Fundamentalismo científico (original) (raw)
El concepto de “fundamentalismo”, surgido en contextos teológicos protestantes norteamericanos, se extiende pronto a otros campos de la realidad, y si en 1928 se utiliza en inglés norteamericano el rótulo “democratic fundamentalism”, un año antes encontramos ya en esa lengua un “scientific fundamentalism”. “Fundamentalismo científico” que en 1951 se escribe en español de México, traduciendo un texto en inglés de 1949. Este primer testigo del rótulo “fundamentalismo científico” en español no parece que fructificase, y habrán de pasar cuarenta años antes de que reaparezca, para convertirse en frecuente, por supuesto con sentidos y matices no siempre unívocos.
“Scientific fundamentalism”
Encontramos por vez primera el rótulo “scientific fundamentalism”, en inglés norteamericano, en un libro de 1927, Los constructores de Norteamérica [_The builders of America_], en el que sus autores, el geógrafo Ellsworth Huntington (1876-1947, vinculado a la Universidad de Yale, autor de El carácter de las razas bajo la influencia del entorno físico, la selección natural y el desarrollo histórico, Charles Scribner’s Sons, Nueva York 1924, 391 págs., miembro activo de la American Eugenics Society, que presidió entre 1934 y 1938) y el veterinario Leon Fradley Whitney (1894-1973, secretario ejecutivo de la American Eugenics Society desde su creación en 1922, que demostraba pedagógicamente en 1926 la herencia del color del pelo mediante su “Mendel’s Theatre”, recordado hoy sobre todo por sus trabajos sobre perros, su genética, psicología, entrenamiento y cuidado), promueven la eugenesia e intentan demostrar la importancia y necesidad de implantar una selección genética para mejorar racialmente la moderna sociedad norteamericana. No debe olvidarse que teoría y prácticas eugenésicas de todo tipo constituían doctrinas científicas triunfantes en las naciones cristianas protestantes (la oposición católica a la eugenesia logró frenar en otros países occidentales la aplicación de tales progresos científicos al terreno antropológico), doctrinas científicas que sólo comenzaron su decadencia tras el apogeo triunfal que conocieron en Alemania, ya apagados los crematorios de los eficientes campos de exterminio germanos (aunque todavía en 1950 se publicaba en español, en Tolosa de Francia, el folleto Humanitarismo y Eugenismo del anarquista Eugenio Relgis); en 1934, por ejemplo, Leon Whitney proponía la urgente esterilización de diez millones de norteamericanos defectuosos, aunque lo ideal fuera poder aplicar la medida al veinticinco por ciento de la población (The Case for Sterilizarion, Frederick A. Stokes and Co., Nueva York 1934). Ellsworth Huntington y Leon Whitney utilizan el rótulo “scientific fundamentalism” a la defensiva, como si previamente ya hubieran sido ellos calificados, por su avanzado activismo racista eugenésico, como fundamentalistas científicos: «¿Suena esto como fundamentalismo científico?», se preguntan retóricamente en 1927 en The builders of America, en fórmula que repiten al año siguiente en otro texto que publica The Yale Review, tras una argumentación previa similar pero diferente:
1927 «They must blend harmoniously with the practical ability which makes people able wisely to manage their own affairs and above all with an innate religious or moral tendency which causes people to reverence one another and respect the rules of conduct which have been laid down by the accumulated wisdom of the ages. Does this sound like scientific fundamentalism? Do we seem to imply that we ought to have a great increase in the fundamentalists who are sticklers for every moss-grown moral precept simply because it is old, or in the blatantly ‘practical’ men who have no use for anything that smacks of the imagination?» (Ellsworth Huntington & Leon Fradley Whitney, The builders of America, Williams Morrow & Co., Nueva York 1927, pág. 272.)
1928 «If we would not only save the world, but make it happy, contented, and full of the love of science, art, music, literature and everything else that brings the joy and zest of life, the only road lies along the path of biological wisdom. The intellectual, imaginative, creative, and artistic faculties of the mind must be biologically combined with the qualities which insure survival. Does this sound like scientific fundamentalism? Do we seem to imply that we ought to have a great increase in the fundamentalists who are sticklers for every moss-grown moral precept simply because it is old, or in the blatantly ‘practical’ men who have no use for anything that smacks of the imagination?» (The Yale Review, vol. 17, 1928, pág. 143.)
