Guerra contra el narcotráfico en México. ¿Guerra civil? ¿ Revolución? (original) (raw)

Tortura en la guerra contra el narcotráfico en México, entre la militarización, el control político y el nuevo sistema de justicia penal

Latin American Law Review, 2020

Con base en la Encuesta Nacional de Población Privada de la Libertad 2016, analizamos la probabilidad de que un recluso haya sido torturado en México al momento de su detención y antes de su presentación ante la justicia, en función de: a) la institución policial o militar que lo detuvo; b) el sistema de justicia que lo procesó; y c) el período de gobierno en que se realizó tal detención. Consideramos variables de control de nivel individual (edad y sexo) y situacional (tipo delictivo y resistencia a la detención). Al utilizar la técnica de regresión logística los resultados confirman una mayor probabilidad de ser torturado si la detención es realizada por miembros de la marina, seguida de cerca por el ejército, las policías estatales y por la policía federal. A su vez, la probabilidad de que un detenido haya sido torturado disminuye en el sistema de justicia penal acusatoria y durante los primeros años del gobierno de Enrique Peña Nieto (2013 - 2016). Estos resultados aportan evidencia para discutir el proceso de militarización de la seguridad pública en México.

Guerra contra el narcotráfico: militarización y contrainsurgencia en México (2006-2012)

Resumen: El siguiente trabajo pretende destacar tres procesos recurrentes en los últimos doce años de la historia de México: la paramilitarización del territorio mexicano, los falsos positivos, y la criminalización de la protesta social, analizados a partir de casos específicos. Esto, en el marco de una guerra contra el narcotráfico declarada el 1 de diciembre de 2006, pero que tiene sustento en la Iniciativa Mérida, firmada en 2005. Dicha iniciativa, es la puesta en práctica de la nueva conceptualización del tema de la seguridad nacional y regional norteamericana, derivado del TLCAN, y que se enmarca en la Alianza para la Seguridad y Prosperidad de América del Norte (ASPAN). Pretendemos así, abonar al argumento de que la guerra contra el narcotráfico, es en realidad una guerra contra el pueblo, en donde se aplican métodos anticonstitucionales consolidados durante los años de la guerra sucia de las últimas tres décadas del siglo XX.

La guerra contra el narco en México como política de reordenamiento social

La guerra contra el narco en México como política de reordenamiento social, 2022

A pesar de su biodiversidad, su riqueza cultural y su estratégica ubicación geográfica, la “guerra contra el narco” ha teñido de violencia las calles de México. La normalización de la violencia se ve agravada por la penetración de los carteles de drogas en las estructuras del Estado. El conflicto afecta especialmente a las comunidades indígenas que sufren la criminalización de los policías y los militares, y los desplazamientos forzados a causa de la intromisión en sus territorios. Por Ana Esther Ceceña y David Barrios para Debates Indígenas.

El narcotráfico en México y la guerra declarada por Felipe Calderón. Índice:

El narcotráfico es un tema, a la vez que problema, de lo más preocupante en la actualidad. Siendo este un caso que se da en diferentes puntos del planeta cabe destacar el interés que suscita su desarrollo en un país en concreto como lo es México. Además del noticiario que podemos haber leído es importante tener una mayor comprensión de esta cuestión. Así pues, en las siguientes líneas nos dedicaremos a analizar entre otras: algunas de las causas; las políticas llevada a cabo; el impacto económico, tanto en el pueblo como en el conjunto del país; la situación social que ha generado; además de mostrar cómo se vive esta cuestión actualmente.

