Píndaro y los Juegos Olímpicos (original) (raw)

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Ignacio Gracia Noriega

Que los Juegos se hayan ido a Río es como si nos hubiera tocado la lotería

Se ha producido verdaderamente una decepción nacional con motivo del fracaso de la candidatura de Madrid como sede olímpica o se trata sólo de propaganda oficial? Porque, de no ser propaganda, tal decepción es lo que debiera decepcionarnos, ya que no nos decepciona que el Fondo Monetario anuncie el final de la recesión excepto en España y que en Asturias se haya superado el número de 70.000 parados. Tampoco decepciona a los españoles, parece ser, que España, después de haber sido la última dictadura militar vigente del mundo occidental, sea en la actualidad el último reducto del socialismo irreal, aunque sin renunciar a los métodos del socialismo real. En las presentes circunstancias, el prestigio internacional de un país no se mide por conseguir sedes olímpicas, sino porque los piratas somalíes no secuestren a sus atuneros. Sumido en la ensoñación del pensamiento mágico, que el maestro Gustavo Bueno catalogó como «pensamiento Alicia» para diferenciarlo del pensamiento mágico habitual, mucho más serio, el actual ministro de Deportes de esta monarquía, creyendo en exceso a su secretaria general (porque cree cualquier cosa es porque está sumido en el «pensamiento Alicia»), se lanzó a defender la candidatura madrileña como si fuera el Obama europeo, y espero que al fin se haya dado cuenta, porque viajando más allá de las fronteras siempre aprenden algo, sobre todo los que no leen, de que el prestigio de su persona es bastante limitado una vez que cruza los Pirineos, debido en buena parte a que él mismo se ocupó de debilitar al país que preside. Pues no se puede tener todo: hacer política de cooperación con los separatistas y regir al tiempo una nación con peso en el mundo. Lo primero que pierde una nación en riesgo de fragmentarse es fuerza y poderío en el concierto internacional.

En pleno desconcierto económico, con un Gobierno que no está a la altura de las circunstancias y una oposición que ni siquiera está a la altura del Gobierno, que la sede de los Juegos Olímpicos se haya ido para Río de Janeiro es como si nos hubiera tocado la lotería. A pesar de los cientos de millones de euros que despilfarró Ruiz-Gallardón, no todo se ha perdido, sino démoslo por ganado. Pues espeluzna pensar en el disparate de gasto público que hubiera recaído sobre los españoles y en el delirio de millones que hubieran pasado a otras manos a cuenta de comisiones, propinas y demás. Si incluso en el paraíso del socialismo real, donde quien mete la mano en el cajón, ¿qué no volvería a suceder en el bastión del socialismo irreal, donde quien mete la mano en el cajón se hace mucho más rico sin que le pase nada, a no ser que pertenezca al inútil partido de la oposición (el PAN de este PRI)?

No hemos perdido nada por que Madrid no sea la sede de las Olimpiadas, sino que hemos ganado mucho: todo lo que se va a ahorrar. Las Olimpiadas son el gran camelo del siglo XX, discurrido por un desocupado francés con nombre de bombín, el barón de Coubertin, que de momento sólo han servido para dar lustre a vividores como el ínclito Samaranch, uno de los españoles que mejor se han reciclado de la historia, ya que pasó de jerarca franquista a demócrata de toda la vida, de monárquico fervoroso a apoyar una candidatura de niños republicanos en los últimos premios «Príncipe de Asturias»: la desvergüenza personificada. Y, en fin, ¿qué es ese cuento de que se hacen las Olimpiadas para promocionar y enaltecer la paz cuando los Juegos Olímpicos de verdad, los que se realizaban en Olimpia en honor de Zeus, eran sencillamente preparación de los jóvenes para la guerra? El maratón lleva el nombre de una batalla y el lanzamiento de jabalina es el ejercicio más pacífico que existe. Por no recordar que los Juegos Olímpicos por antonomasia, los de Berlín de 1936, fueron el más multitudinario y perfecto acto de propaganda del nacional socialismo hitleriano, uno de los totalitarismos más pérfidos del pasado siglo.

Yo recomendaría a quienes se sientan decepcionados porque los Juegos próximos van a celebrarse en Río de Janeiro, que lean a Píndaro, el gran poeta de las Olimpiadas: su «Obra completa» ha sido publicada por Cátedra el año 2000; se trata de la edición excelente de unos poemas épicos y bellísimos. La acción es el sustento de la épica, y en estos versos no se leen palabras de paz. Y si no, véanse los próximos Juegos por TV.

La Nueva España · 14 octubre 2009