En el mismo año de 1928 encontramos otra mención al «deplorable fundamentalismo científico de críticos del fundamentalismo religioso como Harry Barnes» (el historiador norteamericano Harry Elmer Barnes, 1889-1968, de la Universidad de Columbia, germanófilo converso financiado por los fondos de reptiles alemanes y luego simpatizante nazi, fue adalid en su momento del revisionismo histórico que insiste en negar la existencia del Holocausto):
«Probably only such slashing humor could have restored the proper balance which had been disturbed by the sincere though unsupported claims of many scientists and the deplorably shallow scientific fundamentalism of such critics of religious fundamentalism as Harry Barnes.» (The Welfare Magazine, vol. 19, nº 9, State of Illinois Department of Public Welfare, Illinois 1928, pág. 1013.)
En 1929 se nos aparece un tipo de “fundamentalismo científico” que se ve determinado a sostener su posición frente a los hechos, si estos hechos están en desacuerdo con sus “postulados materialistas de la realidad”, mencionado en la revista The Personalist (fundada por Ralph Tyler Flewelling, 1871-1960, clérigo episcopaliano metodista y profesor de filosofía en la Universidad de California del Sur):
1929 «It is scientific fundamentalism which is determined to hold its position in face of the facts if those facts are in disagreement with its materialistic postulate of reality. As the king is fabled to have said so long ago: ‘this too must pass.’ In Bagby’s The Psychology of Pesonality we have a brief and clear treatment of Abnormal Psychology from the standpoint of Inferiority complexes.» (The Personalist, vol. 10, 1929, pág. 135.)
En 1938, en la revista de la influyente North Central Association (una organización de centros educativos fundada en Illinois en 1895), se asegura que existe un fundamentalismo científico fanático de la misma manera que existe un fundamentalismo teológico fanático:
1938 «…which, as Huxley put is, is willing to sit down before a fact as a little child. There is such a thing as a bigoted scientific fundamentalism as well as a bigoted theological fundamentalism. I would have him not only hear the voices» (The North Central Association Quarterly, vol. 13, 1938, pág. 296.)
Y al año siguiente la revista del Crozer Theological Seminary, una institución de la iglesia baptista norteamericana radicada en Pennsylvania, se alegra de que, merced a un estudio más cuidadoso de la personalidad, deba ya abandonarse el que llaman “fundamentalismo científico” impuesto por el behaviorismo radical en la línea de John Watson (1878-1958):
1939 «4. A new appraisal of the significance of man in nature has influenced both scientific method in general and contemporay psychology in particular. There now exists a more critical attitude towards behaviorism in its Watsonian form and a readiness to attempt more independent work in the field of personality. Along with better work on personality has come a shift away from what might be called ‘scientific fundamentalism’. A broader empirical method, unashamed of introspection, aware of purposive categories, open to other data than sense data, aware of the role of faith in knowledge, and more appreciative of the coherence criterion, has in part liberated some naturalists’ investigations.» (Crozer Theological Seminary, The Crozer Quarterly, vol. 16, Chester, Pennsylvania 1939, pág. 245.)
En los ambientes judaicos del Americam Jewish Committee se critica en 1942 a la Anglo-Saxon Federation of America (fundada en 1933 al reunir sus esfuerzos dos fanáticos intérpretes de la Biblia desde el israelismo británico, Howard B. Rand y William J. Cameron, empleado del judeófobo Henry Ford, e inspiradores de la antisemita Identidad Cristiana) y a John Ora Kinnaman (1877-1961, el arqueólogo que visitó Sodoma buscando infructuosamente el féretro de la mujer de Lot, aunque según él acabó encontrando una entrada secreta a la Gran Pirámide) como adictos a una suerte de “‘scientific’ fundamentalism” que choca con la realidad de que la Biblia trata de judíos:
1942 «The Anglo-Saxon Federation and Mr. Kinnaman are apparently addicted to a kind of ‘scientific’ fundamentalism, but they are disturbed by the fact the Bible deals with Jews. Kinnaman sets out to show how archaeology has proved the correctness of the narrative of the bible, a task in which many reputable scientists have long been engaged, but he makes a sortie into other…» (Americam Jewish Committee, Contemporary Jewish Record, vol. 5, Nueva York 1942, pág. 112.)
