Dionisio Pérez Gutiérrez 1871-1935 (original) (raw)
Periodista español, ardoroso defensor de España y de la hispanidad: fue de los primeros en utilizar y difundir, a partir de 1926, ese término. Entre otros pseudónimos utilizó los de “Mínimo Español”, “Amadeo de Castro” y “Martín Ávila”.
Gaditano de Grazalema, donde nació en 1871, desde muy joven comenzó a colaborar en Diario de Cádiz, y editó luego La Dinastía, una hoja combativa contra el caciquismo del Puerto de Santa María. En esa pelea impulsó y apoyó decididamente la candidatura de Isaac Peral para diputado por el Puerto de Santa María, en la elección parcial de 20 de julio de 1890 (para sustituir a Federico Laviña, ingeniero de montes que había renunciado al cargo en junio de 1890), escaño que el gran ingeniero y teniente de navío de la Armada obtuvo al reunir 300 votos de los 406 votantes (Peral había alcanzado gran notoriedad tras la botadura en 1888 de su pionero submarino eléctrico, pero también grandes recelos: por ejemplo, un hijo del almirante José María Berenguer, ministro de Marina, aspiraba también al escaño para el que fue elegido Peral). No tenía aún veinte años y ya tenía cosechados algunos procesos por sus enfrentamientos contra los poderes fácticos de la política provincial.
Se traslada en 1891 a Madrid, donde estudia Derecho y se convierte pronto en redactor, articulista y polemista en los periódicos más importantes del momento –_El Correo, La Iberia, El Globo_–, caracterizándose por su espíritu liberal. Sus ideas republicanas le llevaron una larga etapa a El País, donde compartía con Ricardo Fuente la orientación del periódico. Pasó al Heraldo de Madrid, donde alguna vez ejerció de negro de Canalejas (como ambos eran madrugadores, a las seis de la mañana le sugería Canalejas el artículo, y sólo Augusto Figueroa conocía la verdadera autoría del texto). Del Heraldo pasó, con Figueroa, al Diario Universal. Poco después le llamó Gasset como sucesor de Manuel Troyano (1843-1914) en El Imparcial y España.
De la mano de Canalejas resultó elegido diputado a las Cortes españolas en las elecciones de 8 de mayo de 1910 por el distrito del Puerto de Santa María, por el partido liberal, tomando posesión el 30 de junio de 1910 y causando baja el 2 de enero de 1914. Volvió a ser elegido diputado en las elecciones del 24 de febrero de 1918, también por el Puerto de Santa María (obteniendo 2.787 votos de 4.632 votantes), cargo que mantuvo hasta el dos de mayo de 1919:
«Pero los bastidores de la política le habían decepcionado; comprendió que aisladamente nunca conseguiría emancipar a su tierra de la influencia de los primates de Madrid y renunció al acta. Ya no volvió a poner un pie en el Congreso; para él fue la política en lo sucesivo una abstracción romántica. Su ilusión era la República federal y se afilió al partido de los sucesores de Pi, bien que platónicamente, sin exhibiciones ni apetencias.» («Ha muerto Dionisio Pérez», ABC, Madrid, 24 de febrero de 1935, pág. 29.)
Al día siguiente del fallecimiento de Mariano de Cavia (1855-1920) decidió Torcuato Luca de Tena instituir un premio anual que llevase el nombre del gran periodista, para premiar trabajos de escritores españoles publicados durante cada año en castellano y en cualquier periódico de España, dotado en su primera edición con 5.000 pesetas (equivalente, por ejemplo, al sueldo anual de un catedrático de entrada de la universidad española de entonces; cantidad insuficiente, sin embargo, para adquirir un automóvil de turismo nuevo). Como es bien sabido el periódico ABC ha sabido mantener este premio, reconocido hoy como uno de los galardones más prestigiosos del periodismo. El jurado de la primera convocatoria estuvo formado por Antonio Maura (en tanto que director de la Real Academia Española), José Francos Rodríguez (en tanto que presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid), Antonio Royo Villanova (catedrático, periodista y político, presidente del consejo de administración de El Norte de Castilla) y Mariano Marfil (director de La Época), y el 15 de abril de 1921, dice el acta, «el Jurado, por unanimidad, ha entendido que el premio de 5.000 pesetas instituido con el nombre Mariano de Cavia debe ser adjudicado a D. Dionisio Pérez, por su trabajo "La musa de Joaquín Costa", publicado en la revista _Nuevo Mundo_». Como es natural, el ABC de 19 de abril de 1921 reproducía, al dar la noticia del fallo de la primera edición de este premio, el artículo que consolidaba la trayectoria y el prestigio de Dionisio Pérez.
