Otra víctima de la "amnesia astur" (original) (raw)
Ignacio Gracia Noriega
La plena vigencia de Alvaro Flórez Estrada a los 250 años de su nacimiento.
El profesor Rafael Anes, irreprochable caballero a la antigua (él sabe que, para mí, ser a la antigua es el mayor elogio) y economista ilustre, ha reivindicado en Oviedo a un colega de otro tiempo: Alvaro Flórez Estrada, que, según la reseña del acto, publicada en La Nueva España, firmada por Eduardo García, es "víctima de la amnesia astur", y también de la incuria española, ya que la personalidad y obra del economista asturiano exceden con mucho al ámbito de su tierra natal.
Flórez Estrada, como economista y como político, posee una talla que pocos asturianos igualan. No obstante, ha caído en el olvido y el desconocimiento hasta extremos significativos. Se sabe que está enterrado en Noreña aunque se ignora en qué lugar del cementerio No diré que el nombre de Flórez Estrada sea desconocido para algunos astunanos, pero su resonancia se diluye en una sucesión de vagas posibilidades. ¿era un escritor, era un político, era uno de los que intervinieron en la guerra de la Independencia, aunque a la mayoría de aquellos a los que les suena el nombre les resultaría muy comprometido precisar si fue afrancesado o patriota? Tiene calles en Oviedo y en Noreña, pero tener una calle en esta época de descontrol ya vemos para qué sirve: para que llegue el gobierno radical de turno y la cambie, considerando que el personaje del callejero no comparte sus ideas. Flórez Estrada no era un "carca", pero vayan ustedes a saber cómo se le considera con los criterios de ahora.
Según escribe Rafael Anes en el prólogo a la biografía "Flórez Estrada el hombre, el pensador, las obras", de Constantino Suárez, reeditada en Gijón en 1992, Flórez Estrada, como economista, sostenía "la conveniencia de una política librecambista, con abandono de las prohibiciones al comercio y de la protección arancelaria, incluso la protección a la industria naciente. para que cada país aproveche sus ventajas comparativas".
Era seguidor de David Ricardo en el análisis del crecimiento a largo plazo, considerando que a "la mayor o menor división del trabajo, condicionante del crecimiento depende del tamaño del mercado y éste, a su vez, de la posibilidad de acceder a él los productos y de la competitividad de éstos. Por ello aboga por la mejora de la infraestructura por parte de la administración pública, para conseguir un mejor acceso de los productos y un coste menor de ellos".
Sus ideas relativas a la desamortización tendían a evitar que se creasen grandes explotaciones en manos de propietarios con recursos para invertir y con capacidad empresarial, que entrasen dentro del sistema económico del mercado. Prefería la formación de pequeñas explotaciones en manos de campesinos eficientes.
Nació en Pola de Somiedo el 27 de febrero de 1766, por lo que recientemente se cumplieron los doscientos cincuenta años de su nacimiento Flórez. Estrada es, igual que Jovellanos, una "rara avis" que en un país culturalmente afrancesado, atendía a formas políticas y económicas inglesas, debido a que en una época de grandes convulsiones españolas en las que los exilios eran habituales, y Francia la gran meta, algunos marcharon a Inglaterra, por Gibraltar o Lisboa; entre ellos, Flórez Estrada.
A liberal le ganaban pocos. Defendía la libertad política, la libertad de imprenta, la libertad civil. la libertad de Aduanas, la libertad de comercio, la libertad de hablar y la libertad de pensar Una vez cursados los estudios de leyes en la Universidad de Oviedo, marchó a Madrid, donde llegó a Tesorero General del Reino, cargo al que renunció por enfrentamiento con Godoy, el cual le confinó en Somiedo, donde Flórez Estrada administró una ferrería.
Posteriormente, instaló otra ferrería en Grado, por lo que puede decirse que no fue solo un economista teórico, ya que tuvo esia actividad empresarial dentro de una industria metalúrgica muy rudimentaria. La Junta General del Principado le nombra procurador general, y en el ejercicio de tal cargo su actuación será decisiva en los primeros días de la "revolución" asturiana contra las tropas napoleónicas, redactando la "Proclama" de la Junta y también la carta que la delegación asturiana llevó al rey de Inglaterra. El término "revolución" en este contexto, que también utiliza el Conde de Toreno en su gran obra sobre la guerra de la Independencia, titulada "Historia del levantamiento, guerra y revolución de España", procede de Flórez Estrada, que afirmaba que "la lucha contra el invasor no tiene sentido si no es al mismo tiempo una revolución política".
Al ser disuelta la Junta por el Marqués de la Romana, Flórez Estrada marcha a Sevilla y de allí a Londres, donde publica la "Introducción para la historia de la revolución en España" y "Examen imparcial de las disensiones de América con España". Londres será su refugio no solo político y personal, sino también editorial, ya que, exiliado nuevamente en la capital inglesa después de su importante actuación durante el período constitucional de 1820 a 1823, en el que fue ministro de Estado y redactó con Martínez Marina en 1823 un proyecto de Código Penal, publica allí sus análisis económicos "Efectos producidos en Europa por la baja en el producto de las minas de plata" y "Examen de la crisis comercial de Inglaterra, y, en 1928, el "Curso completo de economía política", la obra que asentó su prestigio como economista en Europa entera. Este segundo exilio inglés duró diez años, hasta la muerte de Fernando VII, aquel desagradable personaje por quien el pueblo español había luchado ferozmente llamándole el "Deseado".
El reinado de Fernando VII fue una desgracia que cayó sobre España, contribuyendo en crear el país desquiciado que es en la actualidad, y para cuyo remedio sirvieron de poco los esfuerzos de hombres como Flórez Estrada. A su regreso del exilio ya no era joven, pero fue diputado en todas las legislaturas desde 1834 a 1840, apoyando la desamortización de Mendizábal aunque no los métodos con los que la llevó a cabo. Tras ser nombrado senador vitalicio se retiró al palacio de Miraflores, en Noreña, que había sido de su tío el mariscal Manuel Acevedo y que por entonces disfrutaba su prima, Concepción Acevedo. Allí falleció el 16 de diciembre de 1853. Produce cierta melancolía pasar delante El paisaje al que se abre, y que seguramente no habrá padecido muchas alteraciones, fue el último que contemplaron los ojos cansados de don Álvaro.
La Nueva España · 12 marzo 2016