Quince años después de quedar acuñado el rótulo “fundamentalismo científico” encontramos expresada su negación “anti fundamentalismo científico”, en la revista fundada en 1914 por Herbert Croly y Walter Lippmann, en un contexto ahora político:
1943 «Quite naturally, it follows that the supposed victories of Roosevelt over Bryan were not triumphs at all, since the social reforms and the anti-scientific fundamentalism of the Great Commoner have survived, with the belated aid, it must be added, of TR.» (The New Republic, vol. 109, 1943, pág. 432.)
En 1949, a poco de comenzada la Guerra Fría (en 1947 ya publicó Walter Lippmann un libro con ese rótulo), por los meses en que el tentáculo ideológico de la Unión Soviética se colaba en el Waldorf-Astoria neoyorquino (la famosa Conferencia Cultural y Científica por la Paz Mundial, 25-27 de marzo de 1949, que la CIA se encargó de responder organizando el Congreso por la Libertad de la Cultura que arrancó en Berlín, junio de 1950), se publica en Nueva York una interesante recopilación de artículos de veintisiete autores que defienden un materialismo moderno desde posiciones dialogantes con el marxismo, declaradamente marxistas o incluso filosoviéticas (libro con el que se apartan tanto del proyecto de la ciencia unificada de Neurath y los suyos como del proyecto neoescolástico filotomista de Adler y los suyos). Como es natural varios de esos autores hubieron de sufrir en sus propias carnes, poco después, la implacable respuesta del macartismo. El más joven de entre quienes intervienen en ese libro, Charles West Churchman (1913-2004), entonces profesor de filosofía en Wayne, describe un “materialismo científico” que se opone al “fundamentalismo científico”:
1949 «This description of scientific materialism is in direct opposition to scientific fundamentalism.» (Charles West Churchman, «A Materialist Theory of Measurement», en Roy Wood Sellars, V. J. McGill, Marvin Farber (editores), Philosophy for the Future. The quest of modern materialism, The Macmillan Company, Nueva York 1949, pág. 481.)
La traducción española de este libro (Filosofía del futuro. Exploración en el campo del materialismo moderno, Compañía General de Ediciones, México 1951, pág. 534) aportará un primer vestigio en español del rótulo “fundamentalismo científico”.
1951 «It is easy to see why this scientific fundamentalism should have wrought such havoc in nineteenth-century thought and why the dogmatic mechanism and…» (Wilbur Marshall Urban (1873-1952), Humanity and deity, Allen & Unwin, Londres 1951, pág. 345.)
1952 «…criticism or Arnold than in the heightened artistic enthusiasms of Ruskin, the flaming speech of Carlyle, or the scientific fundamentalism of Huxley.» (Lynn Harold Hough, Great humanists, Abingdon-Cokesbury Press, Nueva York 1952, pág. 185.)
1961 «Scientific materialism, then, in opposition to scientific fundamentalism, is prepared to absorb the valuable elements in both tradicional…» (Sunilchandra Sarkar, Rabindranath Tagore birth centenary celebrations, 1961, pág. 290.)
1962 «Militant, anti-scientific fundamentalism appears to be supported by only about a third of the population, and event his figure may indicate a stronger…» (Thomas R. Ford (ed.), The Southern Appalachian region: a survey, University of Kentucky Press, Lexington 1962, pág. 24.)
1963 «Scientific Fundamentalism. Like religion, science has its fundamentalism. In the latter part of the past century scientific fundamentalists took Darwin’s biological principle, «that all life has developed by a gradual process from a single source,» and made it the basis for a philosophy of life. As it has further developed, this philosophy became known as scientific humanism. In its lowest form, it is materialism an regards matter as the measure of all things. In its highest form, it is reverent agnosticism and believes in nothing higher than the personality of man.» (Gardiner Mumford Day, The Apostles’ Creed: an interpretation for today, Scribner, Nueva York 1963, pág. 42.)
