Pedro Laín Entralgo 1908-2001 (original) (raw)
Médico, ideólogo falangista español y figura destacada del franquismo y de la restauración borbónica, cofundador y subdirector de la revista Escorial (1940-1942), Catedrático de Historia de la Medicina de la Universidad de Madrid (1942-1978), Consejero Nacional del Movimiento (1943-1958), Diputado de las Cortes Españolas (como consejero nacional y como rector, 1943-1958), Rector de la Universidad de Madrid (1951-1956), académico numerario de la Academia Española de la Lengua (1954, de la que fue director, 1982-1987), asistente en julio de 1959 a la reunión «Provincialismo y universalismo en la cultura europea» organizada en Lourmarin por el anticomunista Congreso por la Libertad de la Cultura, académico numerario de la Academia de la Historia (1962), miembro del Jurado del Premio de los Escritores Europeos (1962-1965, presidente 1962-1963) promovido por el Comité español del Congreso por la Libertad de la Cultura, colaborador de la Colección «Hora H» (1970-1974) auspiciada por el CLC, Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades (1989) y hermano de José Laín Entralgo, dirigente comunista y traductor del ruso, exilado veinte años en la Unión Soviética.
Nace en 1909 en Urrea de Gaén (Teruel), un pueblo entonces de poco más de mil habitantes, donde su padre, Pedro Laín Lacasa, era el médico, hijo a su vez de otro médico rural (nacido en Escarrilla, Huesca). Su madre, Concepción Entralgo Montejo, había nacido en Cuba, hija de militar (procedente de La Bastida, Rioja alavesa), teniente coronel en Santa Clara; de joven había sido institutriz en Zaragoza, en casa del médico y catedrático Ricardo Royo Villanova (hermano del catedrático, periodista y político Antonio Royo Villanova). Tuvo dos hermanos menores: Concepción (1909-1985) y José Laín Entralgo (1910-1972). Los tres hermanos estudian en la escuela de Urrea de Gaén y, en su momento, se van incorporando a los institutos en los que ejercía como profesor de francés su tío Ricardo Pradel, con el que vivían durante el curso: Pedro comenzó sus estudios en el Instituto de Soria en 1917, y los siguió en Teruel en 1919; ya los tres hermanos juntos estudian en Zaragoza desde 1921, donde vivían con su tía Emilia, y después en Pamplona, donde termina el bachillerato. Pasaban las vacaciones con sus padres, en Urrea de Gaén.
«Octubre de 1930. Concluso el servicio militar, acabada mi licenciatura en Medicina, a Madrid. […] Redescubrí Madrid desde el minúsculo y modestísimo pisito de la calle de Meléndez Valdés frontero a la fachada posterior de la Casa de las Flores, en construcción entonces. Haciendo un considerable esfuerzo económico, mis padres lo alquilaron para que mis dos hermanos y yo, asistidos por el trabajo y el cariño de mi tía Emilia, en Madrid pudiéramos continuar nuestros estudios.» (Pedro Laín Entralgo, Descargo de conciencia (1930-1960), 1976, págs. 72-77.)
«Unos crean el estilo, y otros lo definen. Crea un estilo de vida aquel que recibe el soplo de los destinos históricos y rompe con la caducidad en nombre de la esperanza: así Mussolini, Hitler, José Antonio, Franco. Define un estilo de vida quien, apenas sosegado su encuentro virginal con la creación creada –aquel tembloroso “conocimiento emocional” de que nos habló Max Scheler– rompe con la beocia en nombre de la expresión nueva y logra dibujar su contorno ideal. […] Pero es aquí justamente donde viene la discrepancia radical entre el español –el nacionalsindicalista– y Heidegger. ¿Qué es el Nacionalsindicalismo? Un modo de ser que se realiza haciéndose “Movimiento”. Somos lanzados, arrojados en el tiempo –en la historia– pero no somos tiempo, por razones que luego saldrán, sino eternidad. […] A Deo. Ahí está el término auténticamente español. La raíz última del existir ya no es la nada, sino el Todo. El ser ya no es mera temporalidad, sino eternidad: como idea en la mens Dei antes de ser lanzada nuestra estancia al mundo, como sustancia después de ese trance.» (Pedro Laín Entralgo, «Meditación apasionada sobre el estilo de la Falange», Jerarquía. La revista negra de la Falange, Navarra, Octubre MCMXXXVII, número segundo, páginas 164-169.)