«Chispas del yunque. Dionisio Pérez. El fallo del Tribunal nombrado por el director de ABC para la adjudicación del premio de "Mariano de Cavia" ha producido inmensa alegría en los ámbitos periodísticos. Esas cinco mil pesetas que la generosidad del Sr. Luca de Tena ha dedicado a corresponder al mérito de los servidores de la Prensa constituyen una prueba de que van siendo estimados en lo que valen los esfuerzos de los que se afanan por enaltecer la hoja impresa. Los nombres de los juzgadores están por encima de toda crítica: Maura, Francos Rodríguez, Royo Villanova y Marfil tienen prestigios que añaden al valor del premio los caracteres de un homenaje. Quien lo ha conseguido puede estar satisfecho. Así es como se realza una vida de trabajo ímprobo, realizado en la humildad y en la modestia.
Dionisio Pérez, el triunfador, es un maestro. Su estilo gentilísimo, de noble estirpe; su cultura, que se dilata por tantos campos y por esferas tan distintas, su aplicación y su generosidad, eran dignos, ciertamente, de que para el afanado, para el laborioso, para el fecundo inventor de tantas páginas preclaras, llegase la fecha del 19 de Abril de 1921.
En esto del periodismo hay dos especies de cultivadores. Los que toman la letra de molde como punto de partida, y los que la consagran perpetuamente el culto de su devoción. No me parecen a mí mal los primeros. Ellos siguen la fórmula de Girardín: "El periodismo conduce a todos, pero hay que separarse de él en la ocasión conveniente." Muchos hombres políticos, Cánovas, Castelar, Lorenzana…, por no citar sino tres nombres, fueron de esa calidad. Tenían que decir lo que pensaban, y usaron del periodismo.
Pero hay otro linaje de periodistas, y a él pertenece Dionisio Pérez. Muy mozo empezó las arduas tareas. En la edad madura las continúa. Sólo en las grandes ocasiones y en momentos señalados fue su pluma dardo hiriente. De ordinario, Dionisio, siguiendo sus propósitos naturales, se plació en el estudio sereno y, en la amenidad graciosa. Y como si no quisiera gozar del aplauso de las muchedumbres, inventó diferentes seudónimos, con los que aparece en las páginas de La Esfera y del Nuevo Mundo. Trabajar todos los días, divertir al lector, enseñarle y educarle. Ese ha sido el anhelo de Dionisio Pérez. Y así ha ido sembrando ideas a través del tiempo. Y así ha logrado esta victoria, con la que tal vez no contaba.
El hermosísimo artículo que ha merecido el premio quedará para siempre en las áureas antologías de la Prensa. Modelo insuperado: noble concepto, análisis curioso, gallardas formas… Sepan los distraídos, los frívolos observadores, sepan, que para volcar sobre unas pocas cuartillas un monumento semejante hay que haberse pasado la vida en el estudio, hasta llegar a dominar las dificultades de un oficio, en el que se mezclan el repentino golpe de vista, la aguda penetración, el ingenio y el arte literario.
Dionisio Pérez ha sido un lector incansable, un rebuscador de bibliotecas, un inquieto y avizor espíritu, de sutilidad peregrina… Detrás del premio empieza una nueva vida para el querido compañero. Ese estímulo le destacará más y más. Yo siento, pensando en el maestro premiado, el orgullo del oficio… Así es como se triunfa.– J. Ortega Munilla.» (José Ortega Munilla, «Chispas del yunque. Dionisio Pérez», ABC, Madrid, jueves 21 de abril de 1921, pág. 11.)
Publicó Dionisio Pérez también algunas novelas, y varios libros de gastronomía. No sólo escribió en los principales periódicos y revistas de Madrid, sino que también mantuvo colaboraciones especiales con El País, de La Habana, y con El Diario Español, de Buenos Aires. A partir de 1926, junto con el socialista Luis Araquistain, fue uno de los principales difusores del concepto de «hispanidad». En 1928 se desplazó a Cuba, donde mediante conferencias y artículos exaltó los valores de España.
Dionisio Pérez durante su viaje a La Habana en 1928, junto al millonario Alfredo Hornedo Suárez, fundador y presidente de El País, diario cubano en el que colaboraba habitualmente
«Dice que su viaje a América significa que en aquellos periódicos ha cesado el deseo de tener en España solamente indagadores y colaboradores; apetecen ya que lleguen hasta ellos periodistas españoles con su pensamiento español. Hay necesidad de llevar allí una gran sinceridad, sin pasiones políticas, e inspirándose sólo en una hispanidad que comprende la vieja patria peninsular y la América desde el Estrecho de Magallanes a Méjico: esto es el significado de mi viaje.» (Crónica de la intervención de Dionisio Pérez tras el banquete que le ofrecieron al marchar a Cuba para trabajar en El País de La Habana, «Homenaje merecido. Anoche se celebró el banquete de despedida a Dionisio Pérez», El Sol, Madrid, martes 13 de marzo de 1928, pág. 8.)