1968 «The second approach of those who are cynical about politics is what one might call scientific fundamentalism, which like other branches of fundamentalism is having some resurgence these days. This is the approach that sees the massive support from public sources is likely to come only for programs of technology, not fundamental science. The alliance of technology and power politics, from this point of view, seems so dangerous that scientist should renounce wealth in order to maintain purity.» (Don K. Price, «Educating for the Scientific Age», Bulletin of the Atomic Scientist, octubre 1968, pág. 27.)
1973 «But while intellectuals today are alert to the danger of religious fundamentalism, they are blind to the dangers of scientific fundamentalism.» (Midstream, vol. 19, nº 6-10, 1973, pág. 23.)
“Fundamentalismo científico”
En español, fuera aparte el vestigio ya mencionado de 1951, el rótulo “fundamentalismo científico” reaparece con fuerza en la última década del siglo XX, una vez que el fundamentalismo científico primario (ejercido pero no representado) ya se había extendido triunfante entre capas y capas de complacientes científicos, ideólogos y políticos (gozosos tras el derrumbe soviético): no debe extrañar por tanto que, particularmente desde el entorno del materialismo filosófico, pero también desde posiciones católicas, revista principalmente la modalidad de contra fundamentalismo científico.
1951 «Esta descripción del materialismo científico está en oposición directa al fundamentalismo científico. No se niega que el individuo es a menudo un fundamentalista, que suele empezar por suponer como conocidas ciertas cosas y como autoevidentes (es decir, evidentes para él mismo) ciertas proposiciones y acepciones. Pero si se amplia lo suficiente el «individuo» hasta comprender una representación de las principales divisiones de la ciencia, el fundamentalismo empieza a desaparecer. Esta es la base del verdadero esfuerzo cooperativo en las ciencias: un grupo de intereses divergentes, cuya misma divergencia constituye la base de un esfuerzo unificado que elimina la necesidad de fundamentales o elementos.» (Charles West Churchman, «Teoría materialista de la medición», en Benjamin Farrington y otros, Filosofía del futuro. Exploración en el campo del materialismo moderno, traducido del inglés por Manuel Pumarega, Compañía General de Ediciones, México 1951, pág. 534).
1992 «Conceptos tan significativos en antropología como ‘culturalismo’, ‘behaviorismo’, ‘estructuralismo’, &c., designaban en un principio un método de trabajo, luego una hipótesis sobre la naturaleza de lo real y, finalmente, tienen el peligro de degenerar en una visión ideológica global con ribetes de fundamentalismo científico.» (Daniel Barandiarán, «El Orinoco amazónico de las misiones jesuíticas», en José del Rey Fajardo S. J. (ed.), Misiones jesuíticas en la Orinoquía (1625-1767), Universidad Católica del Tachira, San Cristóbal (Venezuela), vol. II, 1992, pág. 292.)
«Me referí a ello al aventurar la metáfora de una posible articulación poseinsteniana para una renovada Europa. ¿No estamos entrando en ella con la propia implosión del mundo hobbesiano-newtoniano regido por la soberanía absoluta de la nación-Estado? ¿No hay una decisiva sincronicidad entre esta acelerada metamorfosis política y la eclosión actual de nuevos paradigmas epistemológicos, sobre las ruinas del fundamentalismo científico que hacía furor hace 20 años?» (Carlos Moya, «Europa en invierno», El País, Madrid, 5 de febrero de 1992.)
1993 Gustavo Bueno, Teoría del cierre categorial, tomo 3, Pentalfa, Oviedo 1993, págs. 804-811. Trata del «fundamentalismo gnoseológico», ‘Concepción fundamentalista de la ciencia’, ‘Fundamentalismo cientifista-materialista’, «fundamentalismo cientificista», «fundamentalismo físico», ‘Fundamentalismo ontológico-gnoseológico’, ‘cientismo fundamentalista’ (pero no utiliza expresamente el rótulo «fundamentalismo científico»).
«De cuantos mitos se han ido dotando las distintas culturas, el de la ciencia es sin duda el más intransigente, el que mayor celo ha puesto en la persecución de cualesquiera otras constelaciones míticas. El fundamentalismo científico es la aportación del imaginario europeo al panorama actual de los integrismos.» (Emmánuel Lizcano Fernández, «La ciencia, ese mito moderno», Claves de razón práctica, nº 32, mayo de 1993, págs. 66-70.).
