Exemplum, argumentum y sententia en el Libro de Buen Amor (original) (raw)

Inserción del exemplum medieval en el Libro de Buen Amor

Revista de Filología Española, 1990

Uno de los problemas más arduos y controvertidos en la crítica del LifJro de buen amor consiste en determinar si en su composición se puede descubrir una verdadera unidad estructural o si se presenta como una colección más o menos desordenada de materiales heterogéneos. Este artículo no se propone resolver la cuestión , sobre la cual , por 10 demás, no se ha pronunciado aún la última palabra, sino replantearla desde otra perspectiva, mucho menos amplia que la visión de conjunto trazada por tantos estudiosos del Libro, pero que aún requiere algunas precisiones y espera todavía un examen más pormenorizado de los textos: se trata de averiguar si los exemPla quedan firmemente sometidos a las exigencias de la hi storia principal o si, por el contrario, tien~ den a independizarse de ésta y cobrar vida propia; en otras palabras, ¿la relación entre Jos primeros y la segunda carece de fisuras o, en cambio, se nota entre unos y otra una correspondencia laxa, que daría lugar a lo que Brownlee llama u misappropriated excmpla" ? (88~97). Las definiciones del e~;emplutn (Welter, 1; Bremond el al., 37-38; Ke-lIer, 2) se muestran conformes en lo esencial: la forma, un relato más o menos breve: el contenido, una lección ° exposición doctrinal; la función, persuadir y enseñar. En la definición de Keller se le atribuyen además otras dos propiedades, decisivas para comprender mejor la naturaleza del género: carencia de ambigüedad y morali zación única. El deseo de evitar la primera e imponer la segunda se hace manifiesto en la otra gran colección de ejemplos del siglo XIV, El ronde Lucanor 1: pero en el caso del Arcipreste la situa-1 De estos problemas nos hemos ocupado en nuestro libro Hacia utla portica del rdato didáctico: ocho estudios sobre" El conde LucatlOr" (Chapell HiIl: University of North Carolina Press, 1989), en el cual se estudian con más detenimiento algUflas

“Remendar” y “Centón”. Notas léxicas al Libro del Buen Amor

Revista de Filología Española, 1987

En el manuscrito T no aparece este último verso. En G se lee : remen• dar bien non sabe todo alfayate de N ueuo; y en S: rre-mendar bien non sabe todo alfayate nuevo. Aceptada unánimemente la lección de este manuscrito, la estrofa queda así : Fallarás muchas gan;as, non fallarás un uevo ; remendar bien non sabe todo alfayate nuevo : a trobar con locura non creas que me muevo ; (c) Consejo Superior de Investigaciones Cientificas Licencia Creative Commons 3.0 España (by-nc) http://revistadefilologiaespañola.revistas.csic.es

Algunas observaciones sobre el didactismo en el "Libro del Buen Amor". (Notas tras una lectura atenta)

1993

Es el didactismo uno de los aspectos del Libro de Buen Amor más frecuentemente, y con más insistencia, abordados por la crítica. Y desde los tiempos más antiguos. Desde prácticamente el momento de su redescubrimiento, realizado por José Luis Velázquez a mediados del siglo XVIII'. Ya Tomás Antonio Sánchez, en el prólogo que introduce el texto de Juan Ruiz en su Colección de poesías castellanas anteriores al siglo X112, explicaba que "el Arcipreste, en todos los casos de amor profano, sólo intenta satirizar los vicios de su tiempo, y descubrir las redes que los hombres solían armar á las mujeres, para que, conocidas, se guardasen de ellas, para prevenirlas contra los artificios de las mensajeras, y para apartar á la juventud de las funestas consecuencias de un comercio profano, que precipita á las gentes en el abismo'" En la misma línea, Juan Sempere y Guarinos, en su Ensayo de una Biblioteca Española de los mejores escritores del reynado de Carlos JJJ4, informaba de que Juan Ruiz "eŝcribM del amor profano, sazonando la materia con apólogos de gran moralidad [el subrayado es mío], de vicios y virtudes; gozos, y alabanzas de nuestra señora: canticas serranas, &c.'" Desde entonces, e históricamente, las interpretaciones, sobre este particular, han sido de lo más divergente. Sin intentar ser exhaustivos, y con el mero de fin de realizar un encuadramiento general del problema, de trazar levemente el estado de la cuestión, recordemos a algunos estudiosos, citemos algunas obras, mencionemos algunas posturas. En términos generales, los investigadores que han abordado la cuestión han estado divididos, alineados, hasta épocas bien recientes, en dos grandes bloques. Todos vienen a

La heteronormatividad en disputa (a propósito del Libro de buen amor)

Que veamos a Juan Ruiz como moralista o cínico, que le demos giros ortodoxos o heterodoxos, que situemos sus raíces en Oriente u Occidente, la única verdad indiscutible es ésta: que la historia que él relata con mayor empeño es la de un hombre que busca la consumación sexual. En su Libro encontramos atisbos de una conciencia sexual-la medición del deseo humano contra las construcciones culturales que lo controlan y le dan voz, la repetida representación del deseo en múltiples vías discursivas y con tanto abandono que el mismo Sánchez-Albornoz protesta: "Tengo muy graves dudas... de que ningún pecador se apartara en verdad contrito de sus torpes 'dóneos' tras leer el \licionario de santidad}, del regocijado clérigo de Hita". 1 Sánchez-Albornoz resiste lecturas spitzerianas al destacar en el Libro la presencia del deseo sexual como un elemento activo y constitucional. A Juan Ruiz le pinta como un sujeto conflictivo, al sexo como ese impulso vital que le lleva a descartar las inhibiciones impuestas por una sociedad ortodoxa. Con todo, esta intuición no constituye ninguna epifanía, sino un giro nuevo sobre la identidad nacional, fundada esta vez sobre normas tanto sexuales como culturales: "en el clérigo de Hita triunfaba la robusta, natural y simplista concepción heterosexual del amor de la Castilla de su época". 2 De este modo responde Sánchez-Albornoz a la inestabilidad producida por los aportes de Américo Castro, al posible contagio del buen amor por modos nefandos de amar, pues si se admite la influencia cultural de Al-Andalus, ha de admitirse también la posible influencia de su "concepto ambiguo del amor", un amor que "no excluía las 'amistades particulares', ni la sentimental inclinación, e incluso la pasión carnal, de varón a varón".' Al parecer de Sánchez-Albornoz, aunque Juan Ruiz se balancee vertiginosamente entre ortodoxia y heterodoxia, aunque se desborde en su elogio al deseo sexual, en ningún momento se aparta de ese punto de intersección entre la civilización romano-cristiana y una resuelta identidad heterosexual.

