David Stoll | Los buenos vecinos van a Vietnam (original) (raw)

David Stoll · ¿Pescadores de hombres o fundadores de Imperio? El Instituto Lingüístico de Verano en América Latina

En enero de 1953, el Director General de Wycliffe anunció que “se ha comenzado un gran avance hacia el Lejano Este” dirigido por el Director Comisionado Richard Pittman. “Las tribus sin la Palabra en la República de Filipinas, así como en el dominio de Formosa de ese baluarte [135] cristiano, el estadista Chiang Kai Shek, son los primeros objetivos”, escribió Townsend. “Esto pondrá a Wycliffe bastante cerca de un avance de otra naturaleza… que tiene poca consideración por la Palabra de Dios. Este avance marxista ya se ha engullido dos grandes naciones y a una gran proporción de la población de la tierra, ha expulsado a los misioneros y ha tratado de destruir los frutos de sus obras. ¿Qué posibilidades tiene el avance aparentemente diminuto de Wycliffe ante tales desventajas?… Confiamos en sus oraciones por el contra-avance de Wycliffe para traducir la Biblia para veintenas y veintenas de tribus que están casi bajo las narices del comunismo; y algún día hasta para las áreas tribales que existen detrás de la cortina de hierro… Pidamos a Dios reclutas (veintenas de ellos durante 1953), fondos, el favor oficial, puertas abiertas y protección hasta que todos los idiomas hayan recibido la Palabra de Dios”{86}.

Bienvenido sólo en dependencias norteamericanas, Wycliffe marcharía adelante con esas convicciones en Asia durante varias décadas más. Formosa fue pronto olvidada, pero en las Filipinas y Vietnam del Sur la diplomacia lingüística alcanzó el nivel más alto. Ya que los nuevos campos no estaban cerrados a los misioneros evangélicos, Wycliffe ayudaría a los gobiernos amistosos a detener el “avance marxista” a cambio de protección frente a él. Al hipotecar su divina misión con regímenes extorsionistas cuyo principal apoyo era Estados Unidos, Wycliffe se alistó contra movimientos anticolonialistas incluso antes de poner un pie en las aldeas.

El hombre del Instituto Lingüístico en Manila era Richard Pittman, a quien el fundador había preparado para el liderazgo en México. En su primera visita en abril de 1951_,_ se reunió con funcionarios filipinos, incluyendo al Secretario de Relaciones Exteriores Carlos Rómulo, e informó que era probable conseguir una invitación. Desgraciadamente, otra lección norteamericana de democracia parecía estar derrumbándose bajo el peso de su propia corrupción. Liderados por el Ejército de Liberación del Pueblo, o los Huks, campesinos y peones estaban venciendo a los ejércitos privados de terratenientes que se habían enriquecido bajo la ocupación norteamericana y japonesa. En la medida en que el gobierno de Manila perdía terreno, Estados Unidos volvió a intervenir con un programa de contra-insurgencia que se convirtió en un ensayo general para las primeras etapas de la expedición a Vietnam.

El hombre que los consejeros norteamericanos habrían de publicitar como el salvador de las Filipinas, Ramón Magsaysay, se convirtió en la [136] figura paterna del ILV en el Asia. Siendo aún éste Secretario de Defensa, Pittman le envió un ejemplar de Lázaro Cárdenas, demócrata mexicano, junto con felicitaciones por restaurar el orden. Magsaysay respondió con favores personales y, después de llegar a la presidencia, se ocupó de que el ILV recibiera un contrato en febrero de 1953. Según Wallis y Bennett, su amistad con Pittman se desarrolló siguiendo los ragos de la de CárdenasTownsend.

La segunda avanzada en el extremo de Asia Oriental tuvo lugar en una jurisdicción más estable, el territorio fideicomiso australiano de Papúa Nueva Guinea. El nerviosismo local aparentemente ayudó a impulsar el paso. En 1955, el año después que un ejército francés se rindió al Viet Minh en Dienbienphu, el misionero australiano Robert Story recordó a Wycliffe los muchos idiomas pendientes de las Indias Orientales, su posición estratégica durante la reciente guerra mundial cuando los norteamericanos y australianos había repelido hombro a hombro al enemigo japonés, y el peligro actual: “países ahora cerrados a los misioneros”. Incluso más cerca de casa, Indonesia –recién independizada, musulmana y expansionista– estaba haciendo ruidos amenazadores. Wycliffe ya estaba dictando un curso de lingüística en Australia, así como en Canadá e Inglaterra, y en 1956 miembros australianos y canadienses lanzaron la que es hoy en día la filial más grande del ILV.