«Vivimos instalados en una tiranía sin tirano, el tirano es la técnica y la especialización que demanda. El signo de los tiempos es ese fundamentalismo científico que tiene tanto de paleto como de temerario y que se cifra en una increíble dimisión del espíritu, en delegar las tareas del pensamiento y de la cultura al delirio técnico o a la impostura de la especialización. Venerando la unidimensionalidad y el ‘cientificismo», se ha extendido el poder social de la tecnología devastando el pensamiento y enfeudando las conciencias a una ciencia que transfiere a la epistemología la función del pensar.» (Gustavo Villapalos, «Crisis de la cultura», ABC, Madrid, 27 de noviembre de 1993, pág. 3.)
1995 «¿Acaso el Genio de Laplace no desempeñaba, en el terreno de la ciencia mecánica, funciones similares a las que Hegel asignó a la conciencia absoluta, en el terreno del saber filosófico? Una suerte de "fundamentalismo científico" se abre ante nosotros. El científico positivista y radical dirá, en relación al campo de su especialidad, lo que Hilbert decía, en alusión al célebre lema de Emil du Bois-Reymond, y refiriéndose a su propio campo de investigación: "En Geometría no cabe el Ignorabimus." No debe creerse que este «cientificismo fundamentalista» sea tan sólo una floración que hubiera [105] brotado durante el pasado siglo a cuenta de la impresionante ebullición que en la época alcanzaron las ciencias positivas. El fundamentalismo científico nunca ha desaparecido del todo. De hecho resurge en los últimos años del siglo que acaba, pero este resurgimiento sólo podemos entenderlo como efecto del influjo de muy confusas ambiciones metafísicas.» (Gustavo Bueno, ¿Qué es la ciencia?, Pentalfa, Oviedo 1995, págs. 104-105.)
1996 «Mi percepción particular es que ni Izquierda ‘desUnida’, anclada en un fundamentalismo económico trasnochado, ni el PSOE con su mensaje entre dos aguas…» «La otra cara del filo de la navaja, el otro abismo en el que podemos caer del otro lado de la cuerda floja, es también muy grave y está tan extendido como el anterior, o quizás más. Se trata de creer, estar convencido, y actuar en consecuencia, que mi verdad particular sobre tal o cual cuestión es la verdad objetiva. Caer en este error es caer en el fundamentalismo científico o práctico. Esto es tan grave como caer en el fundamentalismo anteriormente citado. La verdad, seguramente, es libre y tolerante.» (José Juan Franch Menéu, Economía a vuelapluma, Ediciones Eilea, Madrid 1995, págs. 94 y 232.)
1997 «P. —Pues Ciencia. R. —Está extendiéndose un fundamentalismo científico que considera la Ciencia como la panacea de la Humanidad, y que, en manos de las mafias de científicos, no es sino un instrumento de control y poder sobre la propia Humanidad.» (Rafael Torres, «La Polaroid. [entrevista a] Gustavo Bueno. El nacionalismo es una reliquia de Atapuerca», El Mundo, Madrid, sábado 14 de junio de 1997, última página.)
«El fundamentalismo científico-tecnológico. El proceso científico-tecnológico que despegó de modo espectacular con la Revolución industrial […]. Es evidente que el fundamentalismo científico ha sido la columna vertebral del espectacular crecimiento tecnológico…» (Antonio Tello, Extraños en el paraíso: inmigrantes, desterrados y otras gentes de extranjera condición, Flor del Viento, Barcelona 1997, págs. 85-86.)
2001 «Por nuestra parte consideramos gratuitas tales «esperanzas progresistas». Ante todo, porque no compartimos en absoluto el supuesto de que las ciencias positivas y las tecnologías hayan logrado controlar «las claves del universo y de la sociedad». Este fundamentalismo científico no es otra cosa, a nuestro entender, sino la ideología propia de determinadas «comunidades científicas» o de determinados «soviets de ingenieros» (aquellos tecnócratas de Scott que hoy vemos transformados en «militantes» de la disciplina llamada CTS).» (Gustavo Bueno, «La religión en la evolución humana», Conferencia pronunciada en Madrid el día 8 de marzo de 2001.)
