Julio Cerón Ayuso 1928-2014 (original) (raw)
Diplomático español, católico practicante e ideólogo cristiano, agitador izquierdista, instigador, cofundador en 1958 y “Secretario General” del Frente de Liberación Popular FLP –conocido también como la Fiesta y _el Felipe_–, organización antifranquista y anticomunista que buscaba ocupar, en los años en los que se iniciaba el “diálogo” entre católicos y marxistas, un espacio radical “a la izquierda de la izquierda”, que pudiese contrarrestar los avances estratégicos del Partido Comunista de España, que había iniciado en 1956 –al cumplirse veinte años del inicio de la Guerra Civil– su política de reconciliación nacional, que también incluía la consideración de los cristianos como “compañeros de viaje” (ya habría tiempo, triunfante la revolución, de imbuirles en “ateísmo científico” y ayudarles a erradicar sus anacrónicas supersticiones).
Su colaboración con José Luis Leal Maldonado, cuya real familia facilitaba infraestructura logística al FLP en Madrid, fue esencial, junto con los auspicios económicos de Francia –a través, por ejemplo, de becas ASTEF facilitadas por el propio José Luis Leal– para la cristalización de un aristocrático grupo, católico izquierdista y liberal progresista, favorable a los intereses de don Juan Carlos Borbón Borbón, en los últimos tres lustros del franquismo, durante la meticulosa gestación de la transición política a la democracia coronada. Discretamente retirado durante cuarenta años en un chateau de Francia, muere el sábado 5 de abril de 2014, en el olvido.
A lo largo de los diez años de su historia, y en sus etapas sucesivas, el Frente de Liberación Popular, nutrido principalmente de jóvenes universitarios procedentes de familias vinculadas al régimen de derecha socialista capitaneado por el general Franco, captados a través de avanzadas y comprometidas organizaciones católicas aggiornatas, colabora eficazmente a preparar una transición ordenada del régimen hacia una democracia liberal y socialdemócrata, facilitando el resquebrajamiento de la hegemonía antifranquista que, en el interior, mantenía el Partido por antonomasia, representante entonces, todavía, de la quinta generación de la izquierda, aunque buscara irse alejando del influjo de la Unión Soviética.
(Instaurada en España la democracia coronada y constitucional, tras la muerte del general Franco en 1975, buena parte de los izquierdistas que formaron en el Frente acabaron teniendo significativo protagonismo político e institucional, desde las filas de la Unión de Centro Democrático, &c., pero, sobre todo, a través del Partido Socialista Obrero Español. En 1998 el periodista Eduardo García Rico, felipe desde los inicios, en su libro Queríamos la Revolución, prologado por Joaquín Leguina, podía ofrecer el siguiente balance del FLP: “8 ex ministros de la Democracia, más de 30 altos cargos de la Administración, más de 35 catedráticos y profesores, 15 escritores y periodistas y 12 curas.”)
«1953-1956. En Madrid, Barcelona, Santander, Sevilla y otras ciudades abundan las reuniones en los locales de centros católicos obreros de las JOC y la HOAC (…). El diplomático Julio Cerón regresa de un viaje a China y la URSS y se entrevista con gentes del exilio (…). Ya en Madrid entra en contacto con el cura Malagón, es decir, con los núcleos HOAC y JOC, y también con los de Santander. Por un lado, con Ignacio Fernández de Castro, Jesús Aguirre, Eduardo Obregón, que acaban de publicar en Esprit un informe muy crítico sobre la realidad social española; por otro, con Eugenio Royo y Julián Gómez del Castillo (HOAC). Cerón entra en relación con Fernández de Castro por medio del cura Marañón. También con el núcleo de Sevilla que organiza Manuel Morillo, antiguo militante comunista converso. En Barcelona funcionan los núcleos de la revista El Ciervo y la tertulia cultural 'El Grano de Mostaza'. En el primero participan los hermanos Lorenzo y Juan Gomis; en la tertulia Alfonso Carlos Comín, José A. González Casanova y Jaume Lorés. Ambos núcleos establecen relaciones con los creados en Madrid, haciendo de enlaces Lorés y Fernando Romero. 1956. Primeras reuniones del grupo Cerón en un convento de monjas de Carabanchel. Estas reuniones empiezan a tener carácter organizativo. Julio Cerón intenta agrupar, bajo el nombre de 'Tomás Moro', a los núcleos dispersos por las provincias y los de Madrid y Barcelona. Cerón conoce al sociólogo Jesús Ibáñez. 1957. En septiembre, nueva reunión en un convento de monjas de la calle de Zurbano de Madrid con amplia representación de los núcleos de Barcelona y provincias. Se discuten las posibilidades de organización y, entre las conclusiones, se acuerda que se puede ser antifranquista y católico. Se empieza a hablar sobre marxismo y revolución. Asamblea Libre de estudiantes en Barcelona. Coordinación de los grupos de oposición en la ciudad condal. Contactos con Madrid. 1958. Reunión en septiembre en la iglesia madrileña de San Antonio. Encuentro fundacional. Fernando Romero, Jesús Ibáñez, Joaquín Aracil, Ignacio Fernández de Castro, Manuel Morillo, José Ramón Recalde… Constitución del Frente de Liberación Popular. El nombre lo propone Jesús Ibáñez. Cerón alquila un piso en la calle de Alonso Cano, de Madrid, que se convertirá en centro-sede del FLP.» (Eduardo García Rico, Queríamos la revolución. Crónicas del FELIPE, Frente de Liberación Popular, Flor del Viento ediciones, Barcelona 1998, páginas 21-22.)
El proyecto de Julio Cerón tenía un alto grado de afrancesamiento: durante sus tareas diplomáticas había tenido ocasión de conocer personalmente a los protagonistas de los debates protagonizados entonces en Francia entre “católicos de izquierdas”, y sus diálogos cristiano-marxistas, a Georges Suffert (1927-2012) y su Mouvement de Liberation Populaire, la revista Esprit –fundada en 1932 por Emmanuel Mounier (1905-1950)–, &c. [dejando al margen la polémica sobre quién tenía más interés en infiltrarse en su enemigo: Boleslaw Piasecki, impulsor desde 1945 del Movimiento Pax en Polonia, había logrado implantarlo en 1954 en Francia, como iniciativa católica progresista para aproximar la iglesia al comunismo, aunque ya en 1956 La France Catholique denunciaba que se trataba de un intento de infiltración soviética al servicio del comunismo, iniciándose una discusión que no quedó resuelta del todo hasta 1964 –en 1965 se publica en Madrid la colección de documentos _Espionaje soviético en la Iglesia católica: el 'Affaire Pax'_–.]
«Yo a Julio le caí muy bien y conmigo lo pasaba divinamente. Siempre andábamos en su coche, un Jaguar que él conducía sin manos muy pintorescamente a 140 ó 150 Km/hora, y Antonio, el cura, le decía: 'Julio sábete que estoy en pecado mortal, y es responsabilidad tuya si voy al infierno. Haz el favor de parar, no corras tanto.' Julio se reía y seguía corriendo. Siempre estábamos de comilonas por ahí, pasándonoslo muy bien.» (Testimonio de José María González Muñoz en 1990 a García Alcalá, págs. 49-50.)
«Yo sugerí –confiesa Ibáñez veinticinco años después– el de Frente de Liberación Popular: era una sigla maletín, fusión de las siglas del Frente de Liberación Nacional (FNL), porque éramos tercermundistas y el ejemplo argelino nos magnetizaba, y Movimiento de Liberación Popular, grupo francés de inspiración cristiana que sería germen del PSU. El FELIPE acababa de nacer.» (Eduardo García Rico, Queríamos la revolución. Crónicas del FELIPE, Frente de Liberación Popular, Flor del Viento ediciones, Barcelona 1998, pág. 45)
Como ejemplo arquetípico de los inicios de aquella organización, puede servir el periodista José Manuel Arija (cuyo archivo fue donado por su viuda a la socialista Fundación Pablo Iglesias), que en 1991 recordaba que, al ser expulsado, por intervenir en el incipiente movimiento estudiantil de 1956, de la residencia en la que disfrutaba una beca como estudiante de Derecho, “me quedé en la calle y sin dinero, así que hablé con Marañón, que junto al padre Sopeña llevaba la iglesia universitaria, y me dijo que tenía un amigo con un piso en la calle Alonso Cano que tal vez podría ayudarme. Ese amigo era Julio Cerón, así que en 1957 me fui a vivir allí y pronto me di cuenta de que la vivienda era utilizada por la naciente organización política. A los dos o tres días llegó Diego Ignacio Mateo del Peral, delegado en Políticas al que también habían expulsado…” (testimonio recogido por Julio Antonio García Alcalá, Historia del Felipe (FLP, FOC y ESBA). De Julio Cerón a la Liga Comunista Revolucionaria, CEPC, Madrid 2001, pág. 40.)
