae, quibus Aristotelicae philosophiae universae historia atque dogmata cum veterum placitis collata, eleganter et erudite declarantur. La otra lleva el siguiente título: Nova de universis philosophia, in qua aristotelica methodo, non per motum, sed per lucem et lumina, ad primam causam ascenditur; deinde nova quadam ac peculiari methodo tota in contemplationem venit divinitas; postremo, methodo platonica rerum universitas a conditore deo deducitur.

Como se ve por estos y otros títulos de las obras de los filósofos del Renacimiento, la concisión y claridad de sus epígrafes corrían pareja con la modestia de sus autores.

No debe confundirse este autor con otro Francisco Patrizzi o Patrici, natural de Sena, que fue obispo de Gaeta (m. 1494) y autor de vanas obras, entre las cuales figura un tratado De institutione reipublicae. Entre otras opiniones más o menos peregrinas y notables para aquel tiempo, el obispo de Gaeta antepone la forma republicana a la monarquía, y al hablar del origen del lenguaje articulado o propiamente dicho, supone que es una invención civil (propriis vocabalis res discernere et cogitationes nostras claro sermone prefinire, nonnisi civile inventum esse potuit), o sea del hombre constituido ya y viviendo en sociedad: Credendum siquidem est sermonem humanum, quo quidem homo caeteris animantibus praestat, ante civilem societatem neutiquam distinctum esse.

{2} Nuestro insigne Saavedra Fajardo indicó con fina y sabrosa critica la carencia de sentido filosófico en Erasmo, con las siguientes palabras: «Entrando por una plaza, vi a Alejandro de Ales y a Escoto haciendo maravillosas pruebas sobre una maroma, y habiendo querido Erasmo imitarlos, como si fuera lo mismo andar sobre coturnos de divina Filosofía que sobre zuecos de gramática, cayó miserablemente en tierra, con gran risa de los circunstantes.» República literaria, pág. 65.