2003 «Pudiera parecer entonces que La Mettrie defiende un origen del alma emergentista (el alma como un simple resultado de la actividad fisiológica del cuerpo), es decir, una posición cercana al fundamentalismo científico de nuestros días.» (Jose Manuel Rodríguez Pardo, «Actualidad filosófica de La Mettrie», El Catoblepas, nº 12:18, febrero 2003.)
«Paradójicamente, en la posición del fundamentalismo científico seguido por Puente Ojea, se pierde el valor que las ciencias puedan tener en cuanto constituyentes de la realidad, ya que su pluralidad se entendería como aparente, o coyuntural, hasta que se alcance la unidad de la ciencia que nos conduzca a ese "todo" presupuesto que sería el mundo.» (Atilana Guerrero Sánchez, «Gonzalo Puente Ojea o la metafísica rediviva», El Catoblepas, nº 13:14, marzo 2003.)
2005 «Volvamos a repetir nuestra conclusión: el científico, fuera de su categoría, no tiene absolutamente nada que decir (en cuanto científico), y si se aventura a dar teorías de la causalidad, «del origen del Todo», &c., será en su calidad de filósofo. Ahora bien, la ideología del fundamentalismo científico impide que el científico trate con profundidad a los clásicos de nuestra tradición filosófica, por lo que las coordenadas filosóficas desde las que suele hablar el fundamentalista científico suelen ser completamente ingenuas e infantiles. El cientificista, a lo sumo, leerá a Popper, a Hacking, a Kuhn o a Stegmuller. Se olvidará de filósofos de primera magnitud como Plotino, como Santo Tomás, como Hegel o como Schopenhauer. Si el cientificista lee a Platón, por ejemplo, lo leerá en calidad de «literatura» (lectura, además, presumiblemente influida por el Mito de la cultura); el cientificista, al leer a Platón, por ejemplo, no tomará en serio (de hecho es probable que ni siquiera repare en ello) la teoría de la Symploké del Sofista, o del conocimiento en el Teeteto, o la dialéctica regressus/progressus del Mito de la carverna de la República: el cientificista leerá a Platón como el que lee un poema.» (Javier Pérez Jara, «La doctrina de los tres géneros de materialidad y las anamórfosis absolutas contra el emergentismo», El Catoblepas, nº 40:15, junio 2005.)
2006 «Además, podemos adelantar que estos análisis gnoseológicos proporcionan la mejor refutación del realismo adecuacionista y del fundamentalismo científico tan de moda en nuestro tiempo (como Gustavo Bueno denuncia en el vídeo Ante el tomo 6 de la TCC).» (Carlos M. Madrid Casado, «Teoría del cierre categorial aplicado a la Mecánica Cuántica (I)», El Catoblepas, nº 48:17, febrero 2006.)
«Al invocar la ontología de la doctrina materialista elaborada por Bueno se debe precisar su naturaleza pluralista, en las antípodas del monismo ontológico propio del positivismo y el materialismo del siglo XIX, así como de sus sucedáneos en el XX (marxistas-leninistas o neopositivistas), y aun del fundamentalismo científico que todavía informa la construcción de ciertos modelos científicos actuales.» (Jose Andrés Fernández Leost, «La Teoría política de Gustavo Bueno», El Catoblepas, nº 48:18, febrero 2006.)
2007 Gustavo Bueno, «Contra el fundamentalismo científico», conferencia pronunciada como clausura del IV Curso de Filosofía, Santo Domingo de la Calzada, el viernes 27 de julio de 2007.
Gustavo Bueno, La fe del ateo, Temas de Hoy, Madrid 2007. Capítulo 8. Religión y ciencia. Los componentes científicos y tecnológicos de las religiones. (…) 6. Evolución de la cuestión religión y ciencia y consolidación de los «fundamentalismos», 7. Fundamentalismo e integrismo, 8. Fundamentalismo islámico, 9. Otras formas de fundamentalismo, 10. El "fundamentalismo científico" y sus orígenes: fundamentalismo y criticismo, 11. Fundamentalismo diárquico, 12. Los fundamentos del fundamentalismo científico, 13. Contra el fundamentalismo científico, criticismo, 14. Criticismo filosófico y límites del criticismo kantiano, 15. El criticismo y el fundamentalismo científico desde la Teoría del cierre categorial, 16. El fundamentalismo científico «fuera de foco», 17. Contra el fundamentalismo antirreligioso, 18. El horizonte de la crítica al fundamentalismo científico desde la Teoría del cierre categorial.