«Íbamos desde el CEU cerca de la Ciudad Universitaria hacia el centro de Madrid, camino de la Facultad de Derecho. Conmigo, Nicolás Sartorius, José Luis Leal y no sé si algunos más. En las proximidades de San Bernardo empezamos a notar la agitación callejera. Multitud de estudiantes lanzaban consignas a la calle. La policía y sus colaboradores del interior ejercían con dureza la represión. Alguien se dirigió a nosotros: 'Son los fascistas de dentro –gritó–, tened cuidado.' Y como viese en la solapa de José Luis Leal, creo que en la de todos, la insignia 'verde' –siglas de la frase Viva el Rey de España– nos advirtió: 'Quitáos eso o estáis perdidos. Son ultrafascistas.' Era la primera vez que veíamos a fascistas uniformados, por supuesto de azul, ejercitando directamente la violencia. Vino entonces un estudiante hacia nosotros, era un amigo, creo recordar que Paco Montalvo: 'Venid conmigo', y nos llevó hasta un café cercano, que era al parecer un refugio seguro. Allí nos presentó a otro amigo, mayor que nosotros, 'Julio Cerón', nos dijo. Poco después ingresábamos los tres, Sartorius, Leal y yo [Juan Tomás de Salas], en el Frente de Liberación Popular.» (Testimonio de Juan Tomás de Salas, en Eduardo García Rico, Queríamos la revolución. Crónicas del FELIPE, Frente de Liberación Popular, Flor del Viento ediciones, Barcelona 1998, pág. 47-48.)
«[…] la inmensa mayoría de estos primeros felipes eran católicos convencidos y practicantes, como remarcaron casi todas las fuentes orales: Eramos cristianos de izquierda (José Luis Rubio Cordón), Prácticamente todos entramos como católicos (Fernando Romero), Por el elemento religioso vinimos al FLP (Fernando Martínez Pereda). Ignacio Fernández de Castro intentó teorizar esta impronta y, en un libro escrito en 1959, definió la aparición de este pensamiento crítico cristiano como el más importante acontecimiento de la época, una especie de tercera revolución que aportaba una visión del mundo llena de religiosidad y sentido social (Teoría sobre la revolución, Madrid, Taurus 1959 […]).» (Julio Antonio García Alcalá, Historia del Felipe (FLP, FOC y ESBA). De Julio Cerón a la Liga Comunista Revolucionaria, CEPC, Madrid 2001, págs. 28-29.)
El recién nacido –entre conventos, iglesias, monjas, curas y partidarios del aspirante al trono– Frente de Liberación Popular, logra un protagonismo formidable al secundar la Huelga General Pacífica que promovía el Partido Comunista para el 18 de junio de 1959, un PCE que buscaba hasta la más mínima colaboración que confirmara su papel de adalid del antifranquismo y las izquierdas. (Cerón se reunía con Jorge Semprún en una cafetería madrileña; los contactos con el PCE determinaron entonces el alejamiento del FLP de algunos filoanarquistas, cuyo anticomunismo era tan exacerbado que no eran capaces de entender la conveniencia de aquellos equilibrios coyunturales.) La HGP de 1959 fue un fracaso (como lo fue la JRN Jornada de Reconciliación Nacional de 1958), pero Julio Cerón fue encarcelado [fue detenido el 10 de junio, una semana antes del día previsto para la HGP, al volver voluntariamente de Ginebra, llamado por sus superiores, para dar explicaciones sobre su participación en la convocatoria], logrando así confirmar la persecución de su Frente por parte del régimen dictatorial:
«Se le ha llamado irónicamente el comandante aludiendo tal vez al guerrillerismo que recorre como una corriente toda la biografía del FLP en sus tres sucesivas fases, tan distintas, y él encaja el título irónico con la misma ironía. Lo que hay de enigmático en él son ciertos comportamientos que parecen derivados de valores más tradicionales que revolucionarios: algunos no han comprendido nunca, ni él lo ha explicado, el sentido de su entrega a la policía en 1959 para ser condenado a una larga pena de cárcel.» (Eduardo García Rico, Queríamos la revolución. Crónicas del FELIPE, Frente de Liberación Popular, Flor del Viento ediciones, Barcelona 1998, página 39.)
Julio Cerón, de treinta años, estaba destinado entonces en Ginebra, como tercer secretario de embajada agregado a la sección de Organizaciones Internacionales del Ministerio de Exteriores, en la delegación española asistente a la Organización Internacional del Trabajo O.I.T. [su hermano José Luis Cerón Ayuso, nacido en 1924, también diplomático, estaba destinado entonces en París, en la misión permanente de España ante la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos O.C.D.E.; luego fue Ministro de Comercio en el último gobierno de Franco, y se jubiló como Presidente de _Autopistas del Mare Nostrum_], y decide volver a España al producirse la “gran purga” a causa de la HGP, para declarar, ante el coronel Enrique Eymar Fernández [tío de Trinidad Sánchez Pacheco, novia de Enrique Boada, ambos del FLP], del Juzgado Especial Militar contra actividades extremistas, que él era fundador y responsable político del FLP.
En el juicio, aunque su abogado defensor –José María Gil Robles, jefe de la CEDA cuando la República– insistió en la condición de católico y de anticomunista de Julio Cerón (“el único contacto de Cerón con el comunismo ha sido el contacto que se tiene con el enemigo para saber cuales son sus intenciones”, se lee en el proceso, como razonable argumento de la defensa), el diplomático fue condenado a ocho años de cárcel por atentar contra la seguridad interior del Estado. [La sentencia del Consejo Supremo de Justicia Militar de 23 de diciembre de 1959, en la causa contra Julio Cerón y otros 16 acusados (no todos eran del FLP), impuso las siguientes penas: ocho años de prisión mayor a Julio Cerón Ayuso; seis años y un día de prisión mayor a Antonio Díaz Yagüe y Manuel Gómez Ovejero; cuatro años de prisión menor a Raimundo Ortega Fernández, Demetrio Luis Marcos Pablo, e Ignacio Ruiz Cortés; tres años de prisión menor a Juan Gerona Peña, Luciano Francisco Rincón Vega, Andrés Riera Cortés, Esteban Pulgar Torralba, Matías López Delgado, y Juan Nicolás Viejo Gabilondo; un año de prisión a Manuel del Cura Olalla, Antonio Martínez Delgado, y Bonifacio Lizana Herrador; y un año de prisión menor y multa de 10.000 pesetas para Agustín Macarrón Isla, y Antonio Alonso Díaz.]
Gracias, entre otras cosas, a ese sacrificio, sólo un año después ya había logrado el anticomunista católico Julio Cerón un puesto de honor en la mismísima Historia del Partido Comunista de España, publicada en 1960 en París, en la que eran mencionadas con generosidad bien diferentes y coordinadas iniciativas católicas que pudieron ver así prestigiado y respaldado su izquierdismo, en un proceso que con el tiempo acabaría diluyendo al propio Partido entre las izquierdas extravagantes políticamente indefinidas:
«A la huelga del 18 de junio [de 1959] llamaron, junto con el PCE y con el PSUC, la Acción Democrática, Frente de Liberación Popular, organizaciones del interior del Partido Socialista, Agrupación Socialista Universitaria, Comités de Coordinación Universitaria de Madrid y Barcelona, Movimiento Socialista Catalán, Partido Demócrata Cristiano de Cataluña, Movimiento Obrero Católico Catalán, Comité Regional de la CNT de Cataluña en el Exilio, Nueva República, Esquerra de Cataluña, Front Nacional Catalá, Unión Democrática Montañesa (democristianos, comunistas y F.L.P.) y Frente Revolucionario Canario (comunistas, socialistas, democristianos, republicanos, obreros católicos y «Libertad para España»). […] En la preparación de la huelga, la policía practicó numerosas detenciones: en Madrid, unas quinientas personas, entre las que figuraban el dirigente comunista Simón Sánchez Montero, miembro del Buró Político, Luis Lobato y otros camaradas, así como el dirigente del F.L.P., Julio Cerón Ayuso; en Cataluña más de un centenar de demócratas; en Valencia fue detenido un grupo de antifranquistas.» (Historia del Partido Comunista de España, cap. 4, «La Huelga Nacional Pacífica» [18 junio 1959], París 1960, págs. 272 y 273.)
«Julio creía, y probablemente tenía razón, que unas detenciones podrían dar nombre al FLP y constituir un polo de atracción para nuevas personas. Por el contrario, yo creía que el exponernos prematuramente a una caída o a que la policía centrara en nosotros su atención podría cortar el desarrollo del FLP.» (Raimundo Ortega en 1991 a García Alcalá, pág. 57.)
En la cárcel tuvo tiempo Julio Cerón para dedicarse a la traducción: el mismo año 1959 la editorial católica Taurus publica Catolicismo y sociedad en los Estados Unidos, del economista belga François Houtart, que tradujo junto con Raimundo Ortega Fernández (condenado a cuatro años en el mismo proceso contra los católicos del FLP, su abogado defensor fue José María Ruiz Gallardón). Ya en libertad tradujo obras sobre el Concilio Vaticano II, varias del padre Pedro Teilhard de Chardin, &c.