Dos iniciativas posteriores subrayan la probable razón de la buena suerte del grupo en Filipinas. En Vietnam del Sur, Richard Pittman encontró nuevamente favor oficial y protección al más alto nivel: cuando llegó a principios de 1956 con una carta de Magsaysay al Presidente Ngo Dinh Diem, éste último se portó “de manera muy amistosa”. Pero el mismo año se le acabó la suerte a Pittman en Indonesia. Aunque el Secretario de Educación simpatizaba con él, el Presidente Sukarno no. A diferencia de Diem y Magsaysay, Sukarno no era aconsejado por expertos norteamericanos en contra-insurgencia, ni le gustaba dejar trajinar a los norteamericanos por su país.

En la época en que Pittman fue presentado a Magsaysay (1952) y a Diem (1956), cada uno de ellos estaba bajo la tutela del Coronel Edward Lansdale de la Agencia Central de Inteligencia. En Manila, Lansdale era jefe de estación de la Oficina de Coordinación de Políticas de la CIA, cuyo personal en Washington incluía en ese tiempo a nuestro ya conocido Coronel William Kintner. Siendo el guerrero psicológico modelo, Lansdale fue el cerebro del terror contra los Huks, supervisó el ascenso de Magsaysay a la presidencia y planificó sus aciagas reformas (dijo Magsaysay a Pittman: “la biografía de Townsend sobre Cárdenas me ha dado un modelo de [137] reforma nacional”){87}. Según un alarde de la CIA, Lansdale había “inventado” a Magsaysay.

En Vietnam del Sur, Lansdale estaba supuesto a crear otro héroe de la Guerra Fría. Para refrenar al Viet Minh en el norte mientras el ejército francés se retiraba, los norteamericanos recién llegados instalaron a Ngo Din Diem como presidente en Saigón. Richard Pittman no estaba solo al cruzar el Mar de la China del Sur en esa época: la Compañía Libertad y la Operación Hermandad que Magsaysay envió a su contraparte, Diem, eran en realidad operaciones de la CIA puestas en marcha por el Coronel Lansdale{88}. Aún si él y sus asociados no fueran directamente responsables por responder a los rezos de Wycliffe, fueron ellos quienes diseñaron los programas de construcción de la nación de los que Wycliffe se hizo parte.

En su nuevo puesto, Landsdale comprendió la importancia de los 900.000 Montagnard, las minorías étnicas que vivían en las alturas boscosas donde buena parte de la guerra sería peleada. Acostumbrados a sacar ventaja de la tradicional hostilidad entre los Vietnamitas y los Montagnard, los franceses cometieron el error de enemistarse con estos últimos en las montañas alrededor de Dienbienphu, convirtiendo a ese reducto en la trampa que forzó su retirada. A mediados de 1955, unos seis meses antes de que Pittman viniera a Saigón, Lansdale empezó a prepararse para usar a las minorías montañesas como “alarma” contra la infiltración comunista{89}. Pero los Montagnard descubrieron que el régimen de Diem, con cuyo departamento de Educación el ILV celebró su contrato en 1957, era mucho más opresivo que el francés. Diem eliminó su autonomía administrativa, reubicó a los refugiados del norte en su 'monte' y los arranco de sus hogares para trasladarlos al territorio controlado por Saigón. Como reconoció un analista del Pentágono, las políticas de Diem empujaron a muchos Montagnard hacia el campo revolucionario{90}.

Lansdale dice que él quiso evitar que los norteamericanos “se metieran entre” los Montagnard y el gobierno de Saigón, pero precisamente [138] eso era lo necesario{91}. Lansdale mismo ayudó a persuadir al Presidente Kennedy a ampliar las Fuerzas Especiales o Boinas Verdes, que comenzaron a organizar un ejército Montagnard en 1961. En su momento de mayor auge, estas fuerzas llegaron a 45.000 hombres sólo en Vietnam del Sur, con aún más en el 'Ejército Clandestino' de la CIA en Laos. Pero aunque estaban bajo tutela norteamericana, se consideraban independientes del gobierno de Saigón y ocasionalmente se rebelaron contra éste. Muchos otros militaron en el Frente de Liberación Nacional{92}. Mientras la lucha por la lealtad de los Montagnard se agudizaba a fines de los cincuenta, los primeros traductores Wycliffe comenzaron a ocuparse de diecinueve grupos idiomáticos.

