Masip mira al Naranco / 29 octubre 2011 (original) (raw)

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Ignacio Gracia Noriega

El último libro del ex alcalde contempla con amor y nostalgia a Oviedo y a sus habitantes

«Con vistas al Naranco» (Septem Ediciones, Oviedo, 2011), el último (de momento) libro de Antonio Masip, es su mejor libro. Así se lo comuniqué a su autor por teléfono; ahora procuraré explicarlo brevemente.

En la época del colegio, los más querían ser ingenieros y a poquísimos nos gustaba la literatura. De éstos, Juan Cueto y Pepe Avello eran mayores que nosotros, y don Bernardo Fernández (excelente prosista, aunque dos catástrofes truncaron su posible carrera literaria: la admiración hacia el Cosmopolita bonaerense e incluso hacia Italo Calvino y el acercamiento al PSOE, partido que no valoró que fuera sutil ni que supiera emplear la pala de pescado), más pequeño. De los de mi curso, Vigil era poeta barroco a la manera de Miguel Ángel Asturias (mucho menos «social» que el miguelhernandiano Paco de Asís Junquera, a quien conocíamos del Instituto), Miguel Ángel del Hoyo era fervoroso de Juan Ramón Jiménez e Ignacio Aldecoa, Ávila escribía cuentos tremebundos en los que moría hasta el apuntador, Rafael Sariego mostraba afición por el teatro y yo estaba influido por Faulkner. Antonio Masip, por su parte, se interesaba por la política. Tanto que Montes Vidau y Valentín Monte, siempre agudos, le llamaban «el joven Kennedy». No sé si no habremos constituido también una «generación perdida», ya que vivimos el final de una dictadura «cutre» y casposa y contribuimos a crear una democracia de poca calidad.

Antonio Masip se estrena como «escritor con lectores» en las páginas de La Nueva España, donde durante años tuvo la sección «Oviedo al fondo», seleccionada más tarde en un libro al que le puso prólogo Emilio Alarcos, quien destaca algunas características perdurables de su estilo: «leves pinceladas de nostalgia, humanísima caridad, simpatía comprensiva y, sobre todo, amor a Oviedo». El amor a Oviedo caracteriza a la persona y a la obra de Antonio Masip, y aunque en algunos libros se aleje unos kilómetros, la ciudad es el punto de partida, como en «De Oviedo a Salinas por el Eo» (título que me suena pemaniano). Ahora, finalmente, mira a Oviedo desde el reflejo del Naranco, su monte tutelar, su altura más reconocida e ilustre, junto con la torre de la Catedral. Su título parece homenaje al de la recopilación póstuma de Cándido G. Riesgo: «Una mirada desde el Naranco» y completa el título de un libro suyo anterior: «Desde mi ventana». La ventana de Antonio Masip es «Con vistas al Naranco», y el monte protector refleja la ciudad y sus gentes a las que el autor que se asoma a la ventana contempla con amor y nostalgia: con «leves pinceladas de nostalgia», que escribió Alarcos, y mucho amor. Y este libro nostálgico y enciclopédico lo recoge todo: desde batallas de la Guerra Civil a anécdotas y textos literarios ajenos (por lo que también es una antología del Naranco) y hasta tarjetas de felicitación de Alfonso Guerra, para que se note que está bien relacionado. La ventana de Masip al Naranco se abre al mundo.

La Nueva España · 29 octubre 2011