Como era de esperar, los católicos franceses comprometidos no dejaron pasar la oportunidad de ayudar a su desgraciados hermanos españoles (para mayor gloria de las siempre frustradas ansias imperiales de Francia, por supuesto). Los Cahiers du Témoignage Chrétien, desde el prestigio que les otorgaba haber formado parte del frente de la resistencia espiritual durante la ocupación nazi (difundieron quince opúsculos en la clandestinidad bajo el régimen del gobierno de Vichy 1941-1944), dedicaron en el segundo trimestre de 1961 su entrega número 42 a ofrecer ochenta páginas de documentos sobre España (1958-1961), bajo el título Espagnols sans bâillon [españoles sin mordaza], donde las páginas 18 a 22 están dedicadas a “Le proces de Julio Cerón”, que es presentado como “diplomate et chrétien d'esprit franciscain” y “catholique notoire”, con un resumen de la intervención de su defensor (“Gil Robles fut pendant la République le principal dirigeant de la CEDA, Confédération Espagnole des Droites Autonomes, parti Démocrate-Chrétien modéré […] un des principaux adversaires du Front populaire. Depuis quelques années, M. Gil Robles, dont le prestige dans la masse catholique reste considérable, ne cache pas son opposition a la dictadure du Caudillo”). [Ese mismo cuaderno dedica las páginas 22-25 al proceso a Jordi Pujol. Interesante comentario de la época sobre “Témoignage Chrétien” en Cristiandad, año 13, nº 299-300, septiembre 1956, págs. 261-262.]
Pero no hubo de penar Julio Cerón en la cárcel los ocho años a los que había sido condenado, pues la tradicional magnanimidad redentora de la justicia española le permitió beneficiarse del indulto concedido en 1961, con motivo del XXV aniversario de la exaltación de Franco a la Jefatura del Estado, y de la reducción de penas por el trabajo (un día de pena redimido por cada dos de trabajo), obteniendo, además, la libertad condicional una vez cumplidas las tres cuartas partes de la condena… por lo que Julio Cerón permanece en prisión, de hecho, tres años, tres meses y veintiocho días, siendo puesto en libertad el 8 de octubre de 1962 (por acuerdo del Consejo de Ministros del día 5).
Durante el periodo de su libertad condicional se retira voluntariamente a una finca propiedad de su familia cerca de Alhama de Murcia, retiro presentado por sus amigos como destierro o confinamiento obligado (en realidad tenía el excarcelado libertad para fijar su domicilio, con la única obligación de comunicarlo a la policía, ante la que debía presentarse periódicamente). Incluso los activistas del Frente organizaron en 1963 su rocambolesca fuga al extranjero, que Cerón se negó a secundar (ver el capítulo 33, “De cómo Cerón no eligió la libertad”, en el libro citado de Eduardo García Rico, págs. 127-129).
Ante la interesada campaña exterior sobre el caso Cerón, el régimen consideró oportuno dedicarle, a principios de 1963, un interesante opúsculo anónimo de contradesinformación, titulado Juego sucio, que ofrece interesantes documentos sobre cómo era entendido el Frente de Liberación Popular desde la oposición poética (Ridruejo, radicado en París tras el contubernio de Munich, a sueldo del anticomunista Congreso por la Libertad de la Cultura, obra financiada por la CIA), la liberal (Ibérica), la socialdemócrata (Le socialiste, del PSOE), &c.
En 1967 Julio Cerón no tiene ya inconveniente en firmar con su nombre, en Cuadernos de Ruedo ibérico, una réplica a los comentarios que Jorge Semprún había realizado sobre el FLP en el colectivo Horizonte Español 1966, publicado por Ruedo ibérico. En su carta al director titulada “El Frente de Liberación Popular ha sido la gran oportunidad [perdida] de los últimos años” (Cuadernos de Ruedo ibérico, París, junio-septiembre 1967, nº 13-14, páginas 201-203) distingue:
«tres FLP, cuya duración se puede desglosar así: FLP I, 1958-1959 (1960), FLP II, 1960-1962 (1965) y FLP III, 1965-… y que se ha dado en los dos casos una solución de continuidad. Hubo, naturalmente, fases de transición y también militantes del FLP I que subsistieron en el FLP II, y en el FLP III quedan algunos del FLP II si bien éstos pueden contarse con los dedos de una mano. Las características de los tres FLP, que explican las citadas contradicciones, fueron en síntesis las siguientes: el FLP I aspiraba a ser un frente y desde luego una organización nueva; el FLP II se concebía a sí mismo como un partido nuevo; del FLP III poco sé o se sabe si no es que parecer haber tomado como modelo el PSIUP (Partido Socialista Italiano de Unidad Proletaria). Y en todo caso me consta que sus animadores corroboran –en privado– mis dos tesis (solución de continuidad y aprovechamiento de prestigio) por cuanto se desentienden totalmente de la historia anterior y sólo ven en la denominación y en las siglas las ventajas del nombre conocido, esto es, del partido histórico (son ya casi 10 años de FLP y 30 tiene el franquismo)».
Aparecidos a principios de 1968 (aunque con fecha de 1967), en el siguiente número de Cuadernos de Ruedo Ibérico (París, octubre-noviembre 1967, nº 15, páginas 97-110), y firmados en enero de 1968 (pues la revista llevaba acumulados meses de retraso), pueden leerse dos interesantes textos de un Julio Cerón, superado por la propia dinámica de unos mecanismos a cuya activación tan eficazmente había colaborado diez años antes, titulados “Problemas de táctica y de estrategia». En el primero de ellos el ideólogo intenta aún reconducir hacia maximalismos izquierdistas la brillante operación de su enemigo que fueron las Comisiones Obreras, dedicando el segundo a ciertos ajustes de cuentas internos posconciliares: Curas o sacerdotes.
En el libro elaborado por Sergio Vilar, mercenario del Congreso por la Libertad de la Cultura, titulado Protagonistas de la España democrática. La oposición a la dictadura 1939-1969, libro financiado y supervisado directamente por agentes de la CIA, hay voluntad de tratar ampliamente sobre Julio Cerón, al que se adjudica el puesto decimoquinto de la izquierda. Pero Sergio Vilar, que dice haber mantenido una breve conversación con Cerón a finales de septiembre de 1966, tiene que completar su informe, dos años después, recurriendo a los artículos ya mencionados, pues a los diez años de haber activado el FLP, el escepticismo de Cerón es absoluto respecto de “la oposición”:
Julio Cerón
La revolución socialista, partiendo del campo católico, ha tenido en Fernández de Castro y Cerón, dos destacados impulsores. El «Frente de Liberación Popular» (FLP, en el lenguaje político-familiar «Felipe»), fundado, entre otros, por estos dos intelectuales, ha creado una corriente ideológico-política característica, original, en algunos rasgos típicamente española.
Este movimiento es característico, original y típico porque aproximadamente desde el 1956-1957, entre quienes habrían de ser años después sus militantes germinó el ideario marxista sin abandonar, no obstante, su fe cristiana y sus prácticas católicas, en bastantes casos al menos. Por ello puede llamarse también al «Felipe» precursor de las nuevas actitudes de la Iglesia nacidas al calor de las discusiones del Concilio y de los comienzos de las conversaciones entre católicos y marxistas.
(Con el tiempo, las crisis religiosas entre los marxistas «felipes» han aumentado, por diversas razones: el profundizar en el marxismo ha actuado como revulsivo o al menos como crítica de la religión; al profundizar en el marxismo han adquirido un método de análisis económico-histórico-social-político a través del cual se les ha presentado con toda claridad –y con toda dureza– el papel jugado por la Iglesia española en los desastres de la Península ibérica; para abreviar: en unos y en otros casos, si no todos han perdido por completo la fe, sí todos hacen hoy fuertes críticas a la Iglesia.)
Una de las muestras teóricas más estructuradas de este movimiento lo encontramos en el libro de Fernández de Castro «Teoría sobre la revolución» (1959). La revolución que Fernández de Castro quiere hacer, es la «revolución de los cristianos». La peculiaridad del pensamiento de Fernández de Castro –como, por lo general, la de los «felipes»– es la de pretender situarse «más a la izquierda que nadie». La revolución que propugnan «no puede ser comunista» porque el comunismo «se ha convertido ya, por su absurdo dogmatismo, en una fuerza conservadora». (Recuerdo al lector que en este libro la función que me he impuesto es más expositiva que crítica, por ello en este momento no contrapongo mis puntos de vista ante esta afirmación que es evidentemente exagerada.)
La línea política de los «felipes» suele adherirse también –o tal vez preferentemente– a los principios de lucha de los países socialistas del Tercer Mundo, desde Cuba hasta Vietnam. Lo que ya no parece estar tan claro es si las plausibles actitudes ideológicas de los «felipes» tienen verdaderamente en cuenta las condiciones objetivas españolas para actuar en consecuencia en esta geografía, y no en otra.
Tuve una breve conversación con Julio Cerón a finales de setiembre de 1966. Cerón, que había pertenecido a la carrera diplomática, sufrió una dura condena dictada por un tribunal militar. Los años de lucha y el paso por la cárcel –pensé mientras hablaba con él– posiblemente le han cansado… En nuestra entrevista, Cerón se mostró escéptico –e incluso, a veces, satírico– acerca de algunas de las fuerzas de la oposición… El antiguo ardor combativo de los «felipes» brillaba por su ausencia. Julio Cerón se tumbaba en el sofá y de vez en cuando hablaba con la pipa en la boca…
Sin embargo, Cerón me dio los datos fundamentales del movimiento FLP.
