Zeferino González, Francisco Vallés (original) (raw)
Este filósofo español, muy notable, pero poco conocido, que hizo sus estudios en Alcalá y fue médico de Felipe II, merece figurar al lado de Luis Vives y de Foxo Morcillo, a los cuales no era inferior en conocimientos filosóficos.
Haciendo caso omiso de los escritos referentes a medicina y ciencias físicas,{1} la obra principal de [77] Vallés, como filósofo, es la que lleva por epígrafe: De his quae scripta sunt physice in libris sacris, sive de Sacra Phiosophia.
Aunque a juzgar por el título pudiera creerse que la obra trata principal y exclusivamente de materias pertenecientes a la física, no sucede así. Al lado de algunas de estas cuestiones, Vallés plantea, discute y resuelve muchos de los problemas más importantes de la metafísica, la cosmología y la psicología, y los discute, no solamente en sentido filosófico, sino en sentido crítico-histórico, citando y discutiendo con notable exactitud las opiniones y sistemas de los principales filósofos y escuelas. Sin adherirse a ninguna de éstas, el fondo de su doctrina coincide con la escolástico-cristiana, o, si se quiere, con la de Santo Tomás, sin perjuicio de separarse de ella en algunos puntos de mayor o menor importancia. Vallés tiende también, como Foxo Morcillo, a la conciliación entre Platón y Aristóteles; pero nótase en él cierta predilección por [78] Aristóteles sobre Platón, al paso que en Foxo Morcillo sucede lo contrario.
Si la naturaleza y límites de esta obra permitieran exponer con alguna extensión la doctrina del médico de Felipe II, se vería que los historiadores de la Filosofía, que con frecuencia ni siquiera le nombran, no conceden a este filósofo español –acaso por ser español y por desconocer sus escritos– la importancia que le corresponde. La brevedad nos obliga a recordar solamente que Vallés
1.º Enseñó que la animación del feto humano se verifica directa e inmediatamente por el alma racional, creada e infundida por Dios en el cuerpo, sin que se produzca ni preceda en la materia alma alguna sensitiva,{2} como se opinaba entonces generalmente.
2.º Reconoce que la Fisionomía, o sea lo que hoy se llama Frenología, no es cosa enteramente vana (non esse profecto omnino vanam) e infundada, aduciendo en confirmación la doctrina y ejemplos de Aristóteles e Hipócrates,{3} y, lo que es más aún, indica ciertas limitaciones y reservas que debe tener en cuenta la frenología, como son la influencia modificadora de la educación, la enseñanza, pero principalmente la [79] gracia o auxilios divinos: in hominibus vero valet plurimum ad formandos mores educatio, et disciplina, et quod his majus est, Dei gratia.
3.º Opina que la diferencia propia y constitutiva del hombre no es la racionalidad, sino más bien la capacidad o aptitud para adquirir la sabiduría (differentia propria hominis est sapientiae esse capacem) o las ciencias, fundándose para ello y alegando al efecto que la racionalidad y la inteligencia convienen también de alguna manera a los brutos (bruta omnia rationabilia etiam...., circa quaedam sunt, et intelligentiam quandam habent), al paso que son incapaces de sabiduría (sapientie vero nullatenus sunt capacia). Porque nuestro filósofo,
4.º Opina y enseña que aunque los brutos no tienen una razón o inteligencia tan perfecta como la del hombre, entre otras razones, porque no discurren acerca de las cosas eternas, universales y divinas, son, sin embargo, verdaderamente racionales, según qué y en cuanto que discurren y raciocinan acerca de las cosas sensibles y perecederas: Certe rationem aliquam esse brutis, negare non possumus.... Non igitur belluae ratiocinantur simpliciter, sed quodammodo, de sensibilibus solum et caducis.
5.º Sin ser escéptico, ni mucho menos, como alguien le ha atribuido,{4} el filósofo español adopta la [80] tesis dogmática, si bien con restricciones y reservas escépticas, especialmente en orden a las ciencias físicas. Según él, no conocemos de una manera intuitiva o inmediata las substancias, pero sí los accidentes, aunque no con perfecta exactitud, a causa de la instabilidad de los sentidos y de las cosas sensibles. Esta instabilidad e imperfección de los sentidos y cosas sensibles es causa de que en las cuestiones físicas no pueda el hombre llegar a la ciencia cierta, debiendo contentarse con la opinión. Pero fuera de este orden físico o puramente material, existe la certeza, no ya sólo por razón de las proposiciones o verdades de evidencia inmediata, sino también por parte de las proposiciones y verdades conocidas por medio de la demostración y del raciocinio,{5} siendo digno de notarse [81] que la tesis físico-escéptica sirve a Vallés de premisa para deducir la necesidad y existencia de la vida futura: Quare si in hac vita ac sensuum horum ministerio, non potest scientiam naturae consequi, fit ut illum maneat vita alia beatior, in qua, a perpetua, qua in hac torquetur siti, sit satiandus, cum scilicet, apparuerit gloria Dei.