En 1930 fue propuesto para ocupar el sillón F de la Academia de la Lengua, vacante tras el fallecimiento de «Andrenio» (Eduardo Gómez de Baquero), pero los académicos prefirieron al biólogo Ignacio Bolívar y Urrutia.
«Regreso de la Argentina de la Delegación cultural española. Cádiz 13, 10 mañana. A bordo del vapor Cabo de San Antonio ha regresado de la Argentina la Delegación cultural española, en la que figura el escritor D. Dionisio Pérez. Hablando con los periodistas, manifestó que la Exposición del Libro Español en la Argentina ha sido un desbordamiento verdadero de hispanidad, afecto, consideración y admiración hacia España. Añadió que se hubiera logrado mucho más si en la organización del certamen no se hubieran cometido numerosos errores. Habló también de la Prensa argentina y manifestó el apoyo que ha hecho a los servicios e intereses de España, dedicando planas enteras a la Exposición. Negó que existiera la crisis económica argentina y que sólo se trata de una evolución interesantísima, del comienza de un ciclo que transformará totalmente la economía de aquel país. El problema del libro argentino es, pues, un aspecto de esa evolución. Terminó diciendo que volverá a la República argentina para dar un curso de diez conferencias sobre filosofía, historia y bibliografía de la cocina hispánica. Don Dionisio Pérez llega satisfechísimo de las atenciones recibidas. San Fernando 13, 11 mañana. Ha sido obsequiado con un banquete D. Dionisio Pérez para darle la bienvenida a su regreso de la Argentina. Se pronunciaron afectuosos discursos. El alcalde invitó a D. Dionisio Pérez a visitar el Ayuntamiento.» (ABC, Madrid, jueves 14 de septiembre de 1933, pág. 32.)
Falleció repentinamente el 23 de febrero de 1935. Acababa de publicar el que resultó su último libro: La tragedia del submarino Peral («la agonía del pobre invento, la del pobre submarino, delatado al Extranjero antes de construirlo; construido miserable y cicateramente; expuesto a pruebas superiores a la resistencia que se le había dado, como si se anhelara que se hubiese hundido para siempre en las bahía gaditana…»), en el que relata asuntos que él había conocido bien y directamente en su juventud.
«† D. Dionisio Pérez, Periodista, falleció en Madrid el 23 de febrero de 1935. D. E. P. Su viuda, doña Carmen Lobo; sus hijos, D. Rafael, doña Dolores y doña Carmen; sus hijos políticos, doña Margarita Ruiz de Pérez Lobo y D. Augusto Butler; nieta, hermanos políticos, primos, sobrinos y demás parientes. Ruegan a sus amigos encomienden a Dios su alma y asistan a la conducción del cadáver, que tendrá lugar hoy, domingo, a las cuatro de la tarde, desde la casa mortuoria, calle de Caracas, número 19, al cementerio de Nuestra Señora de la Almudena, favor por el que les quedarán profundamente agradecidos. No se repartes esquelas.» (ABC, Madrid, domingo 24 de febrero de 1935, página 73.)
[Su viuda, Carmen Lobo Pérez, falleció en Madrid el día 22 de octubre de 1957, a los 88 años de edad (en la esquela figuran como ausentes su hijo Rafael, su hija política Margot Ruiz y sus nietos Margarita y Rafael). Su hijo, Rafael Pérez Lobo, abogado y escritor especializado en asuntos jurídicos cuando falleció su padre –en 1931 ya tenía publicados algunos libros–, se convirtió poco después en exilado español en Cuba, donde en los años cuarenta y cincuenta desarrollo gran actividad en el terreno jurídico editorial, periodístico y bibliográfico, vinculado a la firma Cultural S. A. (antes Librería Cervantes), a la Editorial Lex, al periódico Información, &c. En La Habana fue también profesor de la Escuela de Periodismo y dirigió Cervantes: revista bibliográfica mensual ilustrada (desde julio-agosto de 1937 a su cierre, en enero-mayo 1946). Tras la Revolución cubana de nuevo buscó el exilio en Miami: en los años setenta vivía en Coral Gables (29 Santillane Avenue, apartamento 4). En 1975 publicó Cómo escribir un libro, Editorial Diana, México; y en 1980 un Sumario alfabético del código civil y concordancias de su articulado, Editorial Porrúa, México. Carmela Pérez Lobo, viuda de Augusto Butler y Genis, falleció en Madrid el 11 de enero de 1995: le publican esquela su hermana Dolores Pérez Lobo, Margot R. (viuda de Rafael Pérez Lobo, en USA) y sus sobrinos Margarita y Rafael Pérez Ruiz (en USA).]