—La primera etapa del FLP transcurre los años 1958-1959; fueron los años de crecimiento de una organización nueva. En la segunda etapa, 1960-1962, el FLP ya era catalogable como un partido; pero las detenciones de que fuimos víctimas destrozaron nuestras organizaciones. En la tercera etapa, que parece ser que se inició en 1965, yo ya no he estado vinculado… Creo que este FLP III, como podríamos llamarlo, se inspira en las tesis del PSIUP (Partido Socialista Italiano de Unidad Proletaria); que se aprovecha del prestigio de las siglas del «felipe» (son diez años de historia en los que ha participado) pero que no se responsabiliza de las etapas anteriores.
—¿Qué crítica harías tú de las dos primeras etapas?
—Pues mira, éramos unos grupos jóvenes que siempre tratábamos de supeditar nuestros intereses de partido al objetivo común contra el régimen. Posiblemente se nos pueden hacer muchas críticas, pero ese apoyo constante a la lucha general no se nos puede negar.
La historia del FLP –como la historia de otros grupos de la oposición– es un poco la historia de sus divisiones y de sus nuevas formaciones, de sus fusiones y de sus transfusiones, podríamos decir.
En nuestra charla, Julio Cerón volvió a trivializar el tema; de nuevo hizo frases humorísticas, de un humorismo corrosivo que he podido volver a notar en escritos suyos posteriores. Cerón y yo pospusimos una conversación más extensa y sistemática para algunas fechas después. Pero yo no pude regresar a Madrid y él se marchó a vivir a Roma, con un empleo en la FAO. Una temporada alejado de España quizá le haga recuperar sus ánimos.
Fernández de Castro, exilado desde hace años en París, no ha dejado de ser un hombre preocupado por España y un decidido militante revolucionario. Ha escrito otros libros interesantes como «España hoy» (en colaboración con José Martínez), «La demagogia de los hechos» y «De las Cortes de Cádiz al Plan de Desarrollo».
Pero el espíritu «felipista» sigue vigente. Algunos grupos de «felipes» continúan en acción; es más, pueden tener un nuevo desarrollo. Dentro de la ambigüedad que lleva la asociación del catolicismo y el marxismo, no deja de ser altamente interesante la existencia de un movimiento de ese tipo en un país como España donde las instituciones clericales o para-clericales tienen tanta importancia por estar tan profusamente introducidas en todos los estratos de nuestra sociedad. Como ya ha señalado Jorge Semprún, «sería sumamente interesante un análisis histórico del FLP. Sus orígenes, su evolución, su historia interna –con sus escisiones y reagrupamientos– objetivamente estudiados, arrojarían ciertamente mucha luz sobre los problemas de la oposición de izquierdas en España. No es esta la ocasión, pero desde ahora quisiera destacar dos de las enseñanzas, a mi parecer más interesantes, que se derivan de la experiencia del FLP. En primer lugar, la necesidad del marxismo, como cuerpo teórico fundamental en la elaboración de una visión coherente y operativa de la realidad española. No es casual, ni producto de un mimetismo coyuntural, la evolución de la ideología «felipista» hacia las posiciones del marxismo. En segundo lugar, la imposibilidad objetiva de desarrollar e implantar un movimiento de masas, inspirado en el marxismo, frente al Partido Comunista, o acaso al margen de éste. Imposibilidad que no tiene, claro está, carácter metafísico, inapelable; que es un hecho concreto, histórico, y como tal susceptible de transformarse. Ahora bien, me parece que en función de esos dos polos limitativos se desenvuelven las contradicciones internas del FLP, sus sucesivos cambios de rumbo tácticos. Pero, como decía, se trata de una cuestión que habría que abordar a fondo. (En «Horizonte español 1966».)
A partir de este principio de análisis del FLP, y a modo de respuesta a Semprún, Julio Cerón ha ampliado el estudio de la organización en la que él ha sido uno de sus hombres representativos: «La hoja de servicios del FLP II ha sido extraordinariamente brillante. Sus dirigentes y militantes no le cedían a nadie en punto a entrega, dureza y tesón revolucionario. Animados de una enorme buena voluntad torcieron, empero, arruinaron, sin embargo, aniquilaron, no obstante, las incalculables posibilidades del frentismo en nuestro país. Fueron combatientes generosos, pero no lúcidos, abrumados por una ambivalencia ante el Partido Comunista que les movía a debelarle como reformista y, al mismo tiempo, a imitarle incluso en los detalles más nimios. No es esta una interpretación subjetiva: a los hechos me remito: ‘Las potencialidades de la idea Frente no fueron nunca actualizadas por nosotros’; ‘hicimos en realidad un micro Partido Comunista: reclutábamos para el Partido Comunista, etc.’ (extractos del informe en el que uno de los frentistas más abnegados del II anunciaba su salida e instaba a los demás a seguirle, y que constituye sin duda una de las más certeras e involuntarias autocríticas que se hayan escrito nunca). Y en la reunión que fue prácticamente la de disolución del FLP II, se dijo una frase que caracteriza perfectamente la ambivalencia de los animadores del FLP II y su contradicción interna que –permítamelo Jorge Semprún–; no se debió a la no adopción del marxismo como ideología ya que todos ellos eran absoluta, apasionada y muy documentalmente marxistas-leninistas y que resulta tan fabulosa –y por las mismas razones– que aquella otra de un joven socialista: ‘Entraremos en el PC y nos valdremos de él como trampolín para hacer la revolución’. Dijo, pues, uno de los asistentes y otros varios le corearon: ‘Todos los obreros y campesinos españoles son comunistas reales o en potencia (ésta era una de las obsesiones del FLP II y, como se ve, va más allá de lo que piensan sobre el particular los propios comunistas. J. C.). Pero la línea del PC es errónea y en cambio, las concepciones estratégicas y tácticas del Frente las correctas. (Se refería, por cierto, a propuestas e ideas formuladas por el FLP I.) _Lo ideal sería un Partido Comunista dirigido por frentistas (!)._’
En esta carta que Cerón dirige al director de «Cuadernos de Ruedo Ibérico», el ex-diplomático y antiguo dirigente del FLP explica también por qué los «felipes» no se vincularon a ninguna de las grandes familias políticas internacionales: «Porque prefirieron renunciar a la fuente de consolación interna y a las posibilidades de difusión, de reclutamiento (y de subvención) que suponía la adscripción a cualquiera de esos grandes adjetivos, se acusó a los primeros frentistas de masoquismo colectivo pero, si recordamos a todos los que polemizaban con el primer FLP sobre las ventajas de la inserción en el Partido Socialista Obrero Español (pongo por caso) para radicalizarlo y nuclearlo ¿qué se hizo de ellos y de su nucleación? Escogieron el difícil camino de la creación de una organización exnovo en aras de la eficacia a largo plazo y les reprochaban su «soberbia individualista» (‘Quieren ser cabeza de ratón antes que cola de león’) pero quién pensaría hoy en resucitar todas aquellas siglas y grupos «cola», de creación contemporánea a la del Frente, mientras que, pese a todo, sigue siendo interesante valerse de las tres iniciales FLP para andar por la política española. En cuanto a la socorrida imputación de maximalismo patológico (‘siempre están a la izquierda de la izquierda, cualquiera que ésta sea’) después de lo que ha pasado y está pasando más bien parece un síntoma de buena salud mental.»
Las opiniones de Cerón siguen siendo bastante típicamente «felipistas»; lástima que, por ahora, sus puntos de vista son más autojustificativos del FLP que analítico-críticos, aun cuando expone un buen principio de análisis. Cerón termina diciendo: «Por todo ello, y porque de gran parte del fracaso del FLP son responsables sus propios fundadores, espero, señor director, que no parezca demasiado apologético concluir afirmando que el FLP ha sido la gran oportunidad perdida de los últimos años.»
¿Qué significa eso de la «gran oportunidad»? ¿No será más cercano a la realidad decir que la «gran oportunidad» todavía ha de venir –hemos de alcanzarla– para el PC, el PSOE, los demócrata-cristianos y social-demócratas, y posiblemente también para el FLP?
En un «post scriptum» Cerón advierte que «nada de lo que expongo en esta carta se refiere al Frente de Cataluña que, dentro de su peculiar orientación, tiene una historia coherente de franca progresión y muy estimable y al que tan sólo salpicaron, por cierto centralismo no doloso del FLP II, los errores a los que he aludido».
En el mismo número de «Cuadernos de Ruedo Ibérico» Cerón publica un breve estudio acerca de la sucesión y de los posibles sucesores de Franco. Después de explicar sus teorías no exentas de humorismo ácido, en torno a los modos de acceso al poder a través de lo que él llama, con metáforas budistas, las leyes de «El Pequeño y el Gran Vehículo», Cerón llega a la conclusión siguiente: «Así pues, Bau ganador y Motrico colocado».
