Manuel García Velarde & Víctor Fairen Le Lay, Estructuras disipativas, El Basilisco 1980 (original) (raw)

El Basilisco

El Basilisco, revista de filosofía fundada en 1978 por Gustavo Bueno


El Basilisco, número 10, mayo-octubre 1980, página 8

Estructuras disipativas. Algunas nociones básicas

El Basilisco, número 10, mayo-octubre 1980, páginas 8-13.

Los seres vivos, en su diversidad de estructuras, su funcionamiento y cooperación entre ellos dando lugar a un todo complejo pero cuidadosamente regulado, han hecho pensar durante mucho tiempo que formaban un mundo totalmente aparte del inanimado. Esencialmente, las teorías vitalistas surgieron como un intento de justificar la organización en los seres vivos a través de un etéreo Principio Vital, que singularizaba la materia viva frente al resto de la naturaleza. Con la introducción del Segundo Principio de la Termodinámica y las especulaciones de Clausius se reforzó la idea de la existencia de un imaginario «diablillo» (Maxwell, Brillouin, Szilard) que, cuidadosamente, relacionaba y controlaba los distintos componentes del ser vivo a contracorriente de dicho Principio termodinámico. Los progresos hechos en Biología en el siglo XX y en especial el desarrollo de la Biología Molecular han dejado a la filosofía vitalista en el baúl de los recuerdos, reduciendo la vida a la conjunción de numerosos mecanismos fisicoquímicos maravillosamente regulados y sincronizados. Sin embargo, si por una parte la Biología Molecular ha hecho una aportación clave para nuestra comprensión del problema, por otro lado ha planteado nuevas cuestiones que empezamos a poder contestar. Por un lado ya entendemos la compatibilidad, o mejor dicho la ajenidad, de los seres vivos con el Segundo Principio de la Termodinámica y, por otro lado, vamos asimilando el que forma, estructura y organización no son reducibles de forma trivial a las propiedades de los elementos físico-químicos de que se componen los organismos o, en otras palabras, la propiedad de cooperatividad o sinergismo entre los distintos componentes de un ser vivo no se explica por la simple suma de las propiedades de todas ellas por separado. Curiosamente, esto ya era conocido en algunos aspectos de la Física de lo inanimado (magnetismo, ferroelectricidad, superconductividad, &c.).

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