«Según la intención de quienes lo sienten y declaran, el anticomunismo puede ser “estatal”, “individual” y “espiritual”. Llamo “estatal” o por “razón de Estado”, al de quienes lo profesan porque así conviene a los intereses del Estado a que pertenecen. La pugna entre el evidente imperialismo soviético y otros imperialismos de distinto signo, no menos evidentes, se halla por debajo de ese visible “anti”. […] Profesan un anticomunismo “individual” aquellos a quienes el comunismo soviético amenaza o vulnera intereses propios más o menos respetables: económicos, profesionales, afectivos, familiares, &c. Para todos ellos, el régimen no comunista se define primariamente por ser “más cómodo” que el comunista. Más que “la” libertad, les importa “su” libertad; más que “el” bien común, “su” bien particular, y así con todo lo que se pone en litigio. ¿Cuántos de tales anticomunistas hay en la Europa que se llama occidental y, por supuesto, en América? Hay, en fin, un anticomunismo “espiritual”. Es el de aquellos capaces de pensar y sentir mirando, antes que la propia ventaja, el interés universal de la verdad y del bien. “La” verdad y “el” bien; quede esto claro.» (Pedro Laín Entralgo, «Modos del anticomunismo», ABC, Madrid, jueves 1º de abril de 1948.)
En mayo de 1966 se difundió el opúsculo Los nuevos liberales. Florilegio de un ideario político, un anónimo recordatorio documental, a partir de textos y fotografías de época, del pretérito de los nuevos liberales Ridruejo, Laín, Montero, Aranguren, Maravall y Tovar. En el siguiente recuadro se transcribe la glosa y los textos recordados de Laín (quien calificó tal publicación de libelo y panfleto en los párrafos que le dedicó, diez años después, en su Descargo de conciencia, págs. 450-452 y 455-456):
Laín o la moral nacionalsindicalista
Una cordial semblanza de la personalidad de Pedro Laín Entralgo la encontramos en dos números sucesivos de la revista «Alcalá», publicada por SEU. En el número correspondiente al día 25 de noviembre de 1952 se incluye un comentario titulado «Pedro Laín, Consejero del Reino», con motivo de su elección para este cargo en una sesión anterior, donde casualmente obtuvo la mayoría absoluta de once votos. En otro número, «Alcalá» publica un comentario titulado «Pedro Laín, Víctor de Oro del SEU», con motivo de que, días antes, el Sindicato Español Universitario le había impuesto, en el Paraninfo de la Universidad de Madrid, el Víctor de Oro, máxima distinción de aquella organización escolar. Con este motivo, la revista de los universitarios falangistas recordaba que, poco antes, Laín Entralgo, [44] Rector de la Universidad de Madrid, había pronunciado una conferencia sobre Ortega, diciéndonos «Alcalá»:
«Explicó el Rector un Ortega proyectado hacia el futuro desde la propia generación de Laín. Generación, nada liberal, amante de la norma y de la jerarquía, nacida bajo el signo del magisterio orteguiano, y que Laín afirmó como forjadora de la Bastilla española, que el filósofo vaticinó a los de Pombo y propugnó.»
Por aquella época, comenzaba el canto del cisne del Laín símbolo de una generación nada liberal, amante de la norma y de la jerarquía. Es preciso recordar que estas postrimerías no iban a ser oscuras ni insignificantes, y que se prolongaron hasta 1956, desde su «eficaz» función de Consejero del Reino (?) y desde el Rectorado de la Universidad madrileña, que le había confiado su amigo Ruiz-Giménez, Ministro de Franco, mediante decreto firmado por éste. Durante ese período recibió múltiples honores oficiales, y la benevolencia del Partido había de ampararle hasta después de su caída, puesto que «Arriba» publicó un año después, el 15 de febrero de 1957, un artículo humorísticamente titulado «España, Libre» y dedicado a defender, contra los ataques de «un colega», a «un gran español: Pedro Laín Entralgo, tan querido de todos y tan vinculado a la eterna metafísica de España».