De Bau, Cerón dice: «Don Joaquín Bau es mi favorito. ¡Lo tiene todo! Cumple ocho leyes, lleva más de un año preparándose (desde hace más tiempo apuesto yo por él), no cae mal ni bien que es muy importante, ocupa el cargo ideal, es de Tortosa –ciudad perfecta como símbolo (Tan perfecta es esta candidatura que tentaciones siento de parafrasear la célebre frase de Corrochano y exclamar: ¡De Tortosa es y se llama don Joaquín! ¡Sí, hasta sin creer en la Onomancia, impresiona la coincidencia: cuatro Joaquines hay que relumbrarán mucho en Política Española, y en sectores variados! Los detalles incluso: creyendo, como creo, en la Fisionómica, ¿cómo no admirarse de su parecido con una de las cabezas más inteligentes de nuestra Oposición?) y sobre todo «no consta» en los carnés mundanos de la Sucesión», acaba diciendo de Bau.
De Motrico dice Cerón: «El señor Areilza no puede ir mejor. Por de pronto, las leyes las satisface todas. Su audiencia es grande. Está preparando su candidatura con el mismo minucioso cuidado con el que se apercibió para su primera Embajada. Siempre ha tenido vocación de enlace. Es noble. Ha sabido rodearse bien. Se ha creado un ‘slogan’ de una calidad excepcional («el nuevo Cánovas»). Ha hecho su entrada en escena en el momento psicológicamente más acertado. Y –lo que es más importante– tiene a la oposición boca arriba (…) (Solamente le veo –sigue diciendo Cerón– un pequeño fallo, pero puedo equivocarme: ¿no se ha apresurado un poquitín al asociar su suerte a la fracción monárquica de Don Juan? ¿No le habrá restado con ello algo de su gran ecumenismo potencial?) Su talón de Aquiles: la notoriedad.»
Junto a los nombres de Bau y Areilza, Cerón asocia –sin decidirse por una persona determinada– el de un general/catedrático. En su terna «Este es el desconocido, el imprevisto General o catedrático, o generalcatedrático. (Quiero decir, el general que ha estado en Camp Perry siguiendo unos cursillos o es profesor de Historia de la Estrategia o ha servido en una Base o es especialista en cohetes.) O el catedrático rector eficiente de Universidad. Un señor García Valdecasas… (En menos feroz, quizá. De todas maneras, más probabilidades que don Alfonso ya tiene. Es curioso que siempre se suele apostar por el «wrong brother». Yo al menos veo mejor colocado a don Joaquín que a don Antonio (Garrigues), a don Javier que a don Alberto.)
No son muy desacertadas estas hipótesis de Cerón. Es más: yo creo que alguna de ellas tal vez dé en el blanco. Pero ya veremos… En el momento de escribir y dar a la imprenta estas líneas (Junio 1968) ni siquiera alguno de los que van a «situarse en ese blanco» –si se nos permite decirlo así– está completamente seguro de su porvenir, tan incierto y tan confuso se encuentra el ambiente en estas tierras ibéricas…
Sergio Vilar, Protagonistas de la España democrática. La oposición a la dictadura 1939-1969, París 1968, páginas 153-159.
Durante el tardofranquismo se establece en Francia, donde vive cuarenta años prácticamente retirado de la vida pública e insatisfecho del papel político que se había prestado a jugar o que, de hecho, jugó. La firma de Julio Cerón aparece en el manifiesto, de finales de 1975, “El terrorismo franquista en Francia” [y treinta años después su nombre figura en la guía telefónica de Trelissac, Dordogne; adonde le enviamos la versión inicial de esta página, solicitando una entrevista, que amablemente rehusó]. En 1980, mientras todavía era ministro el imprescindible ex-felipe Jose Luis Leal Maldonado, otro ingenuo desencantado, el poeta y místico católico José Ángel Valente (1929-2000) publica, en El País, órgano de los franquistas aggiornatos, literaria necrológica de Cerón en vida: “Julio Cerón, en memoria”.
«Julio Cerón, en ABC. Ayer se incorporó a la colaboración literaria de ABC una de las figuras más prestigiosas de la intelectualidad española: Julio Cerón. Nacido en 1928 en Madrid, vivió muy joven en París y Londres. En la capital de España estudió en la Escuela de Ingenieros Industriales y en la Facultad de Derecho. Ingresó en la Escuela Diplomática y estuvo destinado en la OID, en Ginebra. En 1956 fundó el Frente de Liberación Popular (el “Felipe”), donde se integraron cristianos progresistas bajo una fórmula original y novedosa. Julio Cerón fue procesado. Defendido por Gil-Robles, fue condenado y pasó más de tres años en prisión. Apartado de la carrera diplomática, trabajó en París en la UNESCO y en Roma en la FAO. Actualmente reside en la ciudad francesa de Caussade (Dordogne). Colaborador asiduo de la primera página de Le Monde, sus breves artículos se han ganado ancho prestigio entre la intelectualidad europea. Julio Cerón escribe con un estilo paradójico que se inserta en la mejor tradición del conceptismo español.» (ABC, Madrid, 28 de noviembre de 1984, pág. 7.)
Rehabilitado como funcionario (adscrito a la Embajada de España ante Francia), y tras una efímera reaparición pública en los primeros años del felipato (sus Sueltos en el ABC fueron recopilados por Ediciones Libertarias en 1985), su nombre fue cayendo en el olvido (incluso otros ex-felipes, como Joaquín Leguina y Antonio Ubierna, en Años de hierro y esperanza, Espasa, Madrid 2000, ni le citan).
El periódico El Mundo informa el 20 de mayo de 1994 de su cese como agregado a la Embajada Española en París, dispuesto por Máximo Cajal (Subsecretario de Asuntos Exteriores, nombrado Embajador en Francia). En abril de 2014 fue el periódico El País, como era de esperar, el que más atención dedica a su muerte biológica: “La segunda muerte de Julio Cerón” (necrológica firmada por Miguel Ángel Aguilar, periodista que había iniciado su carrera en el diario Madrid de Rafael Calvo Serer y la había continuado en el Cambio 16 de Juan Tomás de Salas Castellano, Marqués de Montecastro y Llanahermosa.)
No deja de sorprender que la mayor presencia de Julio Cerón en internet sea como autor de una frase célebre que se le atribuye: “La verdad siempre resplandece al final, cuando ya se ha ido todo el mundo” (en enero de 2005 google detectaba más de 100 resultados, y en abril de 2014 son más de 350 las páginas de internet que la repiten).
* * *
1980 «Julio Cerón, en memoria. Lloremos en Julio Cerón a un español singular que no tuvo vocación de ministro. Lloremos al amigo, la elegancia secreta de su entendimiento, la viva llama que en su centro ardía, las insólitas dotes de su figura pública, tan apenas visible, la notable acuidad, el recatado amor y la tenue ironía. Llorémoslo con pudor y casi sin llorarlo, como él habría hecho con nosotros de haberlo precedido. Que se nos haya adelantado él es un consuelo. No han de malentenderse estas palabras. Dudo, en efecto, que ninguno de nosotros, de haber llegado antes que él a su lugar de ahora, nos hubiéramos dado, como él nos da, un tan íntimo, tan adentrado, tan consolador difunto. De ahí que en la venerable y anónima labor a la que se entregan hoy sus albaceas al publicar los inéditos, semiinéditos y fragmentos que él dejó{1}, uno de los aciertos mayores sea el de haber llegado casi a eliminar su nombre para mencionarlo sólo con la entrañable y casta designación de nuestro muerto.
Hay, ciertamente, calor y consuelo en la lectura de sus textos, en sus decires y desdecimientos y en el espíritu de soledad y afectuosa burla con que a todos, en definitiva, diríase que aún nos tiene presentes. El mismo hecho de que muchos de sus presuntos amigos de otros tiempos, hoy subministros de superministros o antropoministeroides o ministeropáusicos, hayan olvidado o tratado de olvidar, incluso como fantasma de los sueños de remordimiento que, según dicen, acometen alguna vez a los grandes personajes de la historia, aquella “su digna amargura tácita”, a la que en algún lugar hacen los albaceas referencia, da calidad más honda y mas perdurable existir a nuestro muerto.
Fue él, en rigor, un desconocido, y sigue siéndolo. No quiso ser nunca, para fortuna suya y nuestra, hombre de pensamiento, que tanto sobreabundan. El mismo indica, en alguna parte de sus publicaciones póstumas, que estuvo cinco años sin pensar. Pero, aun siendo una persona que no pensaba demasiado, no escribió –nos dicen sus albaceas– gran cosa. Su delicadeza fue, en todo, extrema. Tuvo el arte, poco apreciado por intelectuales, cupleteras y ministros, de no hacerse visible. Fundó, hacia 1956, el llamado Frente de Liberación Popular o Felipe. Nuestra historia, dicho sea de paso, ha sido y es pródiga en felipes de desigual cuantía y méritos. Aquel Felipe de entonces (¡oh! bodas nuestras con los mañanas que cantan) estuvo lleno de leales. ¿Sería la historia patria una pugna entre la insólita continuidad de los felipes y la insólita versatilidad de los leales?