Las misiones evangélicas fueron mucho más exitosas entre las minorías montañesas que entre los vietnamitas. Contaban con 45.000 conversos Montagnard cuando, a principios de los setenta, la retirada de las tropas norteamericanas y la deserción en masa de los soldados tribales de sus nuevos oficiales vietnamitas, coincidieron con una oleada de febriles movimientos de renacimiento religioso{93}. Muchos conversos habían sido hallados donde los Boinas Verdes reclutaban sus tropas, en la confusión y desesperación de las aldeas fortificadas y de los campos de refugiados, a los que habían huido o sido llevados por las fuerzas anticomunistas. La Alianza Cristiana y Misionera era la principal agencia sembradora –de– iglesias, con el ILV en un papel de apoyo. Los traductores produjeron el grueso del material en los idiomas Montagnard –gramáticas, diccionarios y cartillas– disponibles para el gobierno de Saigón. En 1967 su Departamento de Educación, el Instituto Lingüístico y la Agencia para el Desarrollo Internacional (AID) se embarcaron en la educación bilingüe{94}. Con fondos de la AID (163.000 dólares hasta 1971), el ILV llegó a preparar doscientos títulos y ayudó a entrenar a ochocientos maestros en diecisiete idiomas{95}. Los traductores proporcionaron también datos [139] etnográficos a las fuerzas norteamericanas, como es confirmado por su contribución en un manual de las culturas Montagnard para los Marines{96}.

La mayor parte de los equipos del ILV consistía en parejas con hijos y en mujeres solteras, algunos virtualmente asignados a los Boinas Verdes para su protección{97}. En Traducción y en Por la vida o por la muerte (1969) de James Hefley, leemos acerca de las primeras visitas a las áreas Montagnard, ya inseguras. A veces los traductores de la Biblia sólo pueden hacer visitas con escolta armada, a veces la gente ya simpatiza con los comunistas. Después leemos acerca del traslado de los Montagnard sea a la selva y los comunistas, sea a los emplazamientos de los Boinas Verdes y los campos de refugiados. Aunque los Montagnard son generalmente 'secuestrados' por los comunistas, 'escapan' donde los norteamericanos o, si hay demasiados 'infiltrados' son 'reubicados'. A veces los Montagnard simplemente desaparecen. Aquellos que quedan bajo control norteamericano son seguidos por los equipos del ILV, que se reestablecen al lado de bunkers de los Boinas Verdes o en capitales provinciales fuertemente guarnecidas; que visitan a sus ayudantes lingüísticos en los campamentos durante el día; y que, al fin, son evacuados en transporte militar americano cubiertos por fuego americano. Aunque los relatos de Wycliffe para la tierra natal están repletos de atrocidades comunistas, sólo encontré una referencia a un error estadounidense y ninguna a crímenes estadounidenses. El poder de las armas americanas que costó tantas vidas y hogares Montagnard era solamente cosa de la guerra.

Al parecer, el ILV se había convertido un parte del esfuerzo bélico de Estados Unidos, pero como otras misiones evangélicas reclamaba ser apolítica y neutral. La explicación de las apariencias contradictorias era simple: si no llegarnos a los Montagnard con el Evangelio ahora, podrían no ser nunca alcanzados, y la única manera de llegar a ellos es por el lado norteamericano. La ayuda humanitaria podía sustituir al evangelismo para fabricar el mismo argumento: “no hay otro camino”{98}. Si la traducción de la Biblia había llegado a depender de la intervención norteamericana, razonaban los miembros del ILV, entonces el culpable era la agresión comunista. Y si los comunistas se oponían a la obra del Señor, entonces ellos eran el enemigo. Pero como el designio del Señor –y no la Guerra Fría– [140] era el responsable de la presencia del ILV en Vietnam, su misión era espiritual, no política. La política de Estados Unidos contra el comunismo subía a los cielos para regresar a la tierra como guerra santa, Dios contra Satanás, la última etapa de la neutralidad del ILV. La Guerra de Vietnam se convirtió en guerra de almas, observó Laurie Hart, cada una justificando a la otra y juntas constituyendo la posición del ILV{99}.

