No exactamente arrepentidos / 12 diciembre 2011 (original) (raw)

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Ignacio Gracia Noriega

La sabiduría de los electores asturianos el pasado 20-N

A raíz del desastre del PP en las anteriores elecciones municipales y autonómicas, Gabino de Lorenzo vaticinó que para las elecciones generales habría «muchos arrepentidos» entre los que votaron a Foro. No exactamente arrepentidos. El elector con sentido común participa de modo distinto en las elecciones autonómicas que en las generales; en aquéllas puede permitirse experimentos, votar a partidos pintorescos, e incluso «echar una cana al aire», pero en las pasadas generales era mucho lo que nos jugábamos (imaginen el callejón sin salida si hubiera vuelto a ganar el PSOE), para que Foro tuviera posibilidades de repetir su éxito del 22 de mayo, en que un partido improvisado desarboló a los dos partidos predominantes. Pero una cosa es ganar y otra gobernar, y una plantear los problemas de Asturias y otra los generales de España (entre los que se incluyen, como es natural, los particulares de Asturias).

El crecimiento desmesurado e indeseable de los separatismos indica adónde fue el voto de cierta izquierda radical que había votado al PSOE. En Asturias, por fortuna, el asturchalismo nunca tuvo presencia, aunque cierta parte de él parece haberse acogido a Foro, puesto que el casquismo, de presentarse como una «derecha sin complejos», osciló hacia el regionalismo, como anteriormente había hecho Sergio Marqués cuando fue víctima de la «ortodoxia» de Álvarez-Cascos. Regionalismo y separatismo son lo que menos falta nos hacen en este momento, aunque la tónica general de esta segunda restauración borbónica sea el incremento de los nacionalismos y separatismos, irresponsablemente alentados y protegidos desde Madrid por partidos de definición nacional. De hecho, los dos únicos partidos nacionales que hay en este momento son el PP y UPyD de Rosa Díez. Los coqueteos del zapaterismo con el separatismo han sido nefastos para España y para el propio PSOE, el cual recibió en los cortijos de sus «amigos» separatistas severos varapalos, pues entre votar el separatismo fetén y el separatismo oportunista de la Chacón o Pachi López no creo que se haya planteado ni siquiera la duda cualquier separatista con cabeza. El regionalismo de Foro, aunque confuso, no deja de ser un asidero de elementos asturchales aun antes del completo fracaso de su interesante proyecto de ser un partido nacional.

En Asturias, el resultado de los partidos mayoritarios no es para bailar el «sirtaki», como hicieron los del PP. Tanto ellos como el PSOE perdieron un diputado cada uno. El descalabro del PSOE fue poco, ya que presentaban al recadero de Rubalcaba, la pretendida «renovación» del partido socialista después de haber sido hasta la víspera vicepresidente y «hombre fuerte» del nefasto Gobierno zapateril. También habrá influido en la pérdida de votos la corrupción personificada en el Padre Amantísimo (son ejemplares estos marxistas ex leninistas que, habiéndose propuesto ideológicamente la destrucción de la familia tradicional y de la propiedad privada, se sacrifican para que sus hijos sean ricos) y la funcionaria Otero, anfitriona, por cierto, de Rubalcaba y su espolique. El resultado del PP no fue mucho mejor, pues mientras gana claramente en casi toda España, sus resultados aquí continúan siendo mediocres, lo que demuestra que no aprendieron del castigo que les dio Álvarez-Cascos en mayo ni leyeron a don Francisco de Quevedo, que afirma que «nunca mejora su estado quien solamente muda de lugar y no de vida y costumbres». Insistieron en presentar a los «perdedores habituales», no teniendo Sánchez reparo en ir de segundo en la lista como Bibiana aceptó la subsecretaría después de ser ministra (lo que importa es estar en la «pomada»), ni Fernández Rozada en volver a la lid después de muerto, como el Cid Campeador, pero sin ganar batallas.

El pueblo soberano votó con estoicismo, sabiendo que no hay varitas mágicas que saquen de la crisis. Pero al menos existe la confianza en que el PP garantice una administración razonable, aunque el desaguisado zapateril abarca no sólo el aspecto económico, sino el político, el nacional, el internacional, el de la credibilidad de las instituciones y, sobre todo, el moral. España ha quedado para el arrastre. Esto debieran tenerlo en cuenta los dos partidos asturianos «de derechas» (llamemos a las cosas por su nombre), que si quieren hacer algo de provecho, están condenados a entenderse, y como escribe Alberto Menéndez, está claro quién debe dar el primer paso, «con propuestas concretas y realistas, no como una simple estrategia de cara a la galería».

Recuerdo, a este respecto, la situación del PSP después de las primeras elecciones democráticas. La profesora Lola Mateos hizo un análisis lúcido. Lo que habían ganado se debía principalmente al «tirón» de Tierno Galván. Pero a partir de entonces, no les quedaba otro futuro que integrarse en el PSOE. Cosa que se hizo. Nadie se engañe ahora: el triunfo de Foro obedeció a la figura política de Álvarez-Cascos, a la inutilidad del PP asturiano y al descontento de muchos electores conservadores e incluso de izquierda moderada. Pero ha llegado el momento de la verdad. ¿Va a ser el Foro casquista más irresponsable y altanero que el difunto PSP galvanesco?

La Nueva España · 12 diciembre 2011