No mucho tiempo después de aquello, viajando yo, según recuerdo, de Londres a Ginebra, fue él alevosamente conducido de Ginebra a Madrid mediante el conocido truco del “cabestro”. Pasó así de la clandestinidad a la prisión y, luego de ésta, al exilio y a la vida interior, cosas todas ellas, como se ve, no para ser muy visto.
También su obra, me refiero ahora a los escasos textos que había publicado en vida, fue objeto de un elegante y total desapercibimiento. El único texto suyo que tuvo, con independencia del autor, éxito mencionable, fue un artículo del año 1967 que, en la excelente versión italiana de la baronesa Cecilia Cope di Valromita, fue literal y abundantemente utilizado, sin la menor mención de nuestro muerto, por el eminente líder de la izquierda socialista Onorevole Riccardo Lombardi. La justa prisa y la natural desaprensión de nuestros grandes promotores de historia hizo que ninguno de éstos tuviera tiempo para reparar en él y lo olvidaron sin reparos. Se entiende así que al frente de lo que hoy se considera su testamento político, una colección de mil palabras cruzadas, pusiera nuestro muerto esta dedicatoria: A Luis Martín Santos, que tiene tiempo de sobra.
Sobre su misma extinción o tránsito tampoco hay noticia detallada. Algunos devotos de provincias han llegado a asegurar que no había muerto. Pero esta actitud, además de emanar de un sebastianismo peligroso, contradice la sencilla e irrebatible aseveración de los albaceas, según los cuales, la muerte lo llevó a las urnas por primera vez, pues fue incinerado, a los cincuenta años de edad.
Lloro, pues, hoy en él al hombre y al amigo, y al único jefe político al que he podido, en cuanto tal, reconocer las dotes, la pasión, la calidad y el merecimiento. Propongo que con él o en su memoria y con algunos pocos amigos que aún le quedan, todos vagamente difuntos, fundemos un partido de oposición permanente, una especie de trotskismo de las ánimas, que cabría intitular Frente de la Santa Compaña. Además de aparecer de sopetón en los más sumergidos y oscuros cenagales de la vida española, tendría el Frente la ventaja de que ninguno de sus miembros podría nunca llegar a ser ministro ni gravaría los públicos haberes ni la atención comunitaria más que con la mínima demanda de una breve oración.
{1} Albaceas de Cerón: Mil palabras cruzadas, 1977. Albaceas de Cerón (auténticos): Dos libros en uno, 1978. Convergencia de Albaceas: Prólogo y entrevista, 1978.» (José Ángel Valente [«Poeta, licenciado en Filosofía y Letras. Obtuvo el Premio Adonais y el Premio de la Crítica Catalana por sus _Poemas a Lázaro._»], El País, Madrid, 1 julio 1980.)
[1981] «José Martínez se autoimpuso el retorno a Madrid (…). Así pues, hacia el 22 de marzo [de 1981] el director de Ruedo Ibérico abarrotó su Volvo granate con documentación de Ruedo ibérico tras lo cual se marchó a España, aunque por el camino hizo una breve parada de un par de días en el Perigord, en el Château de Caussade, cercano a Trelissac, no muy lejos de Bordeaux, donde moraba su amigo Julio Cerón, otro ilustre exiliado que se negaba a retornar.» (Albert Forment, José Martínez: la epopeya de Ruedo ibérico, Anagrama, Barcelona 2000, pág. 566.)
[1984] «Anoten esta fecha [18 de septiembre de 1984]. Y si llegado el día nada ocurriera, rompan la hoja de la agenda y sumen la pérdida a la lista de los sueños de una noche de verano. Con el paraguas protector de un alcalde socialista, para esa fecha se promueve un reencuentro de ex felipes bajo la presidencia del líder fundador, Julio Cerón, y con la asistencia del líder del crecimiento y la decadencia, Ángel Abad. Para los más jóvenes y desinformados en general, habrá que escribir cuatro palabras sobre aquel movimiento de jóvenes airados que identificaron socialismo con humanismo y estética con ética, hijos del intento de construcción de un hombre nuevo que empeñó las mentes más inocentes de Europa durante los años cincuenta y parte de los sesenta. Pasaron por la persecución, la tortura, la cárcel, el exilio, el ostracismo, y entregaron su alma Felipe a los dioses del escepticismo o del posibilismo cuando el franquismo se desmoronaba con lentitud de paquidermo miedoso y terco. Unos se dedicaron a hacer crucigramas, otros con el tiempo serían ministros de UCD; hubo también quien se metió en el PCE tratando de hacer posible el socialismo con rostro humano, y una buena parte le prestó al nuevo PSOE historiales que contar a la hora de aparecer en el escaparate del transfranquismo. Frente de Liberación Popular para la épica, Felipe para las amistades, el movimiento fue una muestra de voluntarismo revolucionario cargado de lucidez crítica. Heterogéneo en sus orígenes, alcanzó cierta madurez teórica como una síntesis de marxismo radical y liberalismo existencial, y fue un anticipo de lo que con el tiempo se llamaría tercera vía. No dejó doctrina apreciable escrita, aunque sus militantes escribían mucho y debatían todavía más. La doctrina estaba en la memoria colectiva y en los escritos encantadores de Marx, Sartre, Mounier, Merleau Ponty, Lefebvre, Lanza del Vasto, el Che Guevara y, por qué no decirlo, el Juan de Mairena de Antonio Machado. Para la reunión del 18 se invitará particularmente y se espera la asistencia del duque de Alba.» (Manuel Vázquez Montalbán [ex _felipe_], «18 de septiembre», El País, 12 de julio de 1984.)
1985 «Sería importante, por la novedad que supone, que el movimiento estudiantil (en el que empezando por Cerón, tanta participación tuvieron los creyentes) o Herri Gaztedi, Juventud rural católica, que tanto intervino en el nacimiento de ETA, publicaran también sus documentos, si es que los conservan y no se los llevó el fuego o la policía.» «Comienza en la época el movimiento universitario. Grupos Cristianos radicales fundan el FELIPE, F. L. P., Frente de Liberación Popular. Se destaca Cerón, que fue juzgado y condenado en 1959. No voy a tratar aquí del movimiento universitario, pero el FELIPE en Euskadi y Cataluña tiene incidencia en el movimiento obrero y eso hace que tenga importancia para nosotros. El nombre Felipe en Euskadi es ESBA (Euskadiko sozialisten batasuna) y en Cataluña FOC (Frente Obrero Catalán).» (Javier Domínguez S. J., Organizaciones obreras cristianas en la oposición al franquismo, 1951-1975, con 65 documentos clandestinos e inéditos, Mensajero, Bilbao 1985, págs. 44 y 51.)
1995 «Una relación mayor encontramos entre militantes de la HOAC [Hermandad Obrera de Acción Católica] y el Frente de Liberación Popular (FLP) (…). Nació el FLP en 1958 'en la iglesia de San Antonio de la calle Bravo Murillo de Madrid, cuando Julio Cerón convocó a un grupo de amigos, Jesús Ibáñez, Fernando Romero, Joaquín Aracil, Ignacio Fernández de Castro, Manuel Morillo, Luciano Rincón y José Ramón Recalde, entre otros, para estudiar la situación española y comprometerse activamente en alguna acción organizada. Julio Cerón, católico de izquierdas, diplomático en ejercicio e hijo de militar republicano, fue el aglutinador y primer secretario de aquel grupo germinal (…)' [Feliciano Blázquez, La traición de los clérigos en España, Trotta, Madrid 1991, pág. 137]. Las relaciones entre los miembros del FLP y los militantes de la HOAC se establecieron desde el momento mismo de su fundación, porque para aquéllos era de vital importancia contactar con bases obreras sobre las que crecer (…). La presencia casual de Tomás Malagón, probablemente dirigiendo un retiro, le permitió precisar el lugar exacto en el que se fundó el nuevo partido: 'en la celda número 35 de los Padres Capuchinos de San Antonio en Cuatro Caminos' [entrevista realizada a Tomás Malagón por Juan Luis Chillón].» (Basilisa López García, Aproximación a la historia de la HOAC, 1946-1981, Ediciones HOAC, Madrid 1995, págs. 140-141.)