2008 «Pero, importa entender que es precisamente la clausura cosmista del mundus adspectabilis en ontología general, combinada con un formalismo primario tan rígido como el que hemos atribuido a nuestros sabios del CERN en ontología especial, lo que pone las bases de una de las características más intensas de la ideología del fundamentalismo científico que estaría alimentando el reportaje de TVE, a saber: la negación más terminante del Ignorabimus en la categoría física.» «En otras ocasiones sin embargo, el gnosticismo racional propio del fundamentalismo científico puede también hacerse compatible hasta extremos verdaderamente muy notables con el teísmo terciario. Esto sucederá en particular, cuando, por ejemplo en base al ignoramus, las relaciones entre "ciencia" y "religión" se interpreten a la luz de una yuxtaposición armoniosa entre fundamentalismos paralelos. Esta situación, tipificada por Gustavo Bueno bajo el rótulo de fundamentalismo diárquico, puede rastrearse con facilidad en el documental que nos ocupa.» (Iñigo Ongay, «Científicos y periodistas filosofan en Ginebra», El Catoblepas, nº 80:11, octubre 2008.)
2009 «En una actitud propia del fundamentalismo científico y de la más absoluta ingenuidad, algunos neurocientíficos llegan a presentarse como «Neurofilósofos» dado que, según ellos, las modernas investigaciones en neurociencias permitirán resolver, de una vez por todas, los tradicionales problemas filosóficos a los cuales, desde la filosofía, nunca se podría dar una respuesta definitiva por el carácter arcaico y precientífico de este tipo de saber. Al menos, cuatro errores subyacen a esta concepción.» (Aitor Álvarez Fernández, «Situaciones operatorias en la investigación en Psicología: ¿metodología científica, ideología o metafísica?», El Catoblepas, nº 87:14, mayo 2009.)
«Nuestro trasfondo histórico es bien conocido: tras la caída de la Unión Soviética, la ideología de las democracias homologadas tiene dos fuentes de alimentación: por una parte, el fundamentalismo democrático, ligado al humanismo; por otra parte, el fundamentalismo científico, asociado al progresismo. Este último hace suya la idea de que la Ciencia, en singular, es la forma más avanzada de conocimiento del Mundo, del Universo. Sociológicamente, el fundamentalismo democrático y científico supone, en España, el factor más determinante para el futuro de la filosofía. Así es: mientras que el fundamentalismo democrático reduce el porvenir de la filosofía a la enseñanza del humanismo a través de la asignatura de Educación para la Ciudadanía, el fundamentalismo científico lo reduce a la enseñanza del progresismo científico y tecnológico a través de la asignatura Ciencias para el Mundo Contemporáneo, que, yendo del Big Bang al hombre, pasando por la célula, traza una línea recta siempre ascendente. Aún más: mientras que la extinta CTS (Ciencia, Tecnología y Sociedad) todavía era impartida por el gremio de profesores de Filosofía, aunque estaba arrinconando a la Filosofía en el Bachillerato, esta nueva materia ha seguido el rumbo y desplazado en su administración a los profesores de Filosofía por profesores de Física y Química o Ciencias Naturales. Curiosamente, a diferencia de EpC, CpMC apenas ha despertado oposición, señal de lo mucho que ha calado el fundamentalismo científico en el presente.» (Carlos M. Madrid Casado, «El porvenir de la Gnoseología», El Catoblepas, nº 88:16, junio 2009.)
2010 Gustavo Bueno, «Fundamentalismo científico y Bioética» (El Catoblepas, 97:2, marzo 2010)
2015 Gustavo Bueno, “Ensayo sobre el fundamentalismo y los fundamentalismos” (El Basilisco, 2015, 44:5-60)