Zeferino González, Transición de la Filosofía moderna a la Filosofía novísima por medio de Kant (original) (raw)

Para quien haya seguido con nosotros el movimiento histórico de la Filosofía moderna, a contar desde Bacón y Descartes, es cosa no difícil de comprender que son tres los caracteres fundamentales y los puntos salientes, por decirlo así, que entraña esa Filosofía. Si bajo el punto de vista filosófico encontramos en ella desde sus primeros pasos al empirismo y al idealismo, descubrimos a la vez en ella el principio racionalista, que la distingue y caracteriza desde el punto de vista teológico. Racionalismo, empirismo, idealismo: he aquí las tres direcciones fundamentales de la Filosofía moderna, considerada en su origen, o al menos en sus dos primeros y principales representantes, Bacón y Descartes.

Como sucede generalmente en las revoluciones [441] filosóficas; como sucede cuando el espíritu humano emprende nuevos derroteros o se inicia un nuevo período en la historia de la Filosofía, los hombres y el tiempo, coeficiente natural, aunque insensible, de las obras humanas, suelen desenvolver, concretar y aplicar las ideas más o menos vagas e indecisas, arrojadas al viento con cierta timidez por sus autores y primeros representantes. Tal aconteció en el período de la Filosofía moderna que acabamos de recorrer. La idea racionalista, incubada y aplicada, más bien que enseñada y defendida, por Descartes y Bacón; el racionalismo, más bien práctico que teórico, indeciso, incompleto y como vergonzante de los dos fundadores de la Filosofía moderna, se transforma en racionalismo explícito y decididamente anticatólico en Hobbes y Spinoza, sus sucesores inmediatos.

Una cosa análoga sucedió con las otras dos direcciones fundamentales iniciadas y representadas por Bacón y Descartes. A través de Hobbes, de Locke, de Berkeley, la dirección empírica dio por resultado el escepticismo de Hume y el sensualismo materialista de la Enciclopedia. Y esta Enciclopedia representa también la última evolución del idealismo cartesiano, a través de Spinoza, Pascal, Malebranche y Condillac. Que si el genio de Leibnitz, ayudado por Bossuet y Fénelon, trató de contener la dirección racionalista, que, palpitando en el fondo de la doctrina baconiana y cartesiana, había sido sacada a la superficie por Hobbes y Spinoza, y si trató también de evitar las exageraciones y extravíos de la corriente empírica y de la corriente idealista, combinando y armonizando con el elemento tradicional y cristiano lo que en esta doble [442] corriente había de racional y verdadero, sus esfuerzos no obtuvieron el resultado apetecido, y el armonismo leibnitziano no pudo resistir a las corrientes impetuosas y muy desarrolladas ya del racionalismo, del cartesianismo y del sensualismo. Y si el edificio tan vasto como sólido de Leibnitz no pudo resistir a la impetuosidad de esas corrientes, dicho se está de suyo que éstas debían arrebatar fácilmente, o, mejor dicho, pasar por encima del raquítico edificio levantado por la escuela escocesa, resultado y amalgama informe del psicologismo cartesiano y del empirismo de Bacon.

Así es que, al finalizar el siglo XVIII, la Filosofía, corroída interiormente por un racionalismo universal y absorbente, y saturada a la vez de escepticismo y sensualismo materialista, se hallaba en un estado de verdadera postración, y no es fácil calcular lo que hubiera sido la historia de la Filosofía, a contar desde la época indicada, sin la sacudida vigorosa que le comunicó el genio de Kant.

Nació este notable filósofo en Königsberg, año de 1724. Su padre, Juan Jorge Kant, el cual, según Ueberweg, era oriundo de Escocia (die familie Kant stammt aus Schottland), y ejerció el oficio de sillero en Königsberg, procuró darle esmerada educación. Al efecto, colocó a su cuarto hijo, Manuel Kant, en el Colegio de Federico, llamado vulgarmente Collegium Fridericianum, en el cual permaneció y estudió humanidades desde 1732 hasta 1740, época en que dio comienzo a sus estudios universitarios de Filosofía, Matemáticas y Teología. El pietista Francisco Alberto Schulz y el filósofo Martín Knutzen, fueron los dos maestros que [443] ejercieron mayor influencia sobre Kant durante su carrera escolar, y aun después de terminada ésta.

Terminados sus estudios, y después de enseñar varias asignaturas como profesor particular y privado, obtuvo el título de profesor universitario en 1770. Sus obras principales, o sea las que representan y constituyen su originalidad y su importancia histórico-filosófica, datan desde 1781, y son: la Crítica de la razón pura, la Crítica de la razón práctica, la Crítica del juicio, los Prolegómenos a toda metafísica futura, los Principios metafísicos de la moral, sin contar La Religión dentro de los límites de la razón, los Principios metafísicos del derecho, y algunas otras.

Entre éstas merecen citarse como más importantes la Antropología desde el punto de vista pragmático, y los_Principios metafísicos de la ciencia de la naturaleza_. El tratado u opúsculo con el rótulo Uber das Misslingen aller philosophischen Versuche in der Theodicee, es también notable como encarnación y aplicación del pensamiento crítico escéptico contenido en la Crítica de la razón pura, pertenecientes al género crítico, que constituye el aspecto principal y característico de Kant. Porque es sabido que, en la primera época de su vida, este filósofo publicó varios escritos de carácter más bien dogmático que crítico, y entre ellos la Historia natural y teoría del cielo, de la cual arranca y a la que se deben tal vez las famosas teorías, o digamos la hipótesis astronómica de Laplace.

La ciudad que vio nacer al fundador del criticismo moderno le vio también morir en 1804.