¿Había acaso otro camino? Algunos pocos quakeros y menonitas resistieron a la fuerte presión de su gobierno, vivieron con gente bombardeada por los norteamericanos y conocieron al Frente de Liberación Nacional (FLN). Douglas Hostetter encontró a un pastor vietnamita con una congregación del FLN{100}. Pero para las otras misiones evangélicas, muchos conversos y catorce misioneros mártires se convirtieron en el sello divino de su trabajo{101}. En 1963, dos misioneros del ILV y un niño fueron cogidos en un bloqueo de caminos. Se reportó que fueron ejecutados cuando las fuerzas de Saigón fueron a rescatarlos{102}. Durante la Ofensiva Tet de 1968, Hank Blood de la filial del ILV fue capturado en la infestada capital provincial de Banmethuot, junto con una misionera y un técnico de la AID. Los dos misioneros murieron a manos del FLN, según se ha reportado por falta de alimentos y medicinas, y fueron recordados en No hay tiempo para lápidas de James y Marti Hefley{103}. A modo de comparación, durante los asaltos a un Bunker de los Boinas Verdes donde las familias del ILV se habían refugiado, 960 norvietnamitas perdieron la vida. Las únicas bajas norteamericanas fueron un soldado que se torció el tobillo y otro que se magulló con un arma{105}. [141]

En privado, la filial del ILV estaba abiertamente a favor de la guerra. “Cuando usted estuvo en Vietnam”, escribió el director de la filial David Blood al Presidente Johnson en 1965, “usted prometió que Estados Unidos defendería a Vietnam. Estamos muy agradecidos al Señor de que usted tenga el coraje de mantener su promesa y que su compromiso en palabras haya sido acompañado de acciones muy apropiadas.

“Aquellos de nosotros que hemos vivido y trabajado por años en Vietnam hemos sentido la perfidia del enemigo y estamos convencidos de la necesidad de acabar con sus malvadas obras. El 4 de marzo de 1963, dos miembros adultos de nuestra organización y un bebé de 4 meses fueron asesinados en el camino de Saigón a Dalat. Hace cosa de pocos días, otro conocido nuestro, Peter Hunting, del Servicio Voluntario Internacional, fue asesinado en un camino al suroeste de Saigón. Esta gente que ha sido muerta sin causa alguna (y la lista es larga), provenía de las filas de los verdaderos hacedores de la paz y de aquellos que han estado ayudando al pueblo de Vietnam.

“Por supuesto, todos estamos rezando para que la paz llegue a esta tierra otra vez, pero sabemos que no vendrá automáticamente. Y con seguridad no será traída por aquellos que son tan ilógicos en sus protestas contra las muy esenciales acciones militares de nuestras fuerzas y de los Vietnamitas contra este enemigo absolutamente diabólico.

“Aquellos que han estado haciendo demostraciones en Washington y otros lugares, exigiendo la paz en Vietnam, deberían ser informados de que han estado manifestando en las ciudades equivocadas. Deberían hacer sus demostraciones en Hanoi y Peking y otras capitales comunistas, ya que esos son los centros donde se fomentan las guerras en estos días.

“Estoy seguro de que la gran mayoría de los norteamericanos están con usted en sus políticas para Vietnam. Estoy también convencido de que incluso si la mayoría estuviera en contra suyo, usted aún seguiría sus propias convicciones, ya que Dios le ha concedido 'el ver la verdad'.

“Esté seguro, por favor, de nuestras continuas oraciones por usted para que Dios le dé Su fuerza y Su sabiduría para cumplir toda Su voluntad”{106}. [142]

Dos años antes que Hank Blood fuera capturado, su hermano y la filial creían que la guerra debía ser proseguida a cualquier costo, ya que se llevaba a cabo contra un enemigo absolutamente diabólico. Dado que la retirada norteamericana podía exponer a los conversos y el ILV podía ver el significado eterno de la guerra, éste apostó a favor de tal acción después que la mayor parte de la expedición y el público norteamericano habían perdido las esperanzas.

A los sostenedores que dudaban de la sabiduría del ILV en persistir a pesar de toda la adversidad, en 1971 el director de la filial les escribió acerca de “observar los periódicos, las retiradas de tropas, &c. y sentir que todo está perdido y que tenemos poco tiempo. Podemos no tener mucho más, pero sería mucho mejor poner nuestros ojos en el pronto regreso del Señor en vez de en la cambiante escena política. Dios utiliza tropas militares, pero El tiene otros métodos también.

“Dios volteó la tortilla en Indonesia en la víspera de una revolución marxista, y la respuesta espiritual de miles acudiendo a Cristo ha sido tremenda.

“Camboya expulsó del país a todos los misioneros en 1965, y pareció que la obra de Dios allí estaba acabada. De pronto, surge un golpe de estado y una nueva receptividad a la labor misional…

“Estos serían días terribles en los cuales vivir si nuestra sola visión fuera la televisión. La visión terrena está condenada a hacerse más y más terrible, pero la visión celestial más maravillosa”{107}.

