El otro del otro: alteridad, diferencia y asimetría en la Teoría de los sentimientos morales de Adam Smith (original) (raw)

La concepción de la justicia en la obra "Teoría de los sentimientos morales", de Adam Smith

Revista Chilena de Derecho, 2007

En este artículo se presentan en primer lugar las enseñanzas de la Teoría de los sentimientos morales referentes a la justicia. En particular se muestra: (1) que entrañan una pérdida de las distinción entre justicia general y justicia particular, por una parte; y entre justicia distributiva y conmutativa, por otra. (2) Que la pérdida anterior lleva a una “moralización” de la prudencia judicial y a una penalización del Derecho civil. Posteriormente se enmarca las enseñanzas sobre la justicia en concepciones smithianas más amplias, relativas a la acción y al orden del universo. Se contrastan brevemente además todas estas doctrinas con las enseñanzas griegas y romanas clásicas, metafísicas, antropológicas, de filosofía política, jurídica y moral.

David Hume versus Adam Smith: Sobre la fuente de la normatividad en el sentimentalismo moral

Tópicos, Revista de Filosofía, 2020

A pesar de las muchas semejanzas entre las teorías morales de David Hume y Adam Smith, en los últimos años muchos han comenzado a interpretar la Teoría de los sentimientos morales de Smith como una respuesta crítica a la ética de Hume. En este artículo propongo que la diferencia más importante entre estos sentimentalistas se relaciona con el origen y la naturaleza de la autoridad normativa de la moral, que a fin de cuentas determina qué se entenderá por una legítima razón moral, o qué es propiamente la moral.

La teoría de los sentimientos morales (selección) Adam Smith

De la belleza que la apariencia de utilidad confiere a todas las producciones artísticas, y de la generalizada influencia de esta especie de belleza. Que la utilidad es una de las principales fuentes de la belleza, es algo que ha sido observado por todo aquel que con cierta atención haya considerado lo que constituye la naturaleza de la belleza. La comodidad de una casa da placer al espectador, así como su regularidad, y asimismo le lastima advertir el defecto contrario, como cuando ve que las correspondientes ventanas son de forma distintas o que la puerta no está colocada exactamente en medio del edificio. Que la idoneidad de cualquier sistema o máquina para alcanzar el fin de su destino, le confiere cierta propiedad y belleza al todo, y hace que su sola imagen y contemplación sean agradables, es algo tan obvio que nadie lo ha dejado de advertir. También la causa por la que nos agrada lo útil ha sido señalada en últimas fechas por un ingenioso y ameno filósofo, que aúna gran profundidad de pensamiento a la más consumada elegancia de expresión, y que posee el singular y feliz talento de tratar los asuntos más abstrusos, no solamente con la mayor lucidez, sino con la más animada elocuencia. Según él, la utilidad de cualquier objeto agrada al dueño, porque constantemente le sugiere el placer o comodidad que está destinado a procurar. Siempre que lo mira, le viene a la cabeza ese placer y de ese modo el objeto se convierte en fuente de perpetua satisfacción y goce. El espectador comparte por simpatía el sentimiento del dueño, y necesariamente considera al objeto bajo el mismo aspecto de agrado. Cuando visitamos los palacios de los encumbrados, no podemos menos que pensar en la satisfacción que nos daría ser dueños y poseedores de tan artística como ingeniosa traza de comodidades. Igual razón se da para explicar la causa de por qué la sola apariencia de incomodidad convierte a cualquier objeto en desagradable, tanto para su dueño como para el espectador. Pero, que yo sepa, nadie antes ha reparado en que esa idoneidad, esa feliz disposición de toda producción artificiosa es con frecuencia más estimada que el fin que esos objetos están destinados a procurar; y asimismo que el exacto ajuste de los medios para obtener una comodidad o placer, es con frecuencia más apreciado que la comodidad o placer en cuyo logró parecería que consiste todo su mérito. Sin embargo, que así acontece a menudo, es algo que puede advertirse en mil casos en los más frívolos como importantes asuntos de la vida humana. Cuando una persona entra a su recámara y encuentra que todas las sillas están en el centro del cuarto, se enoja con su criado, y antes de seguir viéndolas en ese desorden, se toma el trabajo, quizá, de colocarlas en su sitio con los respaldos contra la pared. La conveniencia de esta situación surge de la mayor comodidad de dejar el cuarto libre y sin estorbos. Para lograr esa comodidad, se impuso voluntariamente más molestias que las hubiera ocasionado la falta de ella, puesto que nada era más fácil que sentarse en una de las sillas, que es lo que con toda probabilidad hará una vez terminado el arreglo. Por lo tanto, parece que, en realidad, deseaba, no tanto la comodidad cuanto el arreglo de las cosas que la procuran. Y, sin embargo, es esa comodidad lo que en última instancia recomienda ese arreglo y lo que comunica su conveniencia y belleza. Mas no solamente respecto de cosas tan frívolas influye este principio en nuestra conducta: es muy a menudo el motivo secreto de las más serias e importantes ocupaciones de la vida, tanto privada como pública. El hijo del desheredado, a quien el cielo castigó con la ambición, cuando comienza a mirar en torno suyo admira la condición del rico. En su imaginación ve la vida de éste como la de un ser superior, y para alcanzarla se consagra en cuerpo y alma y por siempre a perseguir la riqueza y los honores. A fin de poder lograr las comodidades que estas cosas deparan, se sujeta durante el primer año, es más, durante el primer mes de su consagración, a mayores fatigas corporales y a mayor intranquilidad de alma que todas las que pudo sufrir durante su vida entera si no hubiese ambicionado aquéllas. Estudia, a fin de descollar en alguna ardua profesión. Con diligencia sin descanso, trabaja día y noche para adquirir merecimientos superiores a los de sus competidores. Después procura exhibir esos merecimientos a la vista pública, y con la acostumbrada asiduidad solicita toda oportunidad de empleo. Para ese fin le hace la corte a todo el mundo, sirve a los que odia y es obsequioso con los que desprecia. Durante toda su vida persigue la idea de una holgura artificiosa y galana, que quizá jamás logre, y por la que sacrifica una tranquilidad verdadera que en todo tiempo está a su alcance; holgura que, si en su más extrema senectud llega por fina realizar, descubrirá que en modo alguno es preferible a esa humilde seguridad y contentamiento que por ella abandonó. Es hasta entonces, en los últimos trances de su vida, el cuerpo agotado por la fatiga y la enfermedad y el alma amargada con el recuerdo de mil injurias y desilusiones que se imagina proceden de la injusticia de sus enemigo o de la perfidia e ingratitud de sus amigos, cuando comienza por fin a caer en la cuenta de que las riquezas y los honores son meras chucherías de frívola utilidad, en nada más idóneas para procurar el alivio del cuerpo y la tranquilidad del alma, que puedan serlo las tenacillas de estuche del amante de fruslerías, y que como ellas, resultan más enfadosas para la persona que las porta, que cómodas por la suma de ventajas que pueden proporcionarle. Si examinamos, sin embargo, por qué el espectador singulariza con tanta admiración la condición de los ricos y encumbrados, descubriremos que no obedece tanto a la holgura y placer que se supone disfrutan, cuanto a los innumerables artificiosos y galanos medios de que disponen para obtener esa holgura y