2001 «En 1953 culmina la alianza entre el autócrata general Franco y la Iglesia vaticana con el concordato entre la Santa Sede y España. Seis años más tarde es condenado a prisión Julio Cerón, un diplomático español, católico, acusado de fundar con otros cristianos y no creyentes el Frente de Liberación Popular, un movimiento socialista revolucionario, que no rehusaba colaborar con el Partido Comunista en la lucha por la democracia en España. Algunos de los encausados se habían formado o informado gracias a El Ciervo. Otros creaban grupos de reflexión y agitación intelectual en varios puntos del país, como Fernández de Castro en Santander, José Ramón Recalde en el País Vasco o José Aumente y su revista Praxis en Córdoba. Junto a ellos, los movimientos apostólicos obreros (HOAC, JOC, ACO) iniciaban acciones de lucha y fundaban con los comunistas las Comisiones Obreras y otras organizaciones sindicales. Entre 1957 y la muerte de Franco, puede hoy afirmarse sin exagerar que el combate por la democracia tuvo dos grandes protagonistas políticos: los comunistas y los cristianos comprometidos en una causa que no era la de la iglesia oficial (pocas excepciones aparte) ni la del grueso del catolicismo franquista. Muchos sacerdotes, muchas parroquias y centros eclesiales, estuvieron al lado de una clandestinidad perseguida, que tuvo sus víctimas, sus héroes y, sobre todo, sus testigos. Lo más novedoso y característico de ese compromiso político de los cristianos españoles era la superación del histórico enfrentamiento entre la Iglesia y la Izquierda; la colaboración con la bestia negra del franquismo, los comunistas; la creación de un partido no confesional donde militaban juntos cristianos y marxistas; la asunción de una gran parte del pensamiento socialista e incluso marxista por parte de esos cristianos y, en fin, la indisoluble unión entre un proyecto democrático antifascista y la aspiración a un cambio radical en el sistema social y económico mediante la construcción de un socialismo democrático, tan alejado del totalitarismo soviético como de la socialdemocracia europea, mera gestora de un capitalismo insolidario con el Tercer Mundo y dominada por los grandes poderes económicos.» (José Antonio González Casanova [ex _felipe_], «El compromiso político de los cristianos», El Ciervo, nº 603-604 –especial 50 años de El Ciervo 1951-2001–, Barcelona, junio-julio 2001, pág. 89.)
2004 «Se pone de moda el término 'laico'. Aflora la actitud laicista de la izquierda. Retorna el trasnochado talante anticlerical que, en el pasado, compartió el socialismo con el liberalismo republicano. ¿Por qué este revival ahora? […] El talante anticlerical y laicista «vende», compensa en votos, está en la corriente de los tiempos, pero, además, ayuda a caricaturizar a la derecha también en este campo de lo religioso. Si, en general, el partido de Zapatero trata de convencerse y de convencernos a todos de que la derecha de hoy es la misma que ganó la guerra civil y mató a Lorca (¿quién, por cierto, a Ramiro de Maeztu y a Muñoz Seca?), en lo religioso quieren presentarla también como la que en su día impuso el nacional-catolicismo de hoy. Carod-Rovira acusa a la derecha de haber vivido en un cuartel de la Guardia Civil; Zapatero la recrimina de estar compuesta por represores semejantes a los que fusilaron a su abuelo y Borrell reclama laicismo frente al contubernio tradicional de la Iglesia y la derecha. Si la masacre del 11 de marzo no hubiera supuesto la derrota del PP, el 14 de marzo habría sido interpretado como un nuevo 18 de julio. Lo llamativo es que la izquierda no reconozca a estas alturas de la historia los cambios que se han dado en medio siglo e, incluso, las ventajas que ha sacado de ellos. Baste recordar algunos hechos: a muchos universitarios de izquierda nos metió en la vía de la solidaridad el Padre Llanos y él mismo pasó de ser un franquista hasta las cachas (como se definía a sí mismo) a un camarada y confidente de Dolores Ibarruri. Los fundadores del Frente de Liberación Popular eran católicos (y practicantes, como Julio Cerón). En el plano teórico ¿teológico?, en los años sesenta, se puso en marcha el diálogo entre marxistas y cristianos. Todo ello favorable para la izquierda desde el punto de vista de la contabilidad partidaria y desde los prestigios culturales. A cambio de ello, la izquierda perdió los prejuicios anticlericales. Ahora vemos que no. Los discípulos de Ruiz Jiménez perdieron la unción de éste e incorporaron las inflexiones de Bobbio por si llegaban al atardecer 'los bárbaros'. Llegó a haber en la transición grupos de izquierda radical, como ORT, casi confesionales y movimientos como 'cristianos por el socialismo'. Madrazo salió del cristianismo de base y ¿qué decir de ETA? Vistió siempre tender católicos en la dirección del PCE/PSUC, y, si eran proféticos o iluminados como Comín, mejor que mejor… Nadie se baña en el mismo río… a no ser que se trate de la derecha. Para los socialistas ésta sigue como en los cuarenta y, por tanto, la izquierda debe reivindicar nuevamente el laicismo, un talante claramente anticlerical.» (César Alonso de los Ríos [ex _felipe_], «El talante anticlerical», ABC, 8 de junio de 2004.)
2008 «Os puedo contar porque fui testigo, que en los años sesenta debido a una intentona contra Franco, fueron detenidos varios participantes. Uno de ellos era Julio Cerón Ayuso que era hijo de un militar que poseía una finca en Alhama. Este señor fue desterrado a su pueblo y a su finca, casi nada. Julio era asiduo de Casa Valeros. Él cada día nos visitaba con gentes de toda Europa que cruzaban España para verle. Todas aquellas personas pasaban por las mesas de Casa Valeros. Los visitantes del señor Cerón eran todos de alto nivel. Nosotros nos quedábamos boquiabiertos cuando veíamos los grandes autos y las raras matrículas (en aquel tiempo estábamos un poco aislados del mundo). Una de aquellas personas que vino a Valeros con Julio Cerón fue Mario Vargas Llosa.» (Francisco Rubio Munuera, el 4 de agosto de 2008, en «Restaurante Casa Valeros en Alhama de Murcia», mispueblos.es/murcia/murcia/alhama_de_murcia)
2014 «La segunda muerte de Julio Cerón. El político, diplomático y escritor fue condenado a nueve años de cárcel por su temprana oposición a la dictadura.
De la primera muerte, figurada, dio cuenta en estas páginas su amigo el poeta José Ángel Valente hace casi 35 años. Esta segunda y definitiva se ha producido el sábado pasado, a los 85 años, en su castillo de Caussade (Perigueux, Francia). Julio Cerón Ayuso había sido diplomático, traductor de Unesco y fundador del Frente de Liberación Popular (Felipe), vivero de vocaciones políticas dispares en las que imprimió carácter y decencia duraderas. En el Felipe se forjaron, por ejemplo, Ignacio Fernández de Castro, Pascual Maragall, Manolo Vázquez Montalbán, José Pedro Pérez Llorca, Miquel Roca, José Ramón Recalde, Paito Díez del Corral, César Alonso de los Ríos, Ernesto Garcia Camarero, Juan Anlló, Enrique Ruano Casanova, Ignacio Quintana, Nicolás Sartorius, Narcís Serra, José Oneto, Juan Tomás de Salas, su hermana Elena, José Luis Leal y tantos y tantos que se incorporaron después al Partido Comunista, al PSOE, a Convergencia, al Partido Popular y a otras formaciones extinguidas. Todos le guardaban excepcional consideración.
Detenido por la policía en junio de 1959, mientras participaba en los preparativos de una huelga general contra el régimen franquista, fue sometido a un consejo de guerra, condenado a nueve años de prisión y expulsado del escalafón de la carrera diplomática. El jurídico militar Rafael Diaz Llanos alardeaba de haber logrado elevar la pena cuando el Consejo Supremo de Justicia Militar hubo de atender el recurso presentado por la defensa.
Cerón Tenía unas facultades portentosas para la traducción, que asombraban en las oficinas de Naciones Unidas en Ginebra. Ana Martín Gaite contaba que era capaz de dictar a tres secretarias a la vez la traducción de textos diversos escritos en diversos idiomas. Establecido en el castillo de Caussade junto a Elvira, su esposa, explicaba a un amigo periodista las dificultades económicas que padecía porque no había podido imaginar la retirada de Estados Unidos de la Unesco, lo que supuso una reducción a casi la mitad de los presupuestos con cargo a los cuales percibía el importe de sus traducciones.
Invitado por la Asociación de Periodistas Europeos vino a Madrid por primera vez desde su exilio a pronunciar en 1984 la II Lección Conmemorativa Pascual Madoz. Se hizo vendar los ojos en la estación de Chamartín hasta la sala de conferencias en Eloy Gonzalo. Allí empezó su conferencia bajo el título Europa le sienta bien a España y España, ¿le sienta bien a Europa? con una afirmación esclarecedora: “Cuando murió Franco, el desconcierto fue grande: no había costumbre.” Querían traerle de nuevo a los cursos de verano de la Universidad Menéndez Pelayo de Santander. Se hacía de rogar. Quiso antes invitar a los promotores de su viaje. Les citó en un bar de Burdeos donde acudió a recogerles en coche. Siguió un itinerario laberíntico para que no pudieran descifrarlo. Al avistar el castillo vieron cómo se izaba el pendón de Castilla y sonaba la marcha de Infantes mientras bajaba el puente levadizo para que pudieran entrar. Les mostró las estancias. Una de traza rectangular con las cuatro paredes encaladas y en completo vacío dijo ser la biblioteca. En la sobremesa de la cena, informados por Elvira de que el ministro de Exteriores, Jose Pedro Pérez Llorca, le había repuesto en el escalafón diplomático, se comentó la posibilidad de que aceptara alguna embajada. Primero, la de Tirana, porque estábamos a punto de restablecer relaciones con Albania, pero fue rechazada. Entonces se trató de la embajada en Santa Sede. Cerón, católico progresista en tiempos de Pío XII, inquirió cuál sería su misión. Le dijeron que conchabarse con los cardenales para lograr un Papa español en 1992, coincidiendo con los fastos del V Centenario, porque solo así, había dicho Anson, se atornillaría para siempre el idioma castellano en el mundo. Se dijo ofendido porque creía que se pensaba en él para Papa.