La filial estaba cayendo en el Milenarianismo tribulacionista de C. I. Scofield, en un ánimo de temor y desesperación que santificaba las aventuras más sangrientas. Con los ojos puestos en el 'pronto regreso' del Señor, la filial podía orar para que sus enclaves evangélicos fueran protegidos por más violencia aún. El martirio y la alta tecnología para matar a comunistas habían anestesiado a las tropas misioneras a un estado de gracia incesante.

Los relatos Wycliffe se explayan en el sacrificio misionero y en el sufrimiento Montagnard, especialmente en la medida que era infligido por el otro bando. Pero a excepción de evaluar el impacto de las represalias enemigas sobre los conversos sobrevivientes, no hay una reflexión sobre el costo físico de la misión mundial para los Montagnard. Dado que los conversos evangélicos eran considerados a mentido como agentes de los [143] norteamericanos y tratados aproximadamente de la misma manera en que los norteamericanos se hacían cargo de los supuestos infiltrados, el costo podía ser alto. Incluso ahora, decenas de miles de Montagnard pueden estar pagando los costos de la misión mundial, por haber agravado ésta última sus conflictos con el nuevo gobierno. Aunque el tan anticipado baño de sangre comunista nunca tuvo lugar, la fuga masiva de los misioneros evangélicos con los otros norteamericanos confirmó la relación entre su religión y el poder de los Estados Unidos. En contraste con la sobrevivencia de otras iglesias, la estridentemente anticomunista Alianza Cristiana y Misionera informa que su organización eclesiástica Montagnard “ha sido casi totalmente destruida”{108}.

Ahora, mientras los ex-traductores del ILV en Vietnam llevan la Buena Nueva a otras tierras, pueden reflexionar sobre su trabajo a una distancia segura pero frustrante. Los traductores del Bru, John y Carolyn Miller, tuvieron abundantes oportunidades como prisioneros de los norvietnamitas durante ocho meses. En sus maniobras de este difícil período ¡Capturados!, Carolyn Miller trata a sus captores con loable generosidad. Pero aparentemente la misión mundial no se ha complicado con mucha reflexión sobre el apoyo del ILV a la Guerra de Vietnam: era, después de todo apolítico. En opinión de Miller, el Reino de Cristo es superior al Comunismo porque este último da poco valor al individuo, no puede transformar el corazón humano y es impuesto por la fuerza{109}.

Notas

{86} “The Director's Column”, Translation enero 1953.

{87} Diplomacia del ILV: SIL/WBT 1972: 46-7; Wallis y Bermet 1966: 284-94, 307-12; y Hefleys 1974: 170-3.

{88} Lansdale-Magsaysay-Diem: Smith 1976: 94-5, 101, 179, 251-2.

{89} Lansdale 1972: 327 y McCoy 1972: 105, 264.

{90} Chomsky y Zinn 1971: 255.

{91} Lansdale 1972: 327.

{92} Klare 1970: 324-36 y Fitzgerald 1972:239, 311, 421. Para un relato fotográfico de una rebelión Montagnard contra el gobierno de Saigón, ver Sochurek 1965.

{93} Hoke 1975: 568-70.

{94} Hart 1973: 31.

{95} Pike y Brend 1977: 46-7, 50.

{96} Mole 1970. El estudio fue hecho por el prograrna transcultural Personal Response de la Marina de los Estados Unidos.

{97} Hefley 1969: 94-102. Para fotos de una de estas situaciones, entre los Jeh, ver Sochurek 1968.

{98} Hefley 1969: 94.

{99} Hart 1973: 21-2.

{100} Hostetter 1973: 5.

{101} Hefley 1969: 12.

{102} Pittman 1969 y Brichoux 1970.

{103} El FLN acusó a sus prisioneros de ser espías de la CIA. El sobreviviente, que se convirtió en la fuente de información de los Hefley, hablaba Rade y había trabajado para el Servicio Voluntario Internacional (SVI) antes de entrar a la AID. Según el ex-director de la CIA, William Colby, un miembro no precisado de la SVI que hablaba Rade se incorporó a la CIA después de ayudarla a establecer el programa local de los Boinas Verdes y de la AID{104}.

{104} Hefleys 1976 y Colby 1978: 165-7.

{105} Hefley 1969: 145-77.

{106} Carta, 1 de diciembre 1965, de David L. Blood, membrete de la filial, Lyndon B. Johnson Library.

{107} pp. 2-5 Translation octubre-diciembre 1971.

{108} p. 71 Christianity Today 12 de diciembre 1980.

{109} Miller 1977: 197.

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