«Muerte de un gran periodista. Dionisio Pérez. Al llegar a la Redacción nos sorprende la noticia dolorosa: –Ha muerto Dionisio Pérez. Ha muerto en su casa, a las seis de la tarde, repentinamente, cuando terminado un artículo se disponía a comenzar otro… Aún no hace una semana, en una fiesta republicana frustrada en su realización, almorzábamos con él, y bien ajeno a su final tan próximo nos hacía una larga exposición de proyectos, todos, ni que decir tiene, relacionados con el periodismo. Porque Dionisio Pérez, escritor magnífico, era sobre todo periodista: periodista por la facilidad, periodista por la intención, periodista por la amenidad… Periodista que escribió libros, cualquiera de ellos con méritos suficientes para consagrar a un escritor; pero sobre todo periodista, dado por entero al periódico, en el artículo largo, y en la nota rápida, y en la información, y en la noticia. Cuarenta y cuatro años seguidos ha hecho periodismo en Madrid Dionisio Pérez, aparte los que antes trabajó en provincias, y una hora antes de morir, atendiendo a las exigencias de la vida, que aún le obligaban a trabajar como un forzado, terminaba, pensando en comenzar otro, su último y definitivo artículo. ¡Ingrato oficio este oficio nuestro, que es comentar el hecho del instante, escribiendo para los demás! Quien lo toma, y porque no sirve para él, dándose cuenta de que habrá de dejarlo, utiliza los contactos que facilita, medra, y hasta llega fácilmente a ministro… Quien sirve para periodista y da lustres al oficio, está perdido. Vive cuarenta años –o lo que viva– con la pluma en la mano, trabajando hasta la hora postrera para atender una vida siempre incompleta, y cae, al fin, sobre el yunque, quizás en la posesión de un nombre ilustre, como en el caso de Dionisio Pérez; pero, como en él, en la humildad de la pobreza. ¡Descanse en paz el insigne compañero, uno de los pocos a quienes con razón podía llamársele «maestro»! Y reciban su viuda y sus hijos –uno de ellos abogado y también periodista– la expresión sincera de tristeza que su duelo nos produce. […] Había escrito multitud de libros, entre ellos uno biográfico que se puso a la venta la semana pasada. Entre la variedad de conocimientos que poseía Dionisio Pérez, y que le permitían escribir sobre los más distintos temas, figuraba el del arte culinario, sobre él editó algunos libros y escribió numerosas crónicas, que firmaba con el pseudónimo de «Post Thebusen». Políticamente fue siempre un espíritu liberal, abierto a todos los avances por la conquista de una España mejor. Estuvo unido a Canalejas, como queda dicho, y desde la muerte de aquel gran estadista figuró en el partido republicano federal, al que seguía unido cuando le ha llegado la muerte.» (La Libertad, Madrid, domingo 24 de febrero de 1935, págs. 3-4.)
«Entierro de don Dionisio Pérez. El domingo se verificó el entierro del ilustre periodista don Dionisio Pérez, cuyos restos recibieron sepultura en el Cementerio Municipal. El acompañamiento del cadáver del maestro de periodistas constituyó una imponente e impresionante expresión de sincero pesar. Un gran espacio nos ocuparía el citar la enorme cantidad de personas de todas las clases sociales que acudieron al triste acto. Igualmente en la casa mortuoria se recibieron infinidad de testimonios de pésame, entre ellos los del Sr. Companys y ex consejeros de la Generalidad que se encuentran detenidos en la cárcel de Madrid. También se recibieron muchas coronas de diferentes personalidades y Asociaciones, entre ellos de la Asociación de la Prensa madrileña y corresponsales de Prensa extranjera. Minutos antes del entierro llegó a la casa del finado D. Alejandro Lerroux para dar personalmente el pésame a la familia del insigne compañero fallecido.» (La Libertad, Madrid, martes 26 de febrero de 1935, pág. 3.)
★ Sobre Dionisio Pérez en el Proyecto Filosofía en español
1935 ABC: Ha muerto Dionisio Pérez · El Sol: Ayer falleció repentinamente el ilustre periodista D. Dionisio Pérez · La Voz: Un gran periodista que desaparece, don Dionisio Pérez · Rufino Blanco-Fombona: Dionisio Pérez e Isaac Peral
★ Textos de Dionisio Pérez en el Proyecto Filosofía en español
1916 Cómo somos regionalistas en Andalucía
1925 El «lunfardismo» en Suramérica · El monólogo de nuestro hispanoamericanismo · Un consejo de Bismarck utilizado por Francia
1928 El presidente Irigoyen y las colonias hispanas… · La hispanidad gloriosa de José Martí