Tenía que hacer frente al pago de la hipoteca y pensaba en iniciar una colaboración periodística. Sus amigos, en funciones de agentes literarios, convencieron a Luis María Anson de que le contratara para firmar un recuadro diario en ABC. Le pareció imposible porque era condición sine qua non que su primer recuadro fuera dedicado a la memoria de Enrique Ruano, el estudiante asesinado el 20 de enero de 1969, profanada en su día por el ABC. Pero Anson aceptó y empezaron a publicarse los textos de Cerón, recogidos en una antología, Suelto en ABC, donde por ejemplo advertía de que “La ley de la gravedad no es nada en comparación con lo que nos espera”. De paso por Madrid le recibió el expresidente Adolfo Suárez, al que quería poner en la alternativa de “o morodizas o ceronizas”. Días después, Suárez comentaba la entrevista, la catarata de elogios que le había dirigido y cómo se detuvo de modo súbito para decirle: “Ahora, presidente, elógiame tú a mí”.
Toreaba Curro Vázquez en Las Ventas y tenían convenido que le brindara uno de sus toros pero se negó a ir a la plaza a menos que le brindaran los seis que iban a lidiarse. A los suyos del Felipe les decía que no tuvieran complejos de patito feo y recordaba al amigo cuyas últimas palabras fueron “cuarzo, feldespato y mica”. Hace unos años llamó por teléfono para saber de la situación política, escuchó con atención y concluyó que iba a tomarse siete años sabáticos. Aún no han concluido.” (Miguel Ángel Aguilar, «In Memoriam», El País, Madrid, 8 abril 2014.)
«Ha muerto un patriota español y un demócrata ejemplar, además de un buen hombre dotado de una cultura inmensa y un ingenio inagotable. Julio luchó contra el franquismo, como fundador del ‘Felipe’ (grupo de oposición al dictador) y por ello padeció una dura persecución y cárcel. Y después su marginación en la carrera diplomática a la que pertenecía –mientras su hermano José Luis Cerón, era ministro de Franco– Carrera donde muchos años más tarde lo reintegró José Pedro Pérez Llorca, para que finalmente lo marginara otra vez y de muy mala manera Javier Solana a su paso por el Ministerio de Exteriores, motivo por el que Cerón le puso el nombre de ‘fabiolillo de Bruselas’.
Julio, ya en la vida democrática, reapareció en España con un magistral recuadro en ABC que le ofreció Luís María Anson a instancias de Miguel Ángel Aguilar, quien abandonó a Julio una vez que Cerón se atrevió a denunciar la impostura democrática y progresista del felipismo. Impostura que Cerón denunció de una manera abierta en sus escritos y especialmente en una entrevista que Mercedes Milá le hizo en TVE, en la que Julio gritó ante el asombro de la presentadora: ¡OTAN no, bases fuera!, en pleno debate sobre el referéndum de la OTAN. ‘Si tu padre vota al PSOE échalo de casa’, decía Cerón en respuesta a los años de plomo de los GAL y de la gran corrupción de los gobiernos de Felipe González.
Tras su presencia en ABC y durante casi más de diez años, Cerón colaboró y mucho en los medios, primero en El Independiente –diario que cerró el felipismo– y posteriormente en la primera fase de Estrella Digital. Y Julio lo hizo con gran éxito como cuando apareció en Antena 3 TV, gracias al apoyo de Raúl del Pozo, en un programa que presentaba Lola Flores, y luego reapareció en una inolvidable entrevista que le hizo José Luís Balbín en el castillo del sur de Francia donde vivía como un sabio eremita en compañía de la ejemplar Elvira –los había casado mucho tiempo atrás el entonces sacerdote Jesús Aguirre, y posterior Duque de Alba,– alejado del mundanal ruido. Un castillo medieval que fue la residencia del gran escritor y filósofo Montaigne, sobre el que Cerón dio una lección magistral en la televisión francesa en un aniversario y homenaje dedicado al ilustre francés.
Julio Cerón ha sido una persona ejemplar e irreductible defensor de la vida democrática, durante de la dictadura franquista y luego durante los periodos más oscuros de la transición. Su recuerdo, a quien tuvimos la suerte de conocerle, siempre nos acompañará.» (Marcello [Pablo Sebastián], «Julio Cerón», republica.com, 8 abril 2014.)
★ Bibliografía cronológica de Julio Cerón Ayuso
1959 Traducción (junto con Raimundo Ortega) de François Houtart, Catolicismo y sociedad en los Estados Unidos, Taurus (Ser y Tiempo 24), Madrid 1959, 327 págs.
1961 Espagnols sans baillon. Documents 1958-1961 (Proceso a Julio Cerón y Jordi Pujol), Imp. Commerciale d'Yveton, París 1961, 78 págs.
1963 Traducción de Dominique Dubarle, La civilización y el átomo, Taurus, Madrid 1963, 278 págs.
1964 Traducción de René Laurentin, Balance de la segunda sesión [del Concilio Vaticano II], Taurus (El Futuro de la Verdad 14), Madrid 1964, 412 págs.
Traducción (junto con Gonzalo Medina Zapater) de John H. Proctor, Capacitación, Manual para directores de línea, Herrero Hermanos, México 1964, 206 págs.
Traducción de Bert F. Hoselitz, Teorías del crecimiento económico, Herrero Hermanos, México 1964, 456 págs.
Traducción de John Hospers, La conducta humana, Tecnos (Estructura y función 12), Madrid 1964, 866 págs.
1965 Traducción (junto con Juan Gerona Peña) de Jan Tinbergen, Ensayos de teoría económica, Tecnos (Semilla y Surco 42), Madrid 1965, 371 págs.
Traducción de Pedro Teilhard de Chardin, La activación de la energía, Taurus (Ensayistas de hoy 40), Madrid 1965, 354 págs. 2ª ed., Madrid 1967, 388 págs.
1966 Traducción de Stanislaw Wellisz, La economía en el bloque soviético, Alianza (LB 17), Madrid 1966, 263 págs.
1967 Traducción de Pedro Teilhard de Chardin, Cartas de Egipto, Taurus (Ensayistas de hoy 49), Madrid 1967, 234 págs. (Prólogo del Reverendo Padre Henri de Lubac.)
Traducción de John Maurice Clark, La competencia considerada como un proceso dinámico, Herrero Hermanos Sucesores, México 1967, 553 págs.
Traducción (revisada por José Antonio Fernández Arena) de James T. S. Portefield, Decisiones de inversión y costos de capital, Herrero Hermanos Sucesores, México 1967, 157 págs.
Traducción (revisada por José Vergara) de James Stemble Duesenberry, La renta, el ahorro y la teoría del comportamiento de los consumidores, Alianza (Biblioteca de la ciencia económica), Madrid 1967, 190 págs. Alianza (AU 28), Madrid 1972, 188 págs.
«Después de Franco ¡Bau!», Cuadernos de Ruedo ibérico, París, junio-septiembre 1967, nº 13-14, páginas 83-89.
«El Frente de Liberación Popular ha sido la gran oportunidad perdida de los últimos años», Cuadernos de Ruedo ibérico, París, junio-septiembre 1967, nº 13-14, páginas 201-203.
«Problemas de táctica y de estrategia» (1. Las Comisiones Obreras entre la táctica y la estrategia. 2. Curas o sacerdotes), Cuadernos de Ruedo ibérico, París, octubre-noviembre 1967, nº 15, páginas 97-110. hem/dep/cri/ri15097.htm
1968 «Política y neocapitalismo», Cuadernos de Ruedo ibérico, París, junio-julio 1968, nº 19, páginas 61-69.
Traducción de Pedro Teilhard de Chardin, Ciencia y Cristo, Taurus (Ensayistas de hoy 54), Madrid 1968, 258 págs. (Prólogo del Norbertus Maximilien Wildiers.)
1985 Suelto en el ABC, Ediciones Libertarias (Colección Pluma rota 14), Madrid 1985, 205 páginas. [Algunas de estas páginas sólo ofrecen una frase u ocurrencia: 48: «Dios. Dios tiene la barba negra.», 113: «Hablando se pervierte la gente.», 202: «Delirio de grandeza: No conozco petulancia mayor que ésa de llamar a la gente 'la Humanidad'.», 196: «En la desunión está nuestra fuerza: Solitarios de todos los países, huíos.», 192: «Siste Europa. Audi, Filia: Los Estados Unidos son tontos.», 191: «Vote dócil, vote PSOE, vote dócil, vote PSOE, vote dócil, vote PSOE.», 156: «Lo que vale la pena es una lástima.»]
★ Sobre Julio Cerón Ayuso en el Proyecto filosofía en español
1963 Juego sucio [folleto de 24 páginas impreso sin fecha, lugar, impresor, ni editor]
★ Textos de Julio Cerón Ayuso en el Proyecto filosofía en español
1967 El Frente de Liberación Popular ha sido la gran oportunidad perdida de los últimos años
1967 Problemas de táctica y de estrategia