Narcotráfico en México

La historia del narcotráfico en México es convulsa y va acompañada de un nivel de violencia extremo. Desde que comenzaron las primeras ofensivas reales contra el narco en los años 80 hasta nuestros días, los éxitos de los sucesivos Gobiernos han sido prácticamente inexistentes. Por el contrario, los cárteles se han multiplicado, sofisticado y expandido por gran parte de la geografía mexicana. ¿Cuáles han sido los errores y por qué nadie ha sido capaz de frenar el todopoderoso crimen organizado? El origen del narcotráfico en México es incierto y está rodeado de sombras. Mientras que muchos señalan a los inmigrantes chinos, llegados a México a principios del siglo XX con el equipaje cargado de sus conocimientos sobre el cultivo de opio y su dependencia a esta droga, otros creen que realmente el problema empezó décadas más tarde, cuando Estados Unidos, bajo la Administración de Franklin Delano Roosevelt, supuestamente impulsó el cultivo de la amapola en suelo mexicano. El supuesto plan consistía en producir la gran cantidad de morfina necesaria para calmar los dolores de los militares estadounidenses durante la Segunda Guerra Mundial. Fuera como fuese, lo cierto es que desde aquellos orígenes el narcotráfico se ha convertido en un gigante ingobernable que no para de aumentar su poder, que penetra en los cuerpos y las instituciones del Estado y es responsable de unos niveles de violencia salvajes. Según el Observatorio Nacional Ciudadano, México podría haber alcanzado los 19.000 homicidios a finales de 2016, una cifra que supone un aumento del 3,2% respecto al año anterior. También ha crecido el número de secuestros y extorsiones, de manera que, a pesar de algún éxito puntual que se anotó el Gobierno en la reducción de los niveles de violencia entre 2013 y 2014, todo indica que las cifras a finales de 2016 volverán a ser igual de desastrosas que al inicio de la legislatura del actual presidente del Ejecutivo, Enrique Peña Nieto. Y no solo aumentan las víctimas, también lo hace la expansión de los delitos por la geografía mexicana, algo que demuestra que el presidente y su equipo fracasan en el control de territorio a pesar de la gran inversión económica que se realiza para intentar frenar la violencia en el país. Sin embargo, el fracaso del actual presidente en la lucha contra el narcotráfico no es algo novedoso y exclusivo de su mandato. La expansión y el éxito del crimen organizado en México es la historia de un fracaso político desde el Gobierno de Miguel de la Madrid, que en 1985, presionado por Estados Unidos, lanzó la primera ofensiva real contra el narco en respuesta al asesinato del agente Enrique Camarena, de la agencia antinarcóticos estadounidense (conocida en inglés como DEA), a manos del Cártel de Guadalajara, antes conocido como la Organización de Sinaloa. Las autoridades lograron entonces detener a los líderes Rafael Caro Quintero y Ernesto Fonseca, Don Neto. Habría que esperar hasta 1989, ya bajo el mandato del presidente Carlos Salinas de Gortari, para ver cómo caía el fundador del cártel, Miguel Ángel Félix Gallardo. Con un golpe de esa magnitud, se esperaba que se debilitaran profundamente los pilares del narcotráfico y se desplomara toda la estructura, pero nada más alejado de la realidad. Por aquel entonces, el pastel se lo repartían el Cártel de Guadalajara y el del Golfo, pero el descabezamiento del primero dio lugar al surgimiento de otros tres cárteles: el de Sinaloa, el de Juárez y el de Tijuana. Desde los años 70, los cárteles han pasado de ser dos a nueve, a los que hay que sumar sus 37 células delictivas aliadas. Además, el 60% de los estados mexicanos sufre la presencia de al menos un cártel del narcotráfico. Las organizaciones sobreviven independientemente de la detención o caída de sus líderes, porque no se realizan las investigaciones sobre las redes de lavado de dinero ni sobre los poderes políticos que realmente son su soporte. La debilidad del Estado, la corrupción de las autoridades, el fallo del Estado de Derecho y la falta de una política de drogas integral son los ingredientes de la receta de la expansión del narcotráfico y el consiguiente aumento de la violencia.

Marcos de duelo en la guerra contra el narcotráfico en México

Política y Cultura vol. 44 , 2015

La violencia precipitada por la guerra contra el narcotráfico en México ha motivado el surgimiento de iniciativas ciudadanas encaminadas a propiciar que los conteos de muertos y desaparecidos sean reconocidos como pérdidas de vidas humanas insustituibles y no como cifras abstractas o daños colaterales. El presente artículo analiza la manera en que las experiencias sensoriales y afectivas suscitadas por algunas de estas estrategias desarrolladas durante 2010 y 2011, dan forma a una indignación compartida que expresa y articula pérdidas, asuntos y problemas que no son cabalmente reconocidos ni por el Estado ni por la sociedad civil en su conjunto. /// In response to the upsurge of violence precipitated by Mexico’s war on drug-trafficking a number of groups of civilian activists have joined in a concerted effort to promote the public acknowledgment of the body counts as human losses rather than abstract numbers or collateral damage. This paper analyses the process by which the sensitive and emotive experiences fostered by some of these strategies developed during 2010 and 2011 give form to a shared outrage that expresses and articulates losses, issues and problems that both the State and the society at large refuse to acknowledge.