Cuarenta castigationes al Libro de Buen Amor

2013

Más pretencioso que annotationes, el sustantivo que he escogido para titular este trabajo es el mismo que dieron los humanistas del Quattrocento y primer Cinquecento a las reflexiones filológicas, de naturaleza editorial o exegética, con que pretendían salvar los principales escollos textuales de los clásicos greco-latinos. A este respecto, los dos grandes beneficiados, dado el riquísimo universo de referencia de sus respectivas obras, fueron Plinio el Viejo, con su Naturalis historia latina, y Dioscórides Anazarbeo, con el tratado griego que se conoce con su mismo nombre. Desde este momento, pondré todo mi empeño en demostrar cómo casi dos siglos y medio de esfuerzos editoriales (vale decir, de Tomás Antonio Sánchez para acá) no han bastado para iluminar algunos de los muchos enigmas del Libro del Arcipreste de Hita o Libro de Buen Amor. Quedan, como digo, muchas incógnitas por despejar, entre ellas dos principales, ya que engloban todas las demás: la primera es el modo en que Juan Ruiz fue articulando su obra y disponiendo sus materiales, algo que atañe al mismo tiempo a la constitutio textus y a su interpretatio; la segunda es de orden puramente exegético, pues pretende determinar la intención última de Juan Ruiz, esto es, el motivo que le llevó a tomar la pluma al escribir su por tantas razones sorprendente Libro. No sé si algún día alcanzaremos a comprender qué pretendía exactamente el Arcipreste. Ni siquiera estoy seguro de que su mano se moviese al ritmo dictado por una razón o causa única y precisa. Lo único que no admite duda, porque en ningún momento lo oculta, es que, de principio a fin, juega con nosotros al despiste o, si se prefiere, al escondite. A lo largo de la obra, no sólo hay cumplidas muestras de que eso es precisamente lo que hace: para que nadie se llame a engaño, el propio Arcipreste nos previene de continuo. No le bastan frases como "Do coidares que miente, dize mayor verdat" (69a), "Entiende bien mis dichos" (46a) o "Entiende bien mi libro" (64d), sino que, al comienzo de la obra, descubre sus cartas por medio de la reveladora "Disputación que los griegos e los romanos en uno ovieron". Ahora bien, tengo muy claro que, para ganar esta guerra, hay que librar una larga serie de batallas. En atención a su magnitud e importancia, de unas cabría decir que son simples escaramuzas; otras, por el contrario, son magnae lites, expresión que, traducida al castellano, me sirve al mismo tiempo para rematar y deshacer la metáfora militar de que me sirvo, pues lo mismo significa "grandes combates" que "grandes discusiones". Estoy absolutamente convencido de que entenderemos mucho mejor a Juan Ruiz cuando logremos iluminar los casi doscientos pasajes que, hasta la fecha y por una razón u otra, se han resistido a los esfuerzos de la crítica. En el último año y medio, he recorrido el Libro un sinfín de veces, y lo hecho siempre en pos de soluciones, si no definitivas, sí plausibles o pertinentes, a muchas de ellas. Tras echar la cuenta, estoy en situación de decir que he salido exitoso o, como poco, bien parado en cerca de un centenar casos, lo que supone la mitad aproximada del cómputo total. De ser como presumo, convendrán conmigo en que el saldo no está nada mal. En mis batidas, me he apoyado fundamentalmente en la Filología, que se revela de nuevo como el más eficaz entre todos los métodos a nuestra disposición. En realidad, como sabemos sobradamente, la Filología apela a las técnicas, disciplinas y campos o áreas de conocimiento más diversas. Basta recordar la definición que de la

Exempla: la función didáctica en el «Libro de buen amor» y en «Celestina»

Lingüística y Literatura, 2013

Uno de los textos medievales españoles más ambivalentes y contradictorios quizá sea el Libro de buen amor, la obra del arcipreste de Hita, Juan Ruiz. El propio Arcipreste, de hecho, señala desde los preliminares de su obra la aparente doble paradoja: "que los cuerpos alegre e a las almas preste" (Ruiz, 1992: 13) que sus lectores habrán de encontrar: E Dios sabe que la mi intención non fue de lo fazer por dar manera de pecar ni por maldecir, mas fue por reducir a toda persona a memoria buena de bien obrar e dar ensienplo de buenas costunbres e castigos de salvación; e porque sean todos apercebidos e se puedan mejor guardar de tantas maestrías como algunos usan por loco amor. (Ruiz, 1992: 10-11) O, de un modo más paremiológico: Non creades que es libro neçio, de devaneo, nin tengades por chufa algo que en él leo: ca, segund buen dinero yaze en vil correo, ansí en feo libro está saber non feo.