No cabe duda de que la defensa políticamente póstuma tenía una razón de ser: Laín había sido el verdadero cerebro de las teorías falangistas cuando éstas alcanzaban sus niveles más delirantes, en los años de la posguerra y de las victorias del Eje en los campos de batalla de Europa. Ya antes, en plena lucha fraticida, había participado Laín, si no con las armas en la mano, sí con la pluma, como él mismo nos permite recordar en otras páginas de este folleto, en las que se reproduce su testimonio sobre Dionisio Ridruejo. Fue miembro conspicuo de la Inteligencia de la Cruzada y algunas de las fotografías adjuntas así lo indican fehacientemente. Sin duda, fue entonces cuando sus meditaciones le llevaron a producir su obra ideológica fundamental, [45] «Los valores morales del Nacionalsindicalismo», que habría de conducir a tantos estudiantes de buena fe por el camino de aquella generación muy escasamente liberal a la que él personificaba. De este libro, un benedictino apellidado Raimúndez publicó una amplia reseña en el número de noviembre de 1941 de la revista «Escorial». En ella leemos que «se trata de las páginas políticas acaso más audaces y trascendentales que han visto los soles de la Península después de los discursos de José Antonio» y que el libro recoge el intento del autor para que «el Nacionalsindicalismo informase la vida nacional» con motivo de «los aires frescos de juventud que vienen removiendo las capas del viejo Continente, en choque violento con el carcomido mundo liberal»; no hace falta añadir que aquellos vientos soplaban en las bocas de Hitler y de Mussolini. El libro, terminado por unas «Notas para un entendimiento cristiano y falangista de la Historia», propone, naturalmente, que el Estado Nacionalsindicalista realice «la formación política de sus súbditos».
La relación de textos de y sobre el pensamiento falangista de Pedro Laín sería interminable, siempre producidos en los tiempos más rígidos y totalitarios del sistema. No en vano era Director de la Editora Nacional, miembro del III Consejo Nacional de FET y de las JONS y catedrático, en 1942, de Historia de la Medicina, una cátedra que no existía y que los gerifaltes educacionales se apresuraron a crear para él. Hablen, mejor, sus propias palabras para que, al compararlas con sus actitudes pseudoliberales de hoy, pueda recordarse la nota que figura al pie de un artículo del Profesor Laín, publicado en el diario «Pueblo», de Madrid, el 16 de enero de 1945 y titulado –todavía– «La idea nacional en José Antonio». Esa nota dice: «Nadie debe confundir la actualidad con el oportunismo.» ¿Los ha confundido alguna vez este eximio portavoz de la moral nacionalsindicalista? [46]
Los textos
Un movimiento totalitario, disciplinado al Caudillo
«En el Instituto de Cultura para la Mujer ha dado su anunciada conferencia, glosando el discurso del Caudillo ante el III Consejo Nacional, el camarada Pedro Laín Entralgo, Consejero de Falange Española Tradicionalista y de las JONS.
Ha hecho constar el orador que las recientes palabras del Caudillo eran una clara síntesis de la posición española ante la Historia presente y una consigna a cumplir. A juicio del conferenciante, el actual momento histórico en que el mundo se encamina hacia una nueva era, la síntesis es un proceso de desdoblaje religioso, político y social que tiene su origen a fines de la Edad Media y en los albores de lo que llamamos Historia Moderna. …
En España, ya en la época del General Primo de Rivera empezaron a aplicarse las normas de estas directrices y José Antonio recibió todos los nobles ideales de Patria y de Justicia Social para ponerlos al servicio de la Patria, surgiendo entonces en su doctrina el hombre como portador de valores eternos. Y de esta manera es como surge el Movimiento que debía desarrollarse naturalmente entre españoles católicos, en forma totalitaria.
Como hombres de nuestro tiempo, hemos heredado el problema de nuestro tiempo también y nuestra aspiración falangista es darle solución bajo el imperio de lo espiritual.
Ha terminado diciendo: Como falangistas que somos, debemos ser disciplinados a las consignas y direcciones que en el momento presente nos dé el Caudillo.