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{1} Además de sus comentarios in quartum librum Meteororum Aristotelis, y sin contar su versión de los ocho libros Physicorum, de Aristóteles, ilustrada y enriquecida con notas y explicaciones eruditas, Vallés escribió comentarios sobre diferentes obras de Hipócrates y Galeno, según se desprende claramente de lo que él mismo nos dice en el prólogo de su Sacra Philosophia: «Proinde ego, escribe, perfectis jam in omnes auditorios Aristotelis de natura, et quamplurimos Hippocratis et Galeni de re medica, libros commentariis, quod Deus concesserit vitae reliquum, statui in iis philosophari.»
Lo cual se halla conforme con lo que dice en el prólogo de su versión y comentarios in libros Physicorum, donde, además de felicitarse por la general restauración de las letras (Omne enim litteraturae genus videtur jam ad antiquum nitorem redire), alude a sus numerosas obras de medicina, publicadas ya (multa medicine opera), o próximas a publicarse.
Por cierto que en el mismo prologo ensalza a Felipe II y a su augusto padre, porque, sin atenerse a tradiciones exclusivistas o nobiliarias, comenzaron a conferir las dignidades, magistraturas y demás honores a los varones doctos y virtuosos: Caepistis dignitates, magistratus et alia omnia praemia quae.... superioribus saeculis, velut jure nobilitatis petebantur, in viros probos et doctos conferre.
{2} «Certe nisi Deus immergeret in humanum corpus rationalem animam.... oriretur naturaliter forma aliqua sensitiva; nunc vero non oritur, quia eodem temporis momento, quo commodam compositionem corpus consequutum est, inspirat in illud Deus spiraculum vitae, quod simul sensitiva et intellectiva anima est.» De Sacra Philos., cap.IV.
{3} «Argumento esse potest, quod Aristoteles, auctor minime vanus, librum proprium dedit ei doctrinae, et sparsim scripsit de ea multa in libris de Historia animalium. Sed et Hippocrates.... sparsim scripsit multa ad Physiognomiam spectantia.» De Sacra Philos., cap. XXXII.
{4} Entre otros, el Sr. Laverde, en sus Ensayos críticos. Pero la verdad es que la profesión de escepticismo absoluto y general que le atribuye carece de fundamento; pues las palabras que cita en su apoyo no expresan ni representan la resolución, sino la proposición o planteamiento del problema escéptico indicado, según se desprende a primera vista de las palabras del Eclesiastés que sirven de comienzo y tema al capítulo de que están tomadas, que por cierto es el LXIV y no el XLVI, como se dice en los Ensayos, sin duda por error de imprenta. Después de plantear la cuestión en los términos indicados, y después de exponer y discutir las diferentes opiniones y teorías de filósofos y escuelas sobre este punto, Vallés expone su propia opinión en los términos que indicamos en el texto.
{5} «Atqui ego ita statuo: Nullius substantiae habere possumus per se notitiam, quam vocant intuitivam, quia nulla via est ad intellectum nisi per sensus; sensus vero patibiles tantum percipiunt qualitates. Accidentium haberi potest notitia per se.... Porro assertiones quaedam sunt per se notae, quarum assensus natura nobis est insitus: aliae vero sunt, quae ex primis monstratorie colliguntur; primarum habetur scientia naturalis; aliarum vero ratiocinando conquisita.... Eorum vero, quae in opinione versantur, cujusmodi sunt omnia physica problemata, constat nullum prorsus sciri posse.... sublata omni obscuritate et incertitudine, quae non possunt abesse ab opinione. Non solum autem non est hactenus comparata scientia physicarum assertionum, sed nec comparari quidem potest, quia physicus non abstrahit a materia; non tamen proinde debet more Pyrrhonicorum dubitare de omnibus sed probabilioribus assentiri.» De Sacra Philosophia, cap. LXIV.