David Hume y Adam Smith: semejanzas y diferencias en torno a la simpatía

Pensamiento. Revista de Investigación e Información filosófica, 2021

RESUMEN: El artículo presenta y contrasta el papel central de la simpatía en las teorías morales de Hume y Smith a lo largo de cinco puntos: 1) la simpatía como «fuente principal de las distinciones morales» y como contrapunto al egoísmo, 2) el papel auxiliar de la razón, 3) el mecanismo imaginativo que sustenta la simpatía, 4) el sesgo de parcialidad que la caracteriza y, por ello mismo, 5) la necesidad de corrección reconocida por Hume con «el punto de vista estable y general» y por Smith con «el espectador imparcial». Por último, revisa la noción de «simpatía» de ambos autores a la luz de algunas aportaciones psicológicas contemporáneas en torno a la «empatía», valorando la contribución de Smith como gran teórico de la adopción de perspectiva imaginativa en todas sus variantes.

Ipseidad y Alteridad en La Teoría Del Deseo Mimético De René Girard: La Identidad Como Diferencia

2010

The whole Rene Girard's thought is based on the single hypothesis of the mimetic desire. Human beings imitate themselves in behavior and in desires themselves as well. Following the classical interpretation of Girard and imitation, we could say that the mimetic desire theory might then be an obstacle to the construction of our own identity, as we lose it as long as we imitate models. Through Spinoza's thought and the concept of mimetic rationality, we argue that Girard's concept of mimesis is, on the contrary, absolutely compatible with a conception of identity placed as a half-way house between ipseity and alterity. Therefore, we should analyze a constant movement between differentiation and identification in order to demonstrate Girard's concept of identity builds an identity understood as distance or difference.

Errores en la estrategia argumentativa de la interpretación providencialista de la mano invisible de adam smith: el caso de la teoría de los sentimientos morales

Generalmente, los que defienden la interpretación providencialista de la mano invisible de Adam Smith, sostienen que los individuos guiados por una mano invisible poseen ciertas cualidades que se espera se orientan a ciertos fines beneficiosos para la sociedad. Este sería, ni más ni menos, el sentido de la famosa expresión smitheana. En este artículo mostraré, por el contrario, que en el pasaje de la mano invisible de La teoría de los sentimientos morales los individuos guiados por una mano invisible no poseen las cualidades que se espera se orientan a dichos fines. Así, la interpretación providencialista no puede explicar qué cualidades poseen los terratenientes (los guiados por una mano invisible), de modo tal que se orienten al fin beneficioso en cuestión (la distribución de las cosas necesarias para la vida).