El orador fue muy aplaudido.» (Fragmentos de la referencia distribuida desde Barcelona por la Agencia Cifra el 21 de diciembre de 1942, publicada en diversos periódicos españoles.) [48]
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El ejemplo de José Antonio
«Más que sus palabras, más que su misma obra fundacional, de José Antonio nos queda su levantada calidad ejemplar. No es un azar que la palabra «estilo» –tantas veces mal entendida o mal empleada por la espesa mediocridad de unos y por la tópica cursilería de otros– haya quedado como la más secreta exigencia en los círculos auténticamente inmediatos a José Antonio. Del hombre ejemplar no queda receta ni concluso sistema si no es un «estilo» en el modo de existir: estilo de hidalgo, estilo de santo. La herencia mejor de José Antonio, más que su germinal obra de fundación, fue el hallazgo de un estilo de vida, y precisamente el de español de nuestro tiempo. Halló el modo de enlazar, en viviente y operadora unidad, todos los términos antinómicos de cada hora: lo nacional y lo religioso, lo presente y lo tradicional, la revolución y la norma, la demagogia y el ímpetu. Todo ello, que estaba trabado con gallarda armonía en la vida de sus tres años últimos, fue de golpe convertido, por obra de aquel tumbo de su cuerpo sobre tierra española –debió estremecerse en sus cimientos la España celeste, ya que esta otra terrena no lo hizo– en la más alta y exigente norma moral del español. Desde entonces, hasta que sea recogida la cosecha que la muerte sembró, Dios ha querido, sin duda, que este ejemplo vivo de un hombre muerto sea para los españoles espejo y acicate, impulso y modelo. Sólo así se podrá decir de él lo que con marmórea solemnidad se dice de Josafat en la roca de la fe y la razón que para siempre le custodia: “Luci ablatis legem propagavit”. Propagó la ley a los privados de luz.» (Fragmento del artículo «Dos notas sobre el testamento de José Antonio», publicado por Pedro Laín Entralgo en el diario Arriba de Madrid el día 20 de noviembre de 1947.)
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El problema: ser auténticos falangistas
«Cuando un buen sacerdote español discute con un falangista sobre materias de enlace con la Falange y lo hace en cumplimiento de sus deberes de [49] sacerdote, si no se entienden, es que el falangista es mal falangista. Cuando un buen falangista, como lo fuera José Antonio, expresa su íntimo sentir en su testamento, por ejemplo, discute con un sacerdote sobre materias de un intercambio con la iglesia y no se entienden, es que aquél no es un buen sacerdote español. Siempre tiene que existir la armonía; no hay otra solución. La educación política sólo puede darla la Falange; pero no basta la educación política. No es que el falangista se limite a reconocer el derecho de la Iglesia a enseñar, no; sino que el falangista le exige y le reclama. Reclama el cumplimiento de ese deber de la Iglesia a enseñarnos a todos. No podemos admitir en este punto ningún supuesto de hostilidad. Nosotros no podemos hablar con la Iglesia como adversarios que la ven con postura distinta y con recelo; nada de eso. El problema está en ser auténticos falangistas, en hacer lo que se dice; no cabe otra actitud. La mejor propaganda es la ejemplaridad de nuestra conducta; educación en lo que se piensa, lo que se dice y lo que se hace. Pensar como falangista si hemos hecho lo que dijimos que íbamos a hacer; pensar si podemos hacer lo que dijimos que íbamos a hacer. Yo creo que es posible hacerlo y ésta es la lección que quisiera que sacarais de mis palabras.» (Conferencia de Pedro Laín Entralgo en el VI Consejo de la Sección Femenina de Falange Española Tradicionalista y de las JONS, según texto publicado en el diario Arriba de Madrid el 6 de enero de 1942.)
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Mussolini, Hitler y el falangismo
«Un análisis penetrante y sistemático del enlace entre la obediencia y desvelo, los dos cardinales soportes del sentido militar de la vida, nos conduciría seguramente a descubrir tres supuestos radicales de la existencia militante: la fe expresable por revelación, la aceptada presencia de la muerte y la empresa comunal. La fe es el suelo firme sobre el que se apoya la vida del hombre que milita; la muerte es el límite necesario, el fiel contraste de la milicia; la empresa es el vuelo de la existencia hacia la tierra creída [50] y separada. Cada uno de estos tres supuestos –fe, muerte y empresa– es por sí, imprescindible. Trataremos de penetrar un poco más íntimamente en su ciencia.
No es precisamente un azar que todos los movimientos políticos militantes de nuestro tiempo destaquen muy en primer término el imperativo de la creencia. La frase de Mussolini «credere, obedire, combatire» ha pasado a ser una consigna de la época. En las páginas centrales de Mi lucha, dice Hitler, por su parte: «Sólo puede oponerse resistencia –se refiere a los embates revolucionarios del marxismo– cuando esa resistencia se reviste de una nueva fe, y en nuestro caso de una fe política.» Los Puntos iniciales de la Falange comienzan significativamente así: «Creemos en la suprema realidad de España.» La afirmación de la fe es, pues, pieza esencial en el fundamento histórico de la época en que vivimos. ¿En qué consiste esta necesidad de fe dentro de la existencia militante? ¿Qué sentido histórico tiene su imperativa reaparición en este tiempo nuestro?» (Párrafo del segundo artículo de la serie «Meditaciones sobre la vida militante», publicado por Pedro Laín Entralgo en el diario Arriba de Madrid, correspondiente al 31 de marzo de 1942.)
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La exigencia de una educación falangista
«Bajo el título «Algunas ideas sobre el sentido falangista de la educación» pronunció esta tarde el camarada Laín Entralgo su anunciada conferencia en el salón de actos del Ateneo, donde se celebra el Primer Consejo Nacional del S. E. M.
Después de concebir a la Falange como un movimiento político enderezado a la educación de los españoles, se ocupa de exponer tres problemas que considera fundamentales en una educación que quiera llamarse falangista.
El primero de estos problemas consiste en la antinomia entre una educación ordenada a los fines individuales y la educación que se propone como meta el puro servicio del hombre a la obra común del grupo humano a que [51] pertenece. Sólo la participación creyente del hombre en una empresa común puede salvar de modo suficiente la mencionada antinomia.
El segundo de los problemas consiste en resolver la oposición que se establece entre el entusiasmo y la disciplina.
El tercero de los problemas, sin duda el más importante de todos los que tiene planteados la Falange, es el que presenta la exigencia de una educación política absolutamente ineludible en nuestro tiempo, y la de una educación religiosa, igualmente ineludible para los que afirmamos la idea católica del hombre.
Terminó el conferenciante proponiendo a los maestros falangistas que empleen su más resuelto empeño en la resolución de los tres problemas. Con ello habrán realizado la misión más importante entre las que España espera de sus maestros.
Seguidamente se cantó el «Cara al Sol», terminándose el acto con los gritos de ritual, dados por el camarada Secretario Jefe del Servicio Español del Magisterio, que fueron contestados en medio del mayor entusiasmo.» (Referencia publicada en el diario Arriba de Madrid, 3 de febrero de 1943. Se trata de una conferencia pronunciada por Pedro Laín Entralgo con motivo del Primer Consejo Nacional del Servicio Español del Magisterio.)
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Nacionalsindicalismo, igual a patriotismo
«He aquí una consecuencia que sonará a escándalo en los oídas de la vieja burguesía: la de que ser patriota vale tanto como ser sindicalista nacional…
Cualquiera que sea la actitud de cierta burguesía católica, yo, católico y nacionalsindicalista, sostendría siempre la conveniencia de una estrecha amistad con la Alemania Nacional Socialista, eso en orden a la Revolución Social que España necesita, una vez conseguida por las armas firmeza nacional, como al poderío de nuestra Patria en el mundo futuro…
Firmes en la creencia, dispuesto el ánimo vigilante, ambiciosos en el afán, intransigentes en la decisión, así somos, o así hemos de ser, como siempre, los que nos llamamos nacionalsindicalistas; cosa nada fácil en esta hora de la [52] coyuntura política española, cuando, como dice la Biblia de los primeros tiempos del planeta, todavía no se han separado las tierras de las aguas, todavía no sabemos expresamente –legalmente– cuál es el amigo y cuál el enemigo; y ya sabéis que los conceptos de amigo y enemigo son los fundamentales en toda distinción política. En esta misma imprecisión, en esta misma indefinición en que nos encontramos, parece que todos somos unos; todavía se dice, como si hoy fuese una denominación común, los «nacionales»; cuando, para nosotros, no se puede ser «nacional» en España sin el adjetivo «sindicalista», a través del cual adquiere lo nacional concreción, actualidad y real sentido histórico.
La tercera condición es la incorporación entusiasta y activa de la Iglesia española a esta obra nacional, a la vez revolucionaria y evangelizadora; más sobre ello ya queda dicho bastante. Y la última y definitiva es el cumplimiento inexorable y permanente, en torno a nuestro Caudillo, de aquella vieja y acuciante consigna de los tiempos jonsistas: No parar hasta conquistar. ¡Arriba España!» (Fragmentos de diversos capítulos del libro Los valores morales del Nacionalsindicalismo, publicado por la Editora Nacional en 1941 y original de Pedro Laín Entralgo.)
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Vigilemos al profesor español del porvenir
«El otro medio que hay que conquistar es el docente. No quiero reformar al profesor universitario de la actualidad, al que por una serie de circunstancias no puede llegar, y no llegará, nuestra angustia y nuestro sentido de la historia y de la vida, sino al profesor del porvenir, que tenemos que aspirar a que sea falangista. Para ello propongo tres cosas: primero, una vigilancia estrecha en la concesión de becas y pensiones para los futuros docentes; segundo, una vigilancia y una participación en las oposiciones a cátedras, y tercero, una atención vigilante a las residencias y colegios mayores que van a empezar a funcionar. Ante estos hechos, los estudiantes del S. E. U. tienen una [53] gran responsabilidad y una enorme dificultad; pero la dificultad no debe nunca amilanarnos, porque la dificultad no fue nunca un obstáculo insuperable para la Falange.» (Estas palabras reproducen la reseña publicada en el diario Arriba de Madrid el día 16 de diciembre de 1941 bajo el título «Conferencia del camarada Laín Entralgo». Se trata de la celebración en Alcalá de Henares del V Consejo Nacional del Sindicato Español Universitario, en el que el conferenciante actuó en su calidad de consejero nacional.)
Los nuevos liberales. Florilegio de un ideario político
[ Madrid ≈ 1966 ], páginas 43-53.
★ Selección bibliográfica de Pedro Laín Entralgo
1936 «Sermón de la tarea nueva», Jerarquía. La revista negra de la Falange, número primero, 1936, págs. 31-51.
1937 «Revisión nacionalsindicalista del ensayo de Ortega y Gasset titulado 'Biología y pedagogía'», Revista de Educación Hispánica, 1937, 2:15-21 y 3:5-12.
1938 «Quevedo y Heidegger», Jerarquía, número tercero, 1938, págs. 197-215.
1939 «Soneto a la manera de Quevedo en honor y memoria de José Antonio Primo de Rivera», en Corona de sonetos en honor de José Antonio Primo de Rivera, Ediciones Jerarquía, 1939, pág. 9.
1940 «Manifiesto editorial», Escorial. Revista de cultura y letras, 1:7-12. «Naturaleza e historia en la medicina», Escorial 1:103-140. «Hechos de la Falange», Escorial 1:157-159.
1941 Medicina e Historia, Ediciones Escorial (Colección Idea, serie española 2; Estudios de Antropología Médica, 1), Madrid 1941, XVI+363 págs.
Los valores morales del nacional sindicalismo, Editora Nacional, Madrid 1941, 158 págs.
«Notas marginales al último libro de Ortega: _Historia como sistema_», Escorial, 7:304-313.
1943 Estudios de Historia de la Medicina y de Antropología médica, Escorial, Madrid 1943, 370 págs.
Sobre la cultura española. Confesiones de este tiempo, Editora Nacional, Madrid 1943, 171 págs.
1944 Menéndez Pelayo. Historia de sus problemas intelectuales, Instituto de Estudios Políticos, Madrid 1944, 398 págs.
1945 Las generaciones en la historia, Instituto de Estudios Políticos, Madrid 1945, 332 págs.
La generación del 98, Talleres Diana, Madrid 1945, 460 págs.
1946 La antropología en la obra de Fray Luis de Granada, CSIC, Madrid 1946, 366 págs.
La anatomía humana en la obra de Fray Luis de Granada, Instituto de España, Real Academia Nacional de Medicina, Madrid 1946, 86 págs. [Discurso leído el día 14 de mayo de 1946 con motivo de su recepción pública.]
1948 Vestigios. Ensayos de crítica y amistad, Epesa, Madrid 1948, 516 págs.
1949 Dos biólogos: Claudio Bernard y Ramón y Cajal, Espasa Calpe, Buenos Aires 1949, 143 págs.
España como problema, Seminario de Problemas Hispanoamericanos, Madrid 1949, 168 págs.
Viaje a Suramérica, Ediciones de Cultura Hispánica, Madrid 1949, 104 págs.
1950 Introducción histórica al estudio de la patología psicosomática, Paz Montalvo, Madrid 1950, 152 págs.
La historia clínica. Historia y teoría del relato patográfico, CSIC, Madrid 1950, 772 págs.
La universidad, el intelectual, Europa. Meditaciones sobre la marcha, Cultura Hispánica, Madrid 1950, 140 págs.
1951 La universidad en la vida española. Discurso pronunciado en el Paraninfo de la Universidad de MAdrid con motivo de la apertura del curso 1951-1952, Universidad de Madrid 1951, 32 págs.
1952 Palabras menores, Editorial Barna, BArcelona 1952, XI+288 págs.
1953 Sobre la Universidad Hispánica, Ediciones de Cultura Hispánica, Madrid 1953, 56 págs. (Discurso pronunciado en el Paraninfo de la Universidad de Madrid en la sesión inaugural de la I Asamblea de Universidades Hispánicas, el 5 de octubre de 1953.)
1954 Historia de la medicina. Medicina moderna y contemporánea, Editorial Científico Médica, Barcelona 1954, 743 págs.
La memoria y la esperanza. San Agustín, San Juan de la Cruz, Antonio Machado, Miguel de Unamuno, Real Academia Española, Madrid 1954, 187 págs. (Discurso leído el día 30 de mayo de 1954, en su recepción pública… y contestacion del Excmo. Sr. D. Gregorio Marañón.)
1955 Mysterium doloris. Hacia una teología cristiana de la enfermedad, Publicaciones de la Universidad Internacional “Menéndez Pelayo”, Madrid 1955, 81 págs.
Las cuerdas de la lira. Reflexiones sobre la diversidad de España, Cuadernos de Tiempo Nuevo, Madrid 1955, 45 págs.
1956 España como problema, Aguilar, Madrid 1956, 2 vols., 456+568 págs. (Tomo I. Desde la polémica de la Ciencia Española hasta la Generación del 98. Tomo II. Desde la Generación del 98 hasta 1936.)
La aventura de leer, Espasa Calpe (Austral 1279), Madrid 1956, 224 págs.
1957 La espera y la esperanza. Historia y teoría del esperar humano, Revista de Occidente, Madrid 1957, 585 págs.
1958 La curación por la palabra en la Antigüedad clásica, Revista de Occidente, Madrid 1958, 345 págs.
Mis páginas preferidas, Gredos (Biblioteca Románica Hispánica), Madrid 1958, 338 págs.
La empresa de ser hombre, Taurus (Ensayistas de hoy 17), Madrid 1958, 2826 págs.
1960 Ocio y trabajo, Revista de Occidente, Madrid 1960, 325 págs.
1961 Teoría y realidad del otro, Revista de Occidente, Madrid 1961, 2 vols., 375+358 págs. (I. El otro como otro yo, nosotros, tú y yo. II. Otredad y projimidad.)
Enfermedad y pecado, Toray, Barcelona 1961, 125 págs.
El cristiano en el mundo, Propaganda Popular Católica (Colección Punto y Aparte 27), Madrid 1961, 62 págs.
1962 Marañón y el enfermo, Revista de Occidente, Madrid 1962, 141 págs.
1963 Panorama histórico de la ciencia moderna (con José María López Piñero), Guadarrama, Madrid 1963, 866 págs.
1964 La relación médico-enfermo. Historia y teoría, Revista de Occidente, Madrid 1964, 497 págs.
Historia de la filosofía y de la ciencia (con Julián Marías), Guadarrama, Madrid 1964. 493 págs.
1968 Una y diversa España, Edhasa, Barcelona 1968, 275 págs.
El problema de la universidad. Reflexiones de urgencia, Cuadernos para el diálogo, Madrid 1968, 150 págs.
1969 El médico y el enfermo, Guadarrama, Madrid 1969, 255 págs.
1970 La medicina hipocrática, Revista de Occidente, Madrid 1970, 448 págs.
Ciencia y vida, Seminarios y Ediciones (Colección Hora H, 6), Madrid 1970, 149 págs.
1971 A qué llamamos España, Espasa Calpe (Austral 1452), Madrid 1971, 158 págs.
1972 Sobre la amistad, Revista de Occidente, Madrid 1972, 380 págs.
Historia universal de la Medicina (dirigida por), Salvat, Barcelona 1972-1975, 7 tomos.
1973 La medicina actual, Seminarios y Ediciones (Colección Hora H, 43), Madrid 1973, 259 págs.
1976 Descargo de conciencia, Barral Editores (Breve Biblioteca de Respuesta), Barcelona 1976, 516 págs.
1978 Antropología de la esperanza, Guadarrama (Punto Omega 250), Madrid 1978, 303 págs.
1981 Más de cien españoles, Planeta (Espejo de España 68), Barcelona 1981, 372 págs.
1987 El cuerpo humano. Oriente y Grecia antigua, Espasa Calpe, Madrid 1987, 208 págs.
1988 Cajal, Unamuno, Marañón. Tres españoles, Círculo de Lectores, Barcelona 1988, 229 págs.
1989 El cuerpo humano. Teoría actual, Espasa Calpe, Madrid 1989., 351 págs.
1990 Hacia la recta final. Revisión de una vida intelectual, Círculo de Lectores, Barcelona 1990, 415 págs.
1991 Cuerpo y alma. Estructura dinámica del cuerpo humano, Espasa Calpe, Madrid 1991, 299 págs.
1995 Alma, cuerpo, persona, Círculo de Lectores, Barcelona 1995, 324 págs.
2001 La empresa de envejecer, Círculo de Lectores, Barcelona 2001, 43 págs.
★ Sobre Pedro Laín Entralgo en el Filosofía en español
1947 Angel-Antonio Lago Carballo, La generación del 98, por Pedro Laín Entralgo, Madrid 1945.
1948 Angel Álvarez de Miranda, Recensión de una actitud: Pedro Laín.
1957 Tomás Fuenfría [ Enrique Múgica ], Los pasos de Pedro Laín Entralgo por el camino de España
1959 Julián Marías, Una Europa abreviada en Lourmarin
1966 Los nuevos liberales. Florilegio de un ideario político.
1970 José Luis Abellán, Laín en el panorama de la postguerra española.
1972 Homenaje a Aranguren (1972).
1998 Julián Marías, Dos amigos (1998)
2001 Julián Marías, El español Pedro Laín, Laín Entralgo: su magnitud real.
2002 Jorge Lombardero Álvarez, ¿Laín liberal? A los veinticinco años de un descargo de conciencia (El Catoblepas, 2:12, abril 2002).
2007 José Alsina Calvés, La disidencia falangista y el 'grupo de Burgos' (El Catoblepas, 61:11), Los valores morales del nacional-sindicalismo de Pedro Laín Entralgo: el manifiesto político del falangismo radical de los años cuarenta (EC 81:14 2008), El rectorado de Pedro Laín Entralgo en la Universidad de Madrid (1951-1956) (EC 83:17 2009), Pedro Laín Entralgo y la Historia de la Medicina en España (EC 89:12 2009).
2008 José Manuel Rodríguez Pardo, El alma de los brutos… Capítulo 8. La Idea filosófica de Alma. Cuestiones proemiales… b. El caso de Pedro Laín Entralgo, 268.
2010 Pedro Carlos González Cuevas, Una semblanza de Pedro Laín Entralgo (EC 101:19 2010).
★ Pedro Laín Entralgo como abajofirmante peticionario o protestante
1959 Los intelectuales españoles piden la amnistía para los presos y exilados políticos
1960 El problema de la censura · Contra la censura
1961 Protesta contra la censura de más de 300 escritores…
1963 Protesta nacional contra la represión · Los intelectuales contra la tortura
1969 Carta al Presidente del Gobierno
1974 Telegrama expedido en Madrid el 15 de febrero de 1974 · Agresiones a la cultura
★ Documentos de y sobre Pedro Laín Entralgo en Filosofía en español
1960 Aranguren menciona a Laín en una carta a Julián Gorkin
1966 Laín, Aranguren, Maravall, Tierno, Caro, Morodo y Sampedro, se ofrecen a Mañana
★ Textos de Pedro Laín Entralgo en Filosofía en español
1937 Dignidad sencilla del maestro· Misión bautismal del nacionalsindicalismo· Misión creadora del nacionalsindicalismo· Nuevo discurso de las armas y de las letras, en el tiempo en que el curso se abría· Meditación apasionada sobre el estilo de la Falange· Misión cultural del Nacionalsindicalismo: I. Cuatro polos y cuatro dimensiones· II. Dimensión de universalidad· III. Dimensión de actualidad
1947 Avisos breves a un joven ambicioso
1948 Modos del anticomunismo· Escrito de ocasión
1949 Chile al trasluz
1952 La Universidad como empresa
1963 El diálogo con Hispanoamérica
1974 Cofirmante del Telegrama a Juan María Bordaberry, Uruguay, pidiendo la libertad para Juan Carlos